La crónica embutidora
Hay expresiones que me he propuesto eliminar de mi vocabulario por aquello de la relación que guarda lo que pensamos, lo que decimos y lo que atraemos.
Tras un saludo animoso viene una pregunta clave ¿cómo estas, cómo te va? Si la respuesta es:
—Aquí en la misma…, o un
— Igual que siempre… sobreviviendo
Son las palabras del estancamiento, la negación del cambio, es estar embutido en el agobio de la impotencia, del, no hay nada que hacer. Sin embargo, yo aquí justificándome, ante una situación específica no me salen otras palabras que decir: Pasa el tiempo y seguimos en la misma… les comento el por qué del retorno, momentáneo, a esta expresión.
Hace aproximadamente mes y medio llené el tanque de gasolina de mi vehículo, si sacamos cuenta es un consumo mínimo y ello básicamente se debe a dos razones: en primer lugar me niego a hacer cola, por diversas razones, entre ellas: realmente me parece que es un atentado a la dignidad y en segundo lugar, en este momento, no puedo darme el lujo de pagar, con mucha frecuencia, el costo internacional del combustible, porque a todas estas, hablo de las colas de las estaciones con precio internacional porque las de precio “regalado” son días de espera, a ver, si por casualidad llega.
Entonces un día cualquiera me decido a ir a la estación de servicio a surtir y después de confirmar en los grupos solidarios de whasApp la información de donde hay y te indican que tan larga esta la cola, me dispongo a ir: Preparo una merienda, una botella de agua, el libro que estoy leyendo, cámara o teléfono cargado, papel y lápiz por si me provoca escribir algo. Con el kit “aventurero” más una buena dosis de paciencia, salgo.
La estación a la que voy me queda al otro lado de la ciudad, me lleva como 25 min llegar. Me ubico en el lugar y a pocos carros se encuentra un cartel que me indica que estoy a un km de la estación de servicios. Mi esposo, tan buena gente, siempre me acompaña (yo no lo acompaño cuando él va a llenar) decide caminar hasta la bomba para confirmar si ya la gandola descargó y si alcanza gasolina para los vehículos que se encuentran a un kilometro.
Mientras tanto yo aprovecho tomarme la foto de la llegada y la del cartel de la distancia, saco el libro y me pongo a leer. Regresa mi esposo con “buenas noticias”: la gandola terminó de descargar, ya van a comenzar a echar y si hay suficiente gasolina. Estoy hablando de las 9 de la mañana.
Al poco tiempo comienza a moverse la cola y quedo justo frente a una cancha de futbolito y un camino que, cual niña exploradora, me voy a visitar.
Cuando vengo de regreso veo este árbol, su forma me da gracia, desde lejos su forma se asemeja a una mujer haciendo un en un asana de equilibrio.
Me encuentro con unos pajaritos conversando alegremente que ni se inmutan con mi presencia.
Y como me encantan las sombras por las formas que pueden dar, tomé esta foto que me parecía una reunión muy animada de amigas. Me imagino que todas esas imágenes llegan porque me proyecto a través de ellas, jajajaja.
Ahora, ¿Me creerás que allí pasamos más de una hora?, la cola no se volvió a mover después de los primeros carros que pasaron. Me comenta mi esposo y sus “nuevos amigos coleros” (el señor que está delante y el que va detrás de mi) que al parecer llegaron unas unidades de salud, ambulancias, a llenar sus tanque y las están pasando.
Al rato se reanuda el movimiento y en esta oportunidad quedo al lado de esta torre y unas instituciones públicas que se encuentran en el lugar.
Paso buena parte del rato mirando el cielo y las nubes, disfruto los contrastes de colores, el verde de ese cerro era hermoso, sin embargo, hace rato que me estoy desesperando…, ya no puedo leer y menos escribir.
En otro jalón llegamos a la pasarela, subo y desde allí tomo algunas fotos.
Ya estamos muy cerca, en el siguiente grupo entramos nosotros, son casi las doce del día, es decir, más de tres horas de mi hermosa vida dedicadas a algo que no quiero, ni deseo hacer. Un tiempo valioso y que de muchas maneras es manejado por otro, lo cual, es abusivo e irrespetuoso.
El problema de la gasolina en Venezuela es de vieja data, hay quienes afirman que este declive comenzó en el año 2013, VER yo diría que su precedente se encuentra en el 2002 con el paro petrolero y en enero de 2022 se cumplen tres años del bloqueo a la importación de gasolina, que ha profundizado el problema preexistente.
Sin ánimo de polemizar y menos de politizar, me pregunto: ¿No es como mucho tiempo? Esta semana había planificado ir a echar gasolina, tengo tres días esperando que llegue el preciado combustible a una estación de servicio más cercana a mi hogar y, no es realmente por lo lejos o cerca es que dedicar 3 o 4 horas en una cola me hace caer en la frase y, por consiguiente en la emoción que ella encierra porque veo que: “Pasa el tiempo y seguimos en la misma vaina “.
In English
The chronicle sausage
There are expressions that I have decided to eliminate from my vocabulary because of the relationship between what we think, what we say and what we attract.
After an encouraging greeting comes a key question: How are you, how are you doing? If the answer is:
-Here in the same..., or an
-Same as always... surviving
These are the words of stagnation, the denial of change, it is to be stuck in the burden of helplessness, of, there is nothing to do. However, here I am justifying myself, in the face of a specific situation I have no other words than to say: Time goes by and we are still in the same situation... I will tell you the reason for my momentary return to this expression.
About a month and a half ago I filled the gas tank of my vehicle, if we take into account it is a minimum consumption and this is basically due to two reasons: first, I refuse to queue, for several reasons, among them: it really seems to me that it is an attack on dignity and secondly, at this time, I can not afford to pay, very often, the international cost of fuel, because at all these, I speak of the queues of the stations with international price because those of "free" price are days of waiting, to see, if by chance it arrives.
So one day I decide to go to the gas station to fill up and after confirming in the solidarity groups of whasApp the information of where there is and they tell you how long the queue is, I get ready to go: I prepare a snack, a bottle of water, the book I'm reading, camera or phone charged, paper and pencil in case I feel like writing something, with the "adventurous" kit plus a good dose of patience, I go out.
The station I'm going to is on the other side of the city, it takes me about 25 minutes to get there. I get to the place and a few cars away there is a sign that tells me that I'm one km away from the service station. My husband, such good people, always accompanies me (I don't go with him when he goes to fill up) decides to walk to the pump to confirm if the truck has already unloaded and if there is enough gas for the vehicles that are one kilometer away.
In the meantime I take the photo of the arrival and the distance sign, take out the book and start reading. My husband comes back with "good news": the truck has finished unloading, they are going to start pumping and there is enough gasoline. I am talking about 9 o'clock in the morning.
Soon the line starts to move and I am right in front of a soccer field and a road that, like a girl scout, I go to visit.
When I come back I see this tree, its shape makes me laugh, from far away its shape resembles a woman doing a balancing asana.
I find some little birds chatting happily and they don't even flinch at my presence.
And since I love shadows for the shapes they can give, I took this picture that looked like a very lively gathering of friends. I imagine that all these images come because I project myself through them, hahahaha.
Now, would you believe that we spent more than an hour there, the line did not move again after the first cars passed. My husband and his "new queue friends" (the man in front and the one behind me) tell me that apparently some health units, ambulances, have arrived to fill up their tanks and are passing them.
After a while the movement resumes and this time I am next to this tower and some public institutions that are in the place.
I spend most of the time looking at the sky and the clouds, I enjoy the contrasts of colors, the green of that hill was beautiful, however, I have been getting desperate for a while now..., I can no longer read, let alone write.
In another pull we reach the footbridge, I climb up and take some pictures from there.
It is almost twelve o'clock, that is, more than three hours of my beautiful life dedicated to something I don't want to do, nor do I wish to do. A valuable time that in many ways is managed by someone else, which is abusive and disrespectful.
The gasoline problem in Venezuela is of long standing, there are those who say that this decline began in 2013, VIEW I would say that its precedent is in 2002 with the oil strike and January 2022 will mark three years of the blockade on gasoline imports, which has deepened the pre-existing problem.
Without wishing to polemicize and even less to politicize, I ask myself: Isn't this a long time? This week I had planned to go to get gas, I have three days waiting for the precious fuel to arrive at a gas station closer to my home and, it is not really because of how far or near is that spending 3 or 4 hours in a queue makes me fall in the phrase and, consequently in the emotion that it contains because I see that: "Time passes and we are still in the same pod".
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Fuente de imágenes: Archivo personal
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Te entiendo perfectamente, veo una cola de ese estilo todos los días frente a mi casa. Pero que bien por los sitios que descubriste, valió la pena.
Si, claro que sí, realmente, me n cada salida me llevo la cámara, el teléfono, papel y lápiz y trato de no enfocarme mucho en el asunto cola ...
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