La cantidad de estudiantes uniformados que desfilaban rumbo a las distintas escuelas era un verdadero espectáculo
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Mis hermanos mayores y yo salíamos de la casa a la escuelas a las 06:15 de la mañana aproximadamente, los tres estudiábamos el Grupo Escolar Elías Calixto Pompa de Guatire, ellos entraban a la 07:00 de la mañana mientras que yo debía esperar hasta las 07:30 para ser recibido en el prescolar por mis maestras. Para evitar la espera, mis hermanos me dejaban tres cuadras antes del recinto educativo, en la casa de la tía de mi mamá, la Srta. Julia Elena Rangel, anciana que vivía sola en una casa grade de bahareque, construída a principios del siglo XX, ubicada en la calle 09 de diciembre, detrás de la Iglesia Salta Cruz de Pacairigua y Guatire.
Uno de esos días estuvo lloviendo en la madrugada, al llegar la aurora pudimos salir tranquilos porque había escampado; sin embargo, todo estaba mojado, la muchachada que a esa hora se dirigía a la escuela le encantaba mojar a los compañeros, algunos movían las ramas de algún árbol mientras que otros se salpicaban pisando con fuerza sobre charcos de agua. La cantidad de estudiantes uniformados que desfilaban rumbo a las distintas escuelas y al único Liceo era un verdadero espectáculo, a la hora de la salida la emoción se manifestaba de distintas manera; mientras que la adrenalina llegaba a la excitación cuando se encontraban en la calle los que de alguna manera se peleaban dentro de la institución; no existía el llamado bullying o acoso escolar porque los irrespetos o las diferencias, en muchos casos, se resolvían a puños en la salida.
Al pasar frente a la casa de mi tía Julia, mis hermanos me dejaron con ella para que me llevara luego al prescolar; mi tía me recibió pero siguió conversando con una vecina, ese instante lo aproveché para dar vueltas alrededor de un poste de luz que estaba exactamente en la esquina de su casa, en la entrada de la calle Gascón, lateral a su vivienda. La vivienda estaba construida en una pequeña lomita sobre una acera alta con relación a la calle, tendría unos 80 cm de alto. Cuando mi tía se descuidó tomé el poste con la mano izquierda y comencé a dar vueltas pero mi manita se deslizó y caí de platanazo, boca abajo en la calle mojada ¡Susto! el que me di y le di a la vecina y a mi anciana tía, que como pudo me agarró, me llevó a su casa, me desvistió, me bañó con agua tibia y lavó la braga azul y mi franelita roja, luego me planchó el uniforme para secarlo, me volvió a vestir y me llevó al prescolar… ese día llegué tarde al prescolar.
Autor:@marcosmilano71
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