Platón y Gutenberg: sobre la escritura y el olvido

in #cervantes3 years ago

Uno de los filósofos más importantes de la antigüedad

Una de las cosas que más me gusta de leer es que en ese vasto universo que es la Literatura, libros y autores se cruzan unos con otros. En una novela aparece el nombre de otro escritor o de otra novela y así, autores referidos por autores, libros referidos por otros libros, van desfilando ante mis ojos y convirtiéndose en posibles próximas lecturas.

Hace algunos meses leí el libro La verdad de Agamenón de Javier Cercas. Había leído un par de novelas de este escritor español, El móvil, novela metaficcional con una novela dentro de la novela que es la misma novela; y la celebrada Soldados de Salamina, sobre un episodio de la guerra civil española. Sin embargo, esta tercera lectura de un libro suyo no es una novela. Se puede resumir como una colección de piezas híbridas: relatos de viajes, de ciertas pasiones y recuerdos personales, textos casi siempre vindicativos y polémicos que atañen a nuestra historia y literatura recientes, ejercicios de admiración y de diálogo con ciertos escritores próximos al quehacer literario del autor; en fin, cuestiones que de alguna manera preocupan al autor, quien nos expone así sus ideas e inquietudes. En uno de los textos, titulado Invenciones diabólicas, Cercas menciona una frase de otro autor que me dejó reflxionando. Cuenta el español que en su obra Fedro, por boca del rey Tanos, el filósofo griego Platón lamenta la invención de la escritura porque:

"Implantará el olvido en las almas de los hombres"

quienes, según el inmortal filósofo:

"dejarán de ejercer la memoria porque contarán con lo que está escrito"

Hace ya muchos siglos que Platón dijo eso, pero intentemos un ejercicio imaginativo: visualicemos un tiempo previo a la escritura, cuando los seres humanos vivían en comunidad, pero no habían inventado un conjunto de signos, símbolos, grafemas, para conservar sus ideas. La oralidad era la regla. Y la memoria. Todo debía recordarse, porque era la única manera de transmitirlo a la posteridad.

Ahora pensemos en Gutenberg. Su invención facilitó la masificación de la palabra escrita que, hasta entonces, era manuscrita. Con ello, más personas tuvieron acceso a los libros y la palabra escrita se convirtió en algo cotidiano y en una herramienta para preservar el conocimiento. Es decir, en la misma medida en que servía para difundir las ideas, las iba apresando en el papel porque, ¿para qué memorizar un texto si lo tengo al alcance de la mano y lo puedo volver a leer cuando quiera? Es lo mismo que sucede con el teatro y el cine. El teatro, tradición antigua, era una representación escénica única porque la interpretación en vivo de un guión no resulta igual dos veces; eso exigía mayor concentración y atención de parte de los espectadores, igual que al asistir al cine (aunque una persona puede repetir la película en el cine las veces que quiera, significa un sacrificio económico que no siempre se puede cubrir), pero eso cambió con la llegada del VHS, los DVD y ahora, sobre todo, con las plataformas de streaming.

Ante la posibilidad de poder ver una película o una serie todas las veces que se quiera, detener, pausar, saltar escenas, el control del usuario sobre la historia es total, pero como sabe que puede hacerlo, no siempre le presta la mejor de las atenciones. Otro ejemplo: no hace mucho tiempo, el programa de estudios de mátematicas a nivel básico y en secundaria era más exigente, pero en los últimos años, se ha permitido el uso de calculadoras como una herramienta útil, cuando la verdad es que operaciones que se hacían con un esfuerzo mental, bueno para el desarrollo del estudiante, ahora se consiguen con sólo apretar un botón, ¿esta comodidad no nos atrofia un poco? Si Platón hubiera podido imaginar el cine sobre el teatro, el streaming sobre el cine, la fotografía, las calculadoras, las clases online en las que el estudiante ya no copia sino que saca fotos de pantalla para conservar el contenido, habría entendido el alcance de su temor.

No se trata de condenar estos inventos, su utilidad resulta evidente; pero son una forma de sustentar el miedo de Platón y su realización: hemos dejado de ejercer la memoria. Irónicamente, lo mismo que nos sirve para la preservación de las cosas, para que perduren en el tiempo, está acortando su vida dentro de nuestra mente, ¿qué diría Platón hoy sobre eso?

Redactado por @cristiancaicedo


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