NUEVO CONCURSO de Fuerza hispana. El hospital del pánico

in #fuerza-hispana4 years ago (edited)


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Walter había logrado organizar su vida al lado de su madre, de su única hermana y de su sobrina, una alegre niña que comenzaba a botar los dientes. Vivían en un cómodo apartamento del segundo piso en aquel edificio del centro de Caracas, a veinte minutos, a pie, de su universidad. La madre lo había comprado, sacrificando la amplia casa familiar, cuando ratificó el diagnóstico del hijo.

Sufría de una condición psicológica severa que le impedía relaciones sociales normales, aunque poseía una muy alta inteligencia. Sara decidió que su hijo tendría una vida feliz y que ella misma aprendería a descifrar lo que eso significaba.
La madre organizó todos los detalles. Walter había aprendido, a fuerza de largas explicaciones, a nombrar los espacios ajenos con frases preconcebidas: “El espacio loco de Tina”, “el mundo extraño de mi hermana”, “el cuarto amable de mamá”, “la ciudad es así”…

Era normal que Walter midiera todo en su mente, que recordara todo, que fuera milimétricamente ordenado, que saliera y entrara a horas precisas… Llevaba una buena vida, practicaba dos horas de música al día y le faltaban pocas materias para lograr su título de físico.

Todo marchaba normalmente hasta que llegó la pandemia. Walter comenzó a toser y la madre, atenta a sus cuadros alérgicos, lo llevó a la clínica más cercana. Al cabo de dos días Walter dio positivo en una prueba. Fue internado en una sección especial mientras las autoridades decidían a cuál hospital debían trasladarlo.

Con el diagnóstico, a su madre le habían advertido que su familia no podría visitarlo. El corazón de madre de Sara era voluntarioso. Ese día preparó un pequeño estuche, adentro colocó, en perfecto y justo orden, tres contenedores de plástico, cada uno con un contenido diferente. En uno colocó marcadores, una regla escolar, un lápiz y una libretita de hojas blancas. En otro, perfectamente doblados y planchados diez barbijos de tela, reforzados con filtros de papel. El último recipiente contenía quince chocolatines.

En la entrada al hospital le permitieron a Sara un minuto de conversación con Walter. Él solo la miró a los ojos. Ella, reprimiendo las lágrimas, le dijo con voz segura:

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Irás al hospital del pánico. Repite en tu mente: “hospital del pánico”. No estará limpio. Habrá gente tosiendo, escupiendo, moqueando, se te acercarán personas con jeringas, te darán medicinas, te pondrán inyecciones, morirán muchas personas a tu lado, habrá llantos, súplicas, gritos, carreras, espanto, gentes que te observarán desde cristales opacos, que vendrán en la noche hasta tu cama, personas que no dirán tu nombre, que solo quieren saber si respiras o no. Cuídate, mantente respirando. Come un chocolate cada mediodía. No permitas que te quiten nada. ¿Sabes lo que tienes que hacer?

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Sí. Medirlo todo, contar todo. - Dijo Walter moviendo los labios, sin botar sonido.

Y yo cuento contigo. - le respondió Sara.

Nos vemos en casa en quince días, a las cuatro y treinta de la tarde, te esperaré afuera.

A las cuatro en punto del decimoquinto día Sara bajó a la calle. Un agobio de muerte la invadía.
Conocía las condiciones del hospital del pánico, pero evitaba esos pensamientos, sustituyéndolos con las imágenes de su hijo dibujando, midiendo, calculando los pasos precisos para llegar a ella. Pasó el tiempo.

Si no llega en dos minutos no lo veré nunca más. -Pensó Sara, con las lágrimas rodando por su cara, mirando a la distancia.

Ahora lo divisa. ¡Allá viene!

Las lágrimas de congoja y las de felicidad son las mismas.

Sara lloraba, corrió hacia su hijo, lo abrazaba, lloraba.


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Esta narración fue escrita especialmente para atender la invitación de #Fuerza-hispana en un Nuevo concurso

Te invito a participar.

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@gracielaacevedo

Sort:  

Maravillosa historia. Me encantó el final porque el cuento en sí es muy amoroso. Habla de pánico pero desde la ternura de un niño. Si ese niño no llegaba yo me moría!
Un gran saludo @gracielaacevedo

Gracias por leer, @marcybetancourt.
Que así sea! que todos regresen a sus hogares.

Así sea!
Tu cuento es lo mejor que he leído en este concurso. Tiene una exquisitez absoluta! Espero que ganes. Un abrazo