Diez años de oscuridad, de @rjguerra ilustrado por mí / Day 1000 WE- Event is Here. Win 250 Hive!!!

in #freewrite4 years ago

Saludos, otra vez, amigos de Hive.

Faltan pocas horas para la medianoche, pero la fiesta está animada.
Este es mi último post por el día de hoy en celebración por los 1000 Días de Escritura Libre de @mariannewest.
En cuanto supe de su convocatoria, comencé a dibujar pensando en la frase guía "diez años de oscuridad" y realicé tres dibujos usando marcadores y lápices de color. Luego, edité las imágenes con PhotoShop y se las di a @rjguerra, quien escribió una historia con impresionante talento. Agradezco enormemente a @mariannewest y a la comunidad de @FreeWrite por convertirse en la fragua de esta alquimia.
@rjguerra, ha sido un honor ilustrar tu escritura.


Hi, again, friends of Hive.

It's only a few hours to midnight, but the party's lively.
This is my last post for today in celebration of @mariannewest's 1000 Days of Free Writing.
As soon as I heard about your call, I started drawing thinking about the guide phrase "ten years of darkness" and made three drawings using markers and colored pencils. Then, I edited the images with PhotoShop and gave them to @rjguerra, who wrote a story with impressive talent. I am very grateful to @mariannewest and the community of @FreeWrite for becoming the forge of this alchemy.
@rjguerra, it has been an honor to illustrate your writing.

¡Larga vida a los freewriters!



Pájaro recortado.jpg

La guerra fue breve.

Los misiles cruzaron los océanos de un lado y de otro y cayeron sobre las grandes ciudades, y pronto, en pocos días, ya no había quien pulsara botones ni ordenara ataques preventivos ni de represalias. Los contendientes callaron. Las ciudades muertas saben guardan silencio.

La guerra fue breve y distante. El país del niño estaba lejos del centro de los conflictos, y el pueblo donde el niño vivía aun más lejos. La guerra era terrible, pero, después de todo, la destrucción no los alcanzó. Todo será más difícil ahora, se dijeron los adultos unos a otros, pero lo peor ya pasó.

Pronto todos, hasta los más desprevenidos y los más optimistas, advirtieron que los días se hacían cada vez más oscuros. Algunas semanas después del final de la guerra ya nadie tuvo dudas: el cielo no era azul durante ninguna hora del día, sino de un gris pálido cruzado de tenues remolinos amarillos; y de las noches desaparecieron las estrellas. El sol era una mancha difusa. Y con la oscuridad llegó el frío. Las cenizas de cientos de ciudades y varios miles de millones de sus habitantes cubrieron el planeta
Los padres del niño estuvieron entre los primeros que entendieron lo que se avecinaba.

..... * .....

El muchacho salió envuelto en sus mantas y escudriñó el paisaje yermo de los alrededores. Buscó señales de animales en la nieve de los alrededores. No encontró ninguna. Era una precaución rutinaria; a veces se acercaban conejos o ratas de campo que milagrosamente sobrevivían para convertirse en piezas de cacería. Y a veces animales más peligrosos, como perros y gatos salvajes, que llevaban también una existencia precaria dominada por el hambre. Como todos, pensó el muchacho. Antes de alejarse, bloqueó la entrada de la cueva. El aire cálido del interior no debía desperdiciarse.

Su tarea de ese día consistía en buscar madera para leña. Las reservas estaban disminuyendo día tras día. La mayoría de los árboles del bosque cercano había desaparecido en un incendio tres años atrás. Para encontrar la madera adecuada debía caminar unos cinco kilómetros. No era una distancia excesiva para un muchacho de dieciséis años, pero ese día se sentía particularmente cansado. Había dormido mal y se levantó con una sensación de pesar y vacío en el pecho. La causa de su mala noche había sido un sueño.

Soñó que era un niño de unos seis años. Estaba cerca de la entrada de la cueva, pero en un luminoso día de verano. Hacía calor. Otros niños le mostraban un pájaro que habían cazado. El pájaro estaba muerto. Las patas de pequeñas garras parecían de textura vegetal, ramitas quemadas por el fuego. Luego uno de los niños sacaba el corazón del ave y se lo daba para que él lo comiera. Él sabía que aquello era necesario, pero no entendía por qué. Mordió y tragó el pequeño trozo de carne, y luego despertó, con ganas de vomitar.

Revivió otra vez el sueño mientras descendía. Las plumas amarillas y negras, el azul del cielo, nubes. Cosas que no había visto en los últimos diez años y que tal vez no vería nunca más. Cosas que creía haber olvidado hasta que el sueño se las trajo otra vez de vuelta. ¿Para qué necesitaba ese recuerdo si las sombras lo ceñían por todas partes?

Miró al cielo. Era pleno mediodía, pero el sol no era más brillante que una pequeña fogata en la noche. Debía apresurarse. Se preguntó cuánto tiempo más podrían sobrevivir las veinte familias que se habían refugiado en la cueva y la habían adaptado a sus necesidades. La vida era cada vez más precaria y dura.

Esfera recortada.jpg

Cuando bajó la vista advirtió algo que brillaba a su derecha, a unos veinte metros. Se acercó. Lo primero que llamó su atención fueron las rocas. No recordaba haberlas visto antes. Sabía que bajo la nieve había rocas, pero habían quedado cubiertas hacía mucho. Luego dirigió su vista al objeto que recogía la escasa luz solar: era una esfera de vidrio o cristal, muy pulida, del tamaño adecuado para guardarlo en su puño. Se agachó y alargó la mano para tomarla, y se detuvo. La esfera reposaba, de hecho, en la palma de una mano descarnada. Allí estaban los dedos, inconfundibles, doblados sobre la curva del objeto.

En una grieta en las rocas estaba la mujer anciana que sostenía la esfera. Estaba acostada de cara al cielo, rodeada de piedra, nieve y barro, como si alguien la hubiera puesto en un marco, como una pintura de las que se podían ver en algunos de los libros con los que los niños de la cueva aprendían a leer. La mujer tenía los ojos abiertos y el rostro sereno, aunque no veía nada. Su nítido perfil le recordó al muchacho el pájaro visto en el sueño.

Estuvo un rato pensando qué debía hacer. Todavía debía ir a buscar madera, pero por otro lado, no le parecía bien dejar a la anciana allí, como si fuera una ofrenda a los animales salvajes.

Oscuridad recortada.jpg

Quizás alguien de la cueva supiera quién era. Debía haber estado allí varios años, quizás desde la época en que los sobrevivientes del frío y la oscuridad se refugiaron en la cueva.

De repente el muchacho cayó en cuenta de que hacía más calor y no menos, como solía suceder después del mediodía. Tomó una decisión. Antes de volver con su familia, recogió de la mano de la mujer la esfera. La levantó hasta sus ojos. Captó un destello azul en su superficie, como el aleteo de una pequeña esperanza.

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PROCESO

Proceso diez.png

Gracias por la compañía. Bienvenidos siempre.

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Muy bonito relato e imágenes. Los felicito @adncabrera y @rjguerra.

Gracias, @lacrucita. Fue un honor y un placer trabajar con @rjguerra.