Feliz día queridos amigos, me alegra estar de nuevo con ustedes, se me ha dificultado un poco publicar mis trabajos porque he tenido ciertos problemillas en casa relacionados con la salud, pero he apartado un tiempo para retomar mi trabajo en el blog.
Mis padres y mi abuela han presentado quebrantos de salud, no sabemos si se han contagiado con covid 19 porque acá en Santiago la pandemia ha hecho estragos y no hay espacio para consultas médicas, por lo que, lo que padecen, lo estamos tratando en casa con la medicina natural y algunos fármacos de uso tradicional.
Bien, apartando lo personal, hoy les traigo un relato propio inspirado en la ficción, pero enmarcado en el relato de los pueblos que cuentas sus mitos y leyendas con un dejo de veracidad. Espero les guste esta recreación que se desplaza en escenarios de realidad y fantasía. Les invito me acompañen a vivir esta fascinante aventura en medio de una tormenta marítima.
En lo alto del firmamento se divisaba una intensa actividad de naves lenticulares rondando el espacio aéreo, esas naves son especialistas en salvamento y rescate, cuando ocurren sucesos desastrosos en lo profundo y superficies del océano, ellas descienden al lugar de los acontecimientos y realizan labores de rescate y salvamento.
Se aprecia en medio de la flotilla, una nave lenticular pesquera de bordes acorazados de color plata verde mar, en cuyos costados se divisa a lo lejos una insignia típica de los asuntos pesqueros, escoltada por un escudo de armas luz y paz, iconos inequívocos de salvación y rescate.
Ese tipo de naves, son las centinelas del universo marino, de todo lo que concierne por encima y por debajo del imaginario acuático, de sus criaturas y actividades, y sobre todo, de garantizar su bienestar y permanencia en la tierra, por lo que se ofrecen para extender su brazo protector en momentos de peligro, como el que corren ahora.
Ocurre, que acá abajo, se ha desatado una feroz tormenta de magnitudes colosales, de una enorme fuerza destructiva.La flotilla intergaláctica fue avisada por las fuerzas vivas intramarinas, las que se comunican a través de ondas binaurales en frecuencia 432Herz, del terrible azote de la tormenta y del potencial peligro que corren todos sus habitantes propios y ajenos.
Y justamente, un grupo de ajenos, son los más golpeados por las deltaicas fuerzas fluviales, cuando me refiero a los ajenos, quiero decir, que son humanos; que no pertenecen a la especie de criaturas marinas, ni vegetales, ni animales del océano, pero que tienen una estrecha relación con su ecosistema, ya que son centinelas terrestres cumpliendo una labor de limpieza y protección, cuidando el ecosistema de los depredadores, cazadores de ballenas, de tiburones, de delfines, moluscos, crustáceos y demás especies acuáticas, con el único fin de explotarlos comercialmente de manera indiscriminada.
Esos centinelas cumplen una suprema labor salvadora y hacen, que los crímenes de explotación y depredación, no sean mayores en los continentes del planeta.
Sobre la superficie marina, específicamente en las islas neerlandesas orientales, en Betawi de Java, allí se encontraba atrapada una embarcación ocupada por 22 tripulantes, un buque de aproximadamente 520 toneladas, fortalecida con cobre y acero trabado, recubierta con madera de acacia, una de las más duras y longevas del mundo.
La embarcación cruzaba alta mar cargada con un flete de provisiones con implementos y artículos de necesidades básicas, para beneficiar a los pobladores de Betawi, cuando colisionaron sorpresivamente con la tormenta.
En fracciones de segundos, el fondo del mar se volvió tan convulso y neurótico, que todas las criaturas del mar se vieron presas de un pánico colectivo, intentando aferrarse a la vida de alguna manera que le fuera posible. Las más pequeñas adosaban sus cuerpos a las superficies más duras y firmes debajo del agua, a fin de evitar ser eyectadas por la furia del viento que sacudía las aguas a su antojo, como si fueran de su propiedad.
Las criaturas más grandes, los cetáceos, conformado por los grupos de ballenas, delfines y tiburones, fueron eyectadas irremediablemente a la superficie, realizando una suerte de danza helicoidal a fin de contrarrestar los embates del inclemente temporal, sintiéndose no por eso, confundidos, atemorizados y con halos de desfallecer en contra de su voluntad.
La embarcación hasta ahora invencible, comenzaba a mostrar debilidad por entre sus costuras, al luchar muy de cerca contra dos colosos enfurecidos, la embestida del agua, animada por la fuerza del viento. El horizonte desapareció, llevándose los destellos debilitados ante la inminente presencia de la noche, que indiferente cooperaba para darle mayor dramatismo a lo que acontecía.
Por su parte la luna prefirió guardarse en casa, permitiéndole reinar a la penumbra y al terror, acorralando a los tripulantes de la huérfana embarcación.
Un miedo silencioso y sostenido invadía al capitán del buque, contagiando de incertidumbre y desazón al resto de sus ocupantes, sentimientos amargos que aumentaban como aumentaba también el oleaje, dejando a sus navegantes sin ningún recurso para calcular el tiempo y la dirección; solo les quedaba como referencia que cada segundo que transcurría, podría ser el último de sus vidas.
El cansancio los vencía y a ratos se quedaban dormidos, pero solo lo necesario para recuperar fuerzas y no despegarse de los horcones del barco que los mantenía aferrados a la vida. Súbitamente la embarcación comienza a ser objeto de fuerte sacudidas, como si un gran movimiento telúrico estremeciera toda su carrocería y todo cuanto en ella contenía. Era como si una horda de criaturas embistieran al unísono y contra golpearan la embarcación por todos sus costados.
Se trataba de los cetáceos, que habían perdido el sentido, ante la ruidosa tormenta, y por los relámpagos y truenos, quedaron desorientados golpeando el buque ferozmente como chocando una y otra vez contra una pared. El pánico de los pasajeros sobrepasó el umbral del más pavoroso de los miedos.
Pero la perplejidad se apoderó de ellos dejándolos totalmente fuera de su conciencia, cuando una enorme orca se elevó por sobre la embarcación haciéndola romperse en mil pedazos, haciendo también, que volaran por todo el territorio de alta mar todos sus ocupantes. La orca desorientada y neurótica abría sus grandes fauces, engullendo enormes bocanadas de agua salada y todo lo que con ella flotaba.
En una de esas inhalaciones arrastró consigo a varios delos tripulantes del buque, cuyos trozos de madera naufragaban desorientados, flotando en la perdición de su destino, mientras que sus ocupantes nueve de ellos en total, fueron a parar en el estómago de la orca, el resto, tuvo un destino incierto hasta ese momento.
Llegó su momento de actuar, aunque ya lo venían haciendo, aunque no lo pareciera, controlando la fuerza de la tormenta a fin de evitar desastres mayores. Finalmente lograron disminuir el efecto devastador de la tormenta haciendo que se marchara, y logrando que regresara la calma aunque con un ambiente de silencio sepulcral.
Los hermanos del espacio realizaron sus labores de rescate, salvando el mayor número de vidas posibles, muchas de ellas, pasaron a otro plano, porque sencillamente se les cerró su ciclo de vida acá en la tierra. en cuanto a los voluntarios salvadores ocupantes de la embarcación, se salvaron todos, incluyendo a los Jonases que terminaron en el estómago de la ballena, sólo han quedado un poco pálidos por el efecto de los jugos gástricos que procesó el animal al momento de realizar la digestión de su inesperado bocado.
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Hola @hivebuzz gracias por venir y darle seguimiento a mi trabajo, continuaré trabajando para alcanzar la nueva meta. Abrazos!!
Es un placer @renataboreal! Un abrazo devuelta
liz
Hola @renataboreal. Muy buen relato, me transportó al mar tu historia. Saludos desde Colombia.
Hola @juancho10 es un gusto saludarte, agradecida por tus palabras y contenta de haber logrado sumergirte en la historia. Te mando un abrazo desde mi Chile natal.