que nada vale de lo pasado en un futuro que es dueño de nadie.
Vivimos en tiempos cortos.
Adictos a las soledades,
a emociones dispares,
a sentimientos que siempre fueron cercanos y que ahora
no hay puerta que los abre.
Nos agarramos al paraguas de la vida paso a paso,
como si cada nuevo instante
pudiera ser el último,
acabando ahogado en una lluvia de razón sin sentido...
que no se sabe dónde ni cuándo,
ni a quién en su alma cae.