Alicia en el país de Freud (ensayo de psicología)

in #cervantes3 years ago
Este ensayo que publicó en este espacio fue un trabajo asignado durante el semestre, realizado junto a mi novia, Madeley Rodriguez. Me gustó la idea de conservarlo y publicarlo en mi blog. Espero les guste.

Introducción.
En este ensayo se analiza la historia de Alicia desde el punto de vista del inconsciente. Existen términos en los que no profundizamos, y lo haré en esta introducción.
La teoría psicoanalítica, a grandes rasgos, reconoce tres instancias psíquicas que forman nuestro aparato mental: El Ello (es el reservorio de la libido sexual y energía primita) El Yo (se rige bajo el principio de realidad; intenta satisfacer los deseos del Ello y, a la vez, cumplir las exigencias del Súper Yo) y el Súper Yo u Ideal del Yo ( es la última instancia descrita por Freud, y se encuentran aparejada con las reglas morales y exigencias de rectitud aprendidas en la infancia). Al mismo tiempo, cuando los episodios son causante de trauma y angustia se ponen en funcionamiento los mecanismos de defensa. En el caso de Alicia, por ejemplo, se impone la censura durante el sueño.
Alicia en el país de Freud
En este proyecto decidimos utilizar el libro y la película de “Alicia en el País de las Maravillas”. Nuestro objetivo principal es relacionar y analizar cómo las instancias psíquicas planteadas por Freud, es decir, el Ello, el Yo y el Súper Yo, así como el consciente, preconsciente e inconsciente, se evidencian en la historia. Problemática a desarrollar: ¿Cómo se ven las instancias psíquicas en el sueño de Alicia, ¿cómo interactúan entre ellas y cuál es la fuente de las representaciones de Alicia y de qué forma se pueden relacionar e identificar con su realidad? En este sentido, nos encontraremos con un análisis profundo del contenido simbólico de la película.

El inicio de la película está enfocado en un prado, donde Alicia recibe clases de historia por parte de su hermana. Sin embargo, Alicia, siempre soñadora y despistada, hace caso omiso a cualquier explicación. En su estado de ensoñación, comienza a fantasear con su mundo ideal, visto desde su realidad como su “país de ilusión”. Un mundo donde lo que no es, sí es, y nada es imposible. Posterior a esto aparece el conejo blanco, el cual identificamos como la guía de Alicia al inconsciente, simbolizando la frase “el tiempo corre”; frase que su hermana le repite con insistencia. Esto ocurre de esta manera, porque en la elaboración onírica diferentes mecanismos se activan para trasgredir la censura; el más recurrente en la película: la simbolización. Este recurso sirve para representar en forma de imágenes deseos y sentimientos latentes.

La caída de Alicia en la madriguera es interpretada como la entrada al inconsciente, dejando atrás el consciente que es la realidad a la que ella acostumbra. En el viaje por el túnel, podemos ver objetos que fueron percibidos por Alicia recientemente, traducidos como restos mnémicos. A medida que va adentrándose en el túnel, va dejando atrás todo aquello que formaba parte de su consciente, haciéndose visibles sus más profundos deseos y pensamientos. Posteriormente, Alicia entra por múltiples puertas, las cuales identificamos como las resistencias que impiden la entrada al inconsciente. Al llegar a la última puerta, que es la más pequeña, y de muy difícil acceso (tal y como lo es el inconsciente), habla el picaporte, diciéndole una metáfora: “Es difícil, pero nada es imposible”. Alicia, comienza a llorar, se hace muy pequeña, nadie la puede escuchar, podemos interpretar esto como una regresión infantil… Al final, fue eso, volverse muy pequeña (literal, y simbólicamente) lo que le permitió pasar por el picaporte, y estar navegando cada vez más cerca de su inconsciente.

vintage-1794705_1280.jpg

Fuente

Una de las imágenes más inquietantes de la película resulta de la aparición de los hermanos gemelos. Estas dos figuras indiferenciadas, hermanadas por un abrazo, le refieren a Alicia la fábula de las ostras; una advertencia a los peligros de su periplo al inconsciente. El cuento, aunque comienza con una tonalidad infantil, progresivamente, va trasformándose en el telón de fondo del banquete donde las otras son devoradas. En esta escena presenciamos como el yo, Alicia, percibe las pulsiones de muerte y de vida simultáneamente, aun mezcladas, sin desexualizar. Vemos, en efecto, en las imágenes del relato, como un instinto se comunica con el otro, trasfiriéndose intensidad; de este modo, ora se destacan poses sexuales de las ostras, ora se da énfasis al lado perverso del banquete.

Luego, al seguir su camino, se encuentra con las flores y la oruga quienes, en ocasiones se muestran condescendientes con ella, pero a su vez, también se burlan, diciéndole que es una cualquiera, y que no merece estar entre ellas, echándola de allí. Aquí, se refleja como Alicia va proyectando sus propios miedos a través de las flores , ¿cómo algo que forma parte de tu mundo ideal, podría hacerte tanto daño? Alicia ama el campo, ama las flores, sin embargo, estas les han mostrado partes de ella, que no son tan agradables de escuchar. Por su parte, la oruga, es insistente al preguntar por la identidad de Alicia, no obstante, ella no puede acordarse. Este personaje simboliza la represión: nos da pistas de por qué Alicia puede ser tan insegura. No sabe quién es, tiene un conflicto con su Yo, y su propia identidad. Cosa, que también podemos ver reflejada en la ambivalencia de los comentarios de las flores. En este punto, la conexión con lo más arraigado del inconsciente, es cada vez mayor.

Al huir , Alicia se pierde en el bosque y, justo en este momento de invalidez y desesperanza, aparece el Gato Sonriente. Este personaje encarna la representación del Ello, como el deseo profundo de ser libre. Es quien le dice a Alicia que no importa cuál camino debe elegir, que puede hacer lo que ella quiera deliberadamente, y sin importar qué. Es en este punto, donde finalmente termina de llegar al inconsciente, en el encuentro con la fiesta del té y el Sombrerero Loco: realización de los deseos de que lo que no sea, sea. Realización de un anhelo mediante la representación manifiesta. Alrededor de la mesa de té surge una disputa, una gran interacción, entre el Ello y el Superyó, debido a que el Conejo blanco, en este punto de la historia, revela su condición de mensajero de la Reina de Corazones. Durante la discusión ni El sombrero Loco, ni el Conejo Blanco, dialogan entre sí, sino que, se dirigen mensajes a través de Alicia. Esta lucha de poderes entre las dos instancias, Ello y Súper Yo, pasa por el Yo; Alicia se ve nerviosa, angustiada, por seguir al Conejo Blanco y, al mismo tiempo, quedarse en la fiesta. En estas tensiones que sufre Alicia descubrimos las servidumbres del Yo.

()

Fuente

Así, podemos notar como en la película interactúan las instancias psíquicas que conforman a la Alicia que vamos conociendo a través de este país de las maravillas. Un país, que, como Alicia, todos tenemos: El lugar donde residen nuestros anhelos más profundos, los miedos a los que, quizás nunca nos enfrentemos, e incluso aquello de nosotros mismos, que no sabíamos que existía, pero que se encarga de regir gran parte de nuestra vida. ¿Cómo algo tan misterioso y desconocido, puede estar tan presente en nuestra realidad? Mejor aún, ¿qué compartimos con Alicia en su país de las maravillas? Si estuviésemos hablando de alguna suerte de identificación, quizás compartiríamos muchas cosas: la ilusión infantil, el despiste, o a una hermana mayor mandona y perfeccionista. Sin embargo, nos encontramos ahora frente a un caso diferente. Según el psicoanálisis freudiano, todos pasamos por lo que llamamos el Complejo de Edipo.

En esta obra, podemos divisarlo a través de la Reina y Rey de corazones. En el último tramo de película, Alicia, luego de haberse extraviado y reconducido por el gato en dirección al castillo, conoce a un personaje de suma importancia para la trama: La Reina de Corazones. Incluso antes de su primera aparición, sus súbditos, cartas de la baraja de juego, sienten temor al pronunciar su nombre. El influjo de la Reina de Corazones se presenta en diferentes partes de la cinta, siendo la agitación y la angustia del Conejo Blanco una parte representativa. Las interacciones de la Reina de Corazones con Alicia están marcadas por la ambivalencia; por un lado, le dedica cumplidos por su corrección y buenas maneras; por otro, no admite ninguna trasgresión de las reglas impuestas. Entre la corte de su majestad reside un personaje con una inclinación amistosa y benevolente con Alicia: El Rey de Corazones. Este personaje es apenas reconocido y parece estar subyugado por la Reina. En esta relación asimétrica de poder, queremos reconocer el complejo de Edipo.

En la Reina de Corazones reconocemos el Ideal del Yo y, en consecuencia, intentaremos retrotraernos, a través de la relación que mantiene con el Rey, a su gestación, el complejo de Edipo. Este proceso, en la teoría freudiana, se caracteriza por ser de las primeras cargas de objeto, en el caso de Alicia, recae en el padre, y la identificación con la madre. El punto neurálgico de este concepto radica en la frustración de deseos: la intensidad de los deseos sexuales dirigidos al padre se ven negados, obstaculizados, por la madre. A partir de este punto se exterioriza una ambivalencia hacia la madre, y una actitud tierna con el padre. Según Freud, este resultado caracteriza el complejo de Edipo, simple, positivo. Identificamos esta formación del complejo de Edipo en Alicia debido a que, si las dos figuras representan a sus padres, vemos una inclinación cariñosa con el trato al Rey, como pequeño, digno de protección y, en cambio, la representación de su madre, erigida en la Reina de Corazones, está cargada de ambivalencia. Después de la destrucción del complejo de Edipo; según Freud, lo más usual es que la niña exteriorice los componentes masculinos inmersos en la bisexualidad y se identifica con el padre; no con la madre. En estos residuos de estas dos identificaciones primarias surge el Ideal del Yo. Sin embargo, el Idea del Yo no está conformado de forma exclusiva por estos residuos, sino que, también tiene una constitución reactiva: comprende la advertencia “así como la madre debes ser” y, al mismo tiempo, la prohibición “así como la madre no debes ser.

De esta manera, finalizamos el análisis enraizado a la teoría psicoanalítica freudiana. Alicia: la niña que viaja a lo más profundo de su psique. En su aventura, se encuentra con guías, miedos y mensajes codificados simbólicamente, que nos revelan los aspectos más complejos de su corta vida. Sabemos que la infancia, lejos de lo que popularmente se cree, es una etapa complicada: descubrimos el mundo al que hemos venido, sin tener aún muy claro qué es lo que nos espera. ¿Cómo es que a partir de este punto, podríamos explicar una buena parte de nuestra vida adulta? ¿Somos responsables de nuestra vida, o algunos patrones instaurados desde hace mucho tiempo, son los que responden por nosotros? El psicoanálisis, lejos de exponer un país de fantasía, nos pone frente a nuestras propias angustias y nos permite decidir el ritmo de nuestro propio reloj ¿y quién conoce nuestra propia historia mejor que nosotros mismos? En este sentido, nuestro guía a lo más recóndito de nuestro ser, no será un conejo blanco. Tampoco caeremos por un túnel, o algún extraño picaporte nos advertirá lo peligroso que puede ser ponerse en contacto con lo que uno mismo representa. Nuestro guía al inconsciente, tomará el papel de un terapeuta.

Con suerte, al despertar de nuestro largo ensueño, tal y como Alicia, veremos la vida con más claridad. Quizás, no seremos tan felices, pero sin duda alguna, la angustia cesará.
Y quizás hacer consciente lo inconsciente, en este caso, sea lo que todos estamos buscando.

vintage-1793188_1920.jpg

Fuente

REFERENCIAS
Freud, S. (1925) Sigmund Freud Obras Completas. El yo y el ello y otras obras (Vol. 19). Buenos Aires. Amorrortu Editores.
Freud, S. (1990) Sigmund Freud Obras Completas. La interpretación de los sueños (primera parte) (Vol.4). Buenos Aires. Amorrortu Editores.