Chaparra y fea

in #gems4 years ago (edited)

"La mente es el gran destructor de lo real. Destruya el discípulo al destructor"

H. P. BLAVATSKI, La Voz del Silencio

Chaparra y Fea

En Naguanagua, Valencia, estuve trabajando largos meses. En las mañanas solía caminar hasta la oficina. Siempre me iba caminando. Me agradaba caminar. En las tardes, al final del día, regresaba a pie para mirar y contemplar el cerro de pinos. Placeres sencillos eran para mí aquellas caminatas y aquel observar el paisaje y la gente.

Había una muchacha que todos los días hacía el mismo recorrido en sentido contrario. Todos los días me topaba con ella en la mañana y en la tarde. Yo la veía, pero no mucho; era una mujercita chaparra y fea, nada que mereciera dos miradas.

Ella nunca me veía, miraba siempre de frente, jamás volteaba hacia donde yo estaba, lo cual hubiese sido algo natural. La resistencia a mirarme me causaba cierta intriga, pero sólo por un breve lapso; sólo era una mujercita chaparra y fea, nada en lo que yo quisiera invertir mi tiempo.

La zona hacia donde ella caminaba en las mañanas era un área residencial de quintas lujosas, era evidente que trabajaba limpiando en alguna casa, y como era una muchacha muy joven, parecía claro que era una mujer tempranamente emancipada, seguramente con un hijo sin papá. Eso se me ocurrió muy rápido, desde los primeros días en que la vi. Pero después ya ni pensaba en eso. Al final, sólo era una mujercita chaparra y fea, nada que capturara mi atención por mucho tiempo.

Un día la vi venir con unas amigas, conversando y riendo. Se le veía inusualmente relajada, extrovertida y jovial. Yo observaba con curiosidad su cara y sus gestos, y me tomó por sorpresa que en esa ocasión sí volteó a mirarme. Aquel inusual comportamiento, mientras estaba acompañada, se repitió en tres ocasiones distintas. La cosa me puso a pensar, pero no mucho, después de todo, sólo era una mujercita chaparra y fea, nada que me hiciera perder el sueño.

El cambio extremo en su conducta, influenciado por el grupo, era algo digno de observar, me convencía de que había allí un misterio que tal vez yo debía desentrañar. Lo pensé, pero no mucho. Me aclaré que yo no tenía pero ni un poquito de ganas de andar buscando nada allí. Total..., sólo era una niña chiquita y sin gracia, una mujercita chaparra y fea quien, para colmo de males, era además horrorosamente insegura.


Créditos del texto: Amaponian Visitor (@amaponian)
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Ay, chico, pero seguro tenía corazón! Mi primer novio era muy alto y siempre le gustaba llamarme "mi chiquita". También en casa me llamaban cuando era niña: "chicle miniatura". Pero, "extrañamente" aunque soy la más baja en casa, todos creen que soy la más alta. Debe ser el autoestima que me hace ver alta! o el ego jajajaja. Saluditos

Lo metí en la categoría de psicología,
y es un viaje a la mente de la gente,
la del narrador principalmente,
pero también a la del otro protagonista.

No describí esta parte:

La mujer, aunque muy joven, tenía un innegable perfil de mujer parida, lo cual reforzaba algunos razonamientos que parecen sin base.

Mi realidad actual:

Mi esposa es muy bajita. Ahí nunca seguí el consejo de mi tío Casimiro (hombre muy alto, como yo) quien me decía: "No se busque mujer pequeña" (su mujer era muy pequeña), aunque en los veinte años que tengo con mi esposa nunca hallé nada que justificara aquel consejo de mi tío. Vale decir que mi esposa es Chaparra, pero no fea.

Oye pero que tremendo eres. Me llamo la atención esto: "Yo la veía, pero no mucho; era una mujercita chaparra y fea, nada que mereciera dos miradas."
Lo más increíble es que de hecho la mirabas jajaja.
Y ahora te pregunto ¡la conociste por fin, o no?

Nunca hablé con ella.

El sistema de alertas me advertía
que sólo podía traerme tristezas,
nada de alegría.