El odio se fabricaba día a día y se instalaba en su alma / microrrelato

in CELF Magazine3 years ago
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Un hermoso y lujoso coche se acercaba a la vieja y abandonada propiedad de la familia Bracho, en su interior había un hombre con ropas muy finas que se aferraba al volante, de repente apagó el motor del vehículo y sólo lo dejó avanzar en silencio. Observó asombrado a través de la ventanilla como la estructura seguía en pie, ya que habían pasado 14 años sola. El auto se detuvo y todo se veía igual, con la diferencia de que el pasto verde que cubría el lugar cuando él era niño se había corroído, las nubes ya no eran azules, ahora yacían grises con tonos sombríos, unos pequeños cuervos que descansaban en un árbol seco hacían ruidos por su presencia, todo parecía estar muerto y la casa poseída por fantasmas.


Emmanuel regresó porque sentía que tenía algo pendiente con su pasado. Cuando bajó del coche tuvo miedo y tragó saliva, ya que reparó de cerca que todo era inhóspito, desagradable, y propenso al derrumbe. Miró a su alrededor y vio sobras de lo que antes eran grandes campos de maíz, también de caña de azúcar, la tierra estaba seca y las casas más cercanas estaban a casi a 2 kilómetros de distancia.


Entonces, recorrió unos minutos los alrededores y se detuvo frente a la entrada, su corazón comenzó a latir muy rápido, y por un instante dudó en entrar en la casa, pero después de pensarlo, se decidió a hacerlo. Ya dentro pensó que había olvidado lo inmensa que era, porque estaba compuesta por varias habitaciones y secciones cuyos techos y paredes actualmente estaban completamente sucios, con una capa mugre. A medida que Emmanuel avanzaba dentro de la casa, una bola agria y amarga crecía y descendía desde su estómago hasta su garganta. Después de recorrer la mayor parte de la estructura se detuvo frente a una puerta que parecía más destruida que todo, en ese mismo momento se sintió muy enojado y los recuerdos de una infancia llena de maltratos y abusos comenzaron a golpear su cerebro causándole malestar y cargando sus ojos de lágrimas. Atiborrado de rabia cogió una silla a la que le faltaban dos patas y la lanzó hacia la puerta, formando un hueco que mostraba una habitación tenebrosa de grandes dimensiones, la oscuridad hacía difícil distinguir lo que había allí dentro, pero el hombre de 28 años se dio cuenta rápidamente de que reconocía la posición de cada objeto que decoraba aquel viejo dormitorio, nada había cambiado, lo único diferente era que el polvo lo cubría todo, cuando quiso abrir la ventana esta cayó y la habitación se iluminó, aún estaba la cama donde dormían su madre y su padrastro, del colchón sólo quedaban alambres oxidados y aquel rincón donde su padrastro lo obligaba a hincarse estaba lleno de escombros y basura.


De pronto, Emmanuel comenzó a llorar de forma desgarradora y terminó apoyado en la pared, no podía respirar y dejar de mirar ese rincón donde muchas veces deseó la muerte, donde el odio se creaba día a día y se instalaba en su alma. Cuando sintió que había descargado todo a través del llanto, se levantó y se limpió la cara y la ropa, dando por terminada la visita. Luego, se dirigió a su coche y pulsó un botón en el tablero e inmediatamente se abrió el maletero y de allí sacó dos garrafas, y retornó al interior de la casa, esta vez su semblante había cambiado, ya no se sentía temeroso y una sonrisa de placer adornaba ahora su rostro, como si por fin fuera a librarse de sus demonios. Retiró las tapas y comenzó a rociar con gasolina cada espacio, cada parte donde fue tan infeliz, donde su padrastro abusó sexualmente de él y maltrató a su madre hasta el cansancio. Entonces encendió un fósforo y lo dejó caer y un camino de fuego se encendió y se deslizó hacia el interior del dormitorio y luego se extendió como pequeños ríos de lava ardiente por todo el sitio, los ojos de Emmanuel se iluminaron con las llamas y de su boca surgió un suspiro de alivio, ahora que su madre estaba bajo tierra nada podía recordarle su triste y horrible pasado. Era el momento de olvidar todo lo desagradable y dar un mejor comienzo a su vida.

Cuando Emmanuel aceleró, el motor rugía pidiendo más velocidad, echó un vistazo por el retrovisor y este mostró la casa de su infancia ardiendo, el observó desde allí como todo desaparecía entre las llamas y la nube de polvo que dejaba la velocidad a la que conducía, por fin su pasado había quedado atrás.



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