Perfume de mujer (Película): el Oscar de Al Pacino y un drama memorable

in #cine4 years ago

Al Pacino no necesita presentación. Lo conocemos de la trilogía de El Padrino, Serpico, la icónica Scarface, lo vimos en El abogado del diablo, Insomnia y otras decenas de películas. Sabemos que es un actor extraordinario y que tiene una gran trayectoria. Para 1993, veinte años después de aparecer como el heredero de Vitto Corleone, Al Pacino había sido nominado siete veces a los premios Oscar, ¡siete! Y aún no había triunfado en ninguna oportunidad. Esta película cambió ese hecho y le valió un merecido reconocimiento.

Scent of a woman (Perfume de mujer) es un drama dirigido por Martin Brest (el mismo director de Meet Joe Black), protagonizado por Al Pacino junto a Chris O'Donnell y la historia comienza, más o menos, así: Charlie Simms (O'Donnell) es un estudiante becado en un prestigioso colegio norteamericano que no puede vivir al mismo ritmo de sus adinerados compañeros. Estudioso, honesto, educado, Simms representa los más altos estándares a los que debería aspirar un joven, pero su humildad y su condición económica diferente al entorno no le dan mucha popularidad que se diga. Con la intención de ganar algo de dinero, decide hacer caso a un anuncio que ofrece un trabajo muy bien pagado para el fin de semana de Thanksgiving y es así como llega a la casa de una modesta familia. Padre, madre y dos pequeños, todos se irán de viaje, pero el tío Frank (Pacino) no quiere acompañarlos y la misión de Charlie es cuidarlo durante esos dos días.

Pero Frank Slade es un huraño, malhumorado y grosero Coronel retirado del ejército norteamericano que no cae muy en la gracia de su adolescente cuidador. Y otra cosa: Frank es ciego. En pocas palabras, todo lo que tiene que hacer Charlie es servirle de lazarillo al tío Frank y procurar que no beba mucho, cosa fácil, ¿cierto? pues no, porque el ex militar tiene otros planes: irse a Nueva York durante ese fin de semana. Como no puede impedírselo, a Charlie no le queda más remedio que acompañarlo.

El itinerario de Frank es el siguiente: viajar en avión, rentar una limusina, ir a cenar a casa de su hermano (con cuya familia no se lleva nada bien), quedarse en el Waldorf Astoria (un hotel de lujo), al otro día cenar en un restaurant elegante, hacerle el amor a una hermosa mujer... ¿y por qué tanto derroche de lujo , dinero y placer si Frank no es un hombre rico? Bien, él sólo prepara su despedida porque después de hacer todo eso planea suicidarse. Así se lo cuenta a Charlie que se alarma ante la franqueza del hombre porque lo cree capaz y a partir de allí se suceden una serie de vivencias y diálogos que permiten reflexionar sobre el bien y el mal, el deber, por supuesto que sobre la vida y la muerte, sobre el placer, la vejez y sobre el valor, entre muchas otras cosas.

Vemos a los protagonistas caminar por las calles de Nueva York y afianzar una relación que pasa de un trato grosero por parte de Frank y un casi abandono del trabajo por parte de Charlie, a una especie de consejero, maestro y figura paterna del hombre sobre Charlie y él a su vez incide positivamente en el ánimo del Coronel. Cada uno tiene sus problemas y sus demonios; los de Frank son evidentes (remordimiento, culpa, frustración, la sombra de su muerte próxima) y Charlie por su parte lucha con un dilema moral que incluye a algunos de sus compañeros, uno de ellos interpretado por Philip Seymour Hoffman, y una decisión de la cual depende su futuro. Sobre ese asunto, el joven recibirá la opinión, el consejo y el apoyo de Frank.

Hay muchas escenas memorables en la película, como ver a Frank manejar un Ferrari, o la cena en casa de su hermano; ni qué decir de las escenas en el hotel y la secuencia del juicio casi al final, pero sin duda la más recordada es la escena del baile. Estando en un gran salón con Charlie, Frank percibe el aroma de una mujer joven que está sentada cerca de ellos, sola. Los hombres se acercan y tras un educado, halagador y cortés diálogo, Frank invita a la chica a bailar Tango. Donna, ese es el nombre de la chica interpretada por una encantadora Gabrielle Anwar, aparece en la cinta por apenas diez minutos, pero la escena, de la mano de Al Pacino, permanece en la memoria, no sólo por el hecho de bailar tango con una mujer elegante de sonrisa hermosa, sino porque Frank, tras pedir indicaciones a Charlie sobre las dimensiones de la pista de baile, guía a Donna con una maestría y una soltura superior a la de muchos de quienes sí tenemos buena visión. En un momento de la película, Frank dice: "The day we stop lookin, Charlie, is the day we die".

Por si no lo sabían, Scent of a woman es un remake de una película italiana de 1974, Profumo di donna (adaptación de la novela Il Buio E Il Miele (La oscuridad y la miel) de Giovanni Arpino), aunque la original es más cómica. El remake de 1993 es bueno, pero gracias a la interpretación de Al Pacino se convierte en extraordinario. El personaje de Frank se apoya en el guión, es ciego pero tiene los demás sentidos muy desarrollados, en especial el olfato, pero lo que hace Pacino es una atuación de antoogía. No sé si he visto en el cine a un ciego más convincente. A tal punto estaba metido en su papel, que la escena en la que vemos a Frank llevarse por delante un bote de basura no estaba en el guión, fue un accidente de Pacino que no vio el cesto y se tropezó (el director decidió incluir la toma). Esa vez sí se llevó la estatuilla dorada y el reconocimiento por un papel memorable. Si alguno no ha visto esta película, aproveche que se encuentra disponible en Netflix y se dará cuenta por qué Al Pacino es uno de los grandes. La cinta es de 8/10 puntos, pero su actuación es un diez perfecto.

Sort:  

Amo amo esa película, y vaya que por un momento había olvidado haberla visto, me encanta ese actor su actuación en el Padrino es impecable!

Si ya pasó algún tiempo, vuelve a verla. Me falta ver la tercera del padrino (ya vi las otras dos) pero en cuanto lo haga, subiré esas reseñas. Muchas gracias por leerme.

Que coincidencia a mi también me falta ver la tercera, algún día la veré. Sin duda la veré otra vez, es buenisima

Avísame y la vemos (la tercera del padrino)