Los Hijos de la Luna. Parte III. La fiesta del pijiguao

in #gems4 years ago (edited)

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(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)

He realizado con anterioridad dos publicaciones sobre la nación Sanemá-Yanohama. Es un homenaje al antropólogo Daniel Barandiarán, quien habitó entre estos indígenas durante largos años y llegó a concebirse a sí mismo como uno más de ellos. Daniel Barandiarán es el autor del libro **Los Hijos de la Luna**, una magnífica obra que cuenta con 134 fotografías de la gran fotógrafa venezolana de origen suizo **Barbara Brëndli**. En este texto podemos encontrar, además de una aproximación rigurosa desde el punto de vista científico, una descripción sensible y detallada la cultura Sanemá. Mi intención ha sido acercar el libro al conocimiento general ya que su contenido es poco conocido.

Así, realicé los dos posts de los que les hablo al inicio. Los llamé:
Los hijos de la luna. Parte I: Como en el Pleistoceno Superior
y
Los hijos de la luna. Parte II: Ya bokono shamabe / Lengua

Podría seguir presentando de manera detallada aspectos de la vida Sanemá fundamentada en el texto Los Hijos de la Luna, que por su calidad y exhaustividad nos acercan sin riesgo a la comprensión de una forma de vida de la que la mayoría de las personas no tienen mayor información. Esta aspiración implicaría una disposición de tiempo y estudio que no puedo garantizar, por ahora, pero que estaría muy dispuesta a retomar en ocasionales oportunidades.

Para intentar dar un cierre a este acercamiento fugaz sobre la cultura Sanemá, en esta oportunidad trabajaré sobre la Fiesta de los pijiguaos, considerando que durante las fiestas las diversas sociedades realizan un muestrario de actos, en los que se despliegan desde sus costumbres más cotidianas hasta los más hondos sentimientos espirituales.

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(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)

El pijuguao es una palmera, que puede llegar a treinta metros d altura cuyo tronco está cubierto de largas espinas negras que produce unos racimos de frutas que pueden llegar a pesar cuarenta kilos por racimo.
Considera Barandiarán que la planta en su actual estado semi-silvestre ha acompañado a los Sanemá desde tiempos inmemoriales concentrando a su alrededor las principales manifestaciones de su idiosincrasia social y religiosa.

Las fiestas anuales del pijiguao, que coinciden naturalmente con la maduración del fruto, de enero a abril, son el aglutinante más fuerte y más sólido de todo el conglomerado Sanemá-Yanoama, de tal manera que el Sanemá-Yanoama es lo que es, principalmente por esa vivencia y esa actualización de todo su comportamiento anímico y psíquico hecho vibración inusitada e incomprensible para nosotros, a través de ese arquetipo cultural que es el pijiguao y sus festividades.

A las fiestas del pijiguao se le pone fecha lunar cuando los Sanemá se percatan que están madurando los racimos. Resuelto esto, se envían las invitaciones, mediante mensajeros que partirán en las cuatro direcciones. Antes, deben aprender la invitación en cantos. En el momento de entregarla debe repetirla de manera idéntica, sin añadir ni quitar nada.

Cuando los mensajeros llegan a los poblados se detienen afuera y se adornan, como se adornan los guerreros para después dar la voz de alerta. Salen los pobladores que lo invitan a pasar y a descansar ,mientras dan muestras de gran alegría.
Después de un breve descanso, y después de haber comido, va junto a los ancianos y frente al jefe vocaliza el canto de invitación aprendido.
Despreciar una invitación es un grave desaire, los ancianos también le responden con un canto y con esa aceptación el mensajero vuelve a los suyos.

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(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)

Cuando los mensajeros regresan encuentran los racimos de plátanos que se han puesto a madurar, colgados.
En la voz de Aushi Walalam, su alter ego indígena, en el libro, Daniel Barandiarán describe:

Los plátanos son de todos los colores, verdes amarillos, rojos, verdes. Todas esas enormes hileras de racimos, colgados a distintos niveles, dan un tono de abundancia a nuestra aldea y un sol de alegría en el corazón de nuestros ancianos.

La misma noche del día en la que han regresado todos los mensajeros comienzan los cantos y bailes propiciatorios a la buena caza y recolección. Es el canto “heli” y el baile “blaiay”, apunta el antropólogo.
Se forman dos coros de canto y baile. De un lado las mujeres, del otro hombres y niños. Cantan y bailan para exorcizar al paují, el caimán, el mono araguato, la lapa, el acure. Los bailes se suceden de manera consecutiva durante dos o tres días. Cuando se considera que los ruegos han sido suficientes salen los cazadores. Van a la “heniyoma” o caza ceremonial.

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(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)

El regreso de los cazadores se produce, entre aclamaciones, después de cuatro o cinco días de ausencia. La víspera de la fiesta salen hombres y mujeres a la búsqueda de los racimos maduros del pijiguao. No finalizará el día sin que se pongan a hervir los plátanos, los frutos del pijiguao y el producto de la cacería.

Esa noche ya se sabe que los invitados han llegado y esperan no lejos de la aldea. Para invitarlos, personalmente, a entrar el jefe se adorna de grandes plumas y pinta su cuerpo de arriba a abajo. La invitación y la aceptación se realizan en un diálogo de cantos. Solo cuando esto se ha producido los invitados se preparan pintando su cuerpo y adornándose.

Mientras esto ocurre también se preparan las hojas de palmeras, convirtiéndolas en finísimas hilachas que colgarán desde la nervadura central. Serán los estandartes de entrada.
Ya están todos preparados, los guerreros de la aldea se han unido a los invitados.

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(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)
… se abre la fiesta con un tremendo griterío de júbilo y de guerra levantado por doscientas o más gargantas: “Hai, hai, hai, haiiiiiii! Hi, hi, hi, hiiiiii!!! Hai, hai, hai, haiiiiiii!!!”

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(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)

Todos bailan, uno tras otros, en esta entrada triunfal, se presentan con sus flechas, con sus pinturas corpóreas, con sus adornos de plumones. Danzan alrededor de la aldea, en el sentido contrario a las agujas del reloj, ante sus habitantes y sus representantes, que observan sentados en el suelo delante de un paravientos circular.

Después de la entrada de los invitados tiene lugar la danza del pijiguao. Dos mujeres levantan a pulso sus racimos por encima de sus hombros, dando saltos menudos y repetidos.

Este baile con mímica y canto es la ofrenda “yoco” del pijiguao.

Los distintos grupos de la aldea van invitando luego a los huéspedes para el gran banquete: monos, lapas, pájaros mayores asados, montones de fruta de pijiguao y ríos de sopa de plátanos..

Se habla, se ríe, se roen los huesos, se eructa, se da un tremendo grito de contento…

Será una noche larga, se repetirá la entrada triunfal con más fuerza y se hará un simulacro de combate, chocarán las armas, entre alaridos de guerra.

Después vendrá el desfile del fuego, todos los doscientos, o más, hombres llevan un gran leño encendido con el que exorcizarán a los espíritus adversos.; golpean con sus leños los postes del shabono, la casa comunal, apagan a patadas las fogatas... El chisporroteo surte un efecto hipnotizante que se acentúa con el griterío.

Aushi Walalam cuenta:

Cuanto más fuerte es el fragor, más numerosas las chispas y más aterrador el griterío, más contento el corazón nuestro.
Ya no somos ni tu ni yo, somos una sola unidad: la de todo el pueblo Sanemá-Yanoama (…) ahí vamos alumbrados por las chispas y sostenidos por un mismo ideal: la alegría del vivir.

Nadie dormirá esa noche.
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(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)

Cuando se abre el día comienzan los llantos de las plañideras, ha llegado el momento de las ceremonias fúnebres.

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(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)

Cada grupo sacará sus totumas con las cenizas de sus difuntos recientes y las entregará para ser añadidas a un puré de plátanos.

La preparación será ingerida en un momento solemne.

Un aire de tristeza cubre el poblado entero acentuado por las lamentaciones de los familiares. Nunca más se pronunciará el nombre del familiar muerto.

Mediante este rito se rescata, se incorpora, la fuerza vital del difunto y con ello la perpetuación de la tribu.

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(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)

Los ancianos han preparado gran cantidad de yopo. Los muchachos del poblado van llegando por turnos a recibir, cada uno, un soplo del narcótico en la nariz.

El yopado es general, después de recibir su ración, tanto los huéspedes como los invitados comienzan a desparramarse por el patio. Se forman las parejas de varones que entonan el
canto del "wayamo", un canto de fraternidad y buenas noticias.

Algunos sufren alucinaciones de gigantismo o buscan la oportunidad de saldar una vieja rencilla...

Cuando todo vuelve a la calma, se entrega a los visitantes un viatico, se reparten los sobrantes de la cacería y los plátanos y el pijiguao cocido que no se consumió. Las mujeres entregan cestas llenas de alimento para ser consumido en el regreso a casa.

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(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)

Los principales jefes de familia esperan la entrega, sentados en cuclillas, con sus armas en la mano y toda la ornamentación de la fiesta encima. Esta espera ceremonial se hace en silencio.

(Foto desde el libro citado, original de Barbara Brändli)

La despedida es un momento de gran tensión, aún bajo los efectos del yopo.

Hace falta mucho espacio para describir las hondas significaciones de cada acto y las fluctuaciones emocionales que se producen durante la fiesta del pijiguao.

La fiesta está acabando.

Los niños comienzan un alegre carnaval de barro que contagia a toda la comunidad.

El poblado explota de risas, de contento.

Los Sanemá -Yanoama de esta comunidad han realizado la fiesta central de su cultura.

Es esos día y durante tres meses llegarán las invitaciones de otros poblados...

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Espero que mi trabajo ayude a imaginar la vida de estos hermanos de la selva.
Gracias por su lectura, si le parece importante que otros conozcan este trabajo deje un comentario y compártalo en su blog.

Dar a conocer es una forma de ayudar.
Las comunidades indígenas merecen y necesitan mucha ayuda.

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@gracielaacevedo

Los Hijos de la Luna se terminó de imprimir el día 22 de agosto de 1974 en las las prensas de Editorial Arte, Caracas, Venezuela.

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Muy buen post! Daniel Barandiarán hizo importantes aportes para la Antropología venezolana, a pesar de eso me parece que es una figura poco conocida, las fotografías de Bárbara Brëndli son también una referencia importante, gracias por compartir, saludos!

Saludos @astrolabio. Nuestro país, venezuela , tiene una hermosa historia secreta en la vida de sus estudiosos.
Gracias por comentar.