Fuerte oleaje (relato) ESP/ENG

La mañana era especialmente soleada ese día. El verano era intenso, por lo que los pobladores de la isla se preparaban para recibir a muchos turistas deseosos de descansar bajo la sombra de las palmeras en sus playas.

La familia daba los toques finales a la habitación de huéspedes, pues recibirían a sus amigos para un fin de semana de diversión en medio del agotador clima.

La partida estaba prevista para las 6:00 am. Una lancha serviría de transporte para los cuatro pasajeros, dos niños y dos mujeres, que ilusionados esperaban conocer la isla por primera vez.

—Ajústense los chalecos —dijo el capitán de la lancha— se espera algo de oleaje, pero pierdan cuidado, todo estará bien y llegaremos en veinte minutos.

Sus palabras sonaban diferente, estaba acostumbrado a transportar pasajeros hasta la isla. Se conocía de memoria las instrucciones de seguridad, pero esa mañana, en su voz se percibía cierta inquietud. Las mujeres no lo notaron, no conocían nada sobre el mar y sus fuerzas, pero el capitán parecía interesado en que abordaran con prontitud para hacer el viaje cuanto antes.

Las cosas cambiaron rápido en alta mar. Densas nubes se apoderaban del cielo, amenazando con descargar su furia sobre el océano. El viento comenzó a soplar con fuerza, y las olas comenzaron a crecer y se volvieron más agresivas.

Los niños se sujetaban con fuerza a su madre. La otra mujer, una amiga de la infancia, estaba acurrucada con las manos juntas, haciendo plegarias para una larga lista de dioses en los que creía.

El capitán peleaba tenazmente contra el oleaje, cambiando de dirección cada tantos segundos para mantener el rumbo y la embarcación a flote.

Pero sus esfuerzos parecían inútiles ante el embravecido mar. La lancha trepó por encima de una ola, y terminó partiéndose en dos.

Se hundió en cuestión de minutos.

El capitán se golpeó la cabeza, y se perdió entre el ensordecedor ruido del mar que destrozaba la lancha. Las mujeres y los niños cayeron al agua, presa de un terrible miedo y de la desesperación. Eran apenas pequeños puntos color naranja que destacaban entre el azul oscuro del océano, vagando sin rumbo, agitados por el capricho de las olas y el viento.

En la isla, sus amigos contemplaban como a la distancia el horizonte se tornaba de un gris oscuro. Pero poco imaginaban que aquella espesa sombra abría sus fauces para tragarse a sus esperados huéspedes.

Algunos barcos llegaron a la isla más temprano, por lo que el día transcurrió con una innegable normalidad. Nadie sospechaba de la tragedia, todos creían que el viaje fue postergado por conveniencia de los pasajeros, y a la falta de una confirmación, se contentaron con esperar al siguiente día para hacer una llamada que aclarara sus dudas.

La llamada tuvo que esperar dos días más. Las líneas de comunicación no eran las mejores en aquel lugar, pero todos estaban acostumbrados a esa carencia. Cuando por fin pudieron conectarse, se les heló el corazón al saber que la lancha con sus cinco integrantes sí partió según lo previsto.

Pronto la alerta llegó a las autoridades, quienes comenzaron una búsqueda aérea de inmediato. Conocían bien el lugar, las rutas, y las corrientes de aquel hermoso mar y sus trampas.

Luego de un par de horas, avistaron en el vasto azul una pequeña balsa color amarilla que navegaba a la deriva.

En su interior había un niño y una mujer. El niño se cubría el rostro con los restos de una camisa, era evidente su deshidratación. La mujer ya no respiraba, había muerto un día antes debido a sus heridas, era la madre del niño.

Los demás pasajeros jamás fueron encontrados.

Gracias a estos testigos por su apoyo constante y orientación, ustedes merecen un voto de confianza: @guiltyparties @enginewitty @thealliance @c0ff33a

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The morning was especially sunny that day. The summer was intense, so the island's inhabitants were preparing to receive many tourists eager to rest under the shade of the palm trees on their beaches.

The family was putting the finishing touches to the guest room, as they would be welcoming their friends for a weekend of fun amidst the grueling weather.

Departure was scheduled for 6:00 am. A boat would serve as transportation for the four passengers, two children and two women, who were looking forward to seeing the island for the first time.

-Fasten your vests," said the captain of the boat, "some swell is expected, but be careful, everything will be fine and we will arrive in twenty minutes.

His words sounded different, he was used to transporting passengers to the island. He knew the safety instructions by heart, but that morning, in his voice there was a certain uneasiness. The women didn't notice, they knew nothing about the sea and its forces, but the captain seemed interested in getting them on board promptly to make the trip as soon as possible.

Things changed quickly on the high seas. Dense clouds were gathering in the sky, threatening to unleash their fury on the ocean. The wind began to blow hard, and the waves began to grow larger and more aggressive.

The children held tightly to their mother. The other woman, a childhood friend, was huddled with her hands clasped together, making prayers for a long list of gods she believed in.

The captain was doggedly fighting the swell, changing direction every few seconds to keep the boat afloat and on course.

But his efforts seemed futile in the face of the raging sea. The boat climbed over a wave, and ended up breaking in two.

It sank in a matter of minutes.

The captain hit his head, and was lost amidst the deafening noise of the sea that was tearing the boat apart. The women and children fell into the water, gripped by terrible fear and despair. They were just tiny orange dots standing out against the dark blue of the ocean, wandering aimlessly, tossed by the whim of the waves and the wind.

On the island, their friends watched as the horizon turned dark gray in the distance. But little did they know that that thick shadow was opening its jaws to swallow their expected guests.

Some ships arrived at the island earlier, so the day passed with an undeniable normality. No one suspected the tragedy, everyone believed that the trip was postponed for the convenience of the passengers, and in the absence of a confirmation, they were content to wait for the next day to make a call to clarify their doubts.

The call had to wait two more days. The communication lines were not the best in that place, but everyone was used to that lack. When they were finally able to connect, their hearts froze when they learned that the boat with its five members did leave as planned.

Soon the alert reached the authorities, who immediately began an aerial search. They knew the place, the routes, and the currents of that beautiful sea and its traps well.

After a couple of hours, they spotted a small yellow raft drifting in the vast blue.

Inside was a boy and a woman. The boy was covering his face with the remains of a shirt, his dehydration was evident. The woman was no longer breathing, she had died a day earlier from her injuries, she was the child's mother.

The other passengers were never found.