Pasaba casi desapercibido
con su aire gris de oficinista
con la blancura del papel
entre sus manos
en el pequeño escritorio
del rincón apartado
Asalariado como muchos
llegando con su periódico
y el pan nuestro de cada día
el respeto en primera fila
y el afecto moderado
por la rutina
Un mercado popular de sábado
un ritual cumplido
con aromas de arepa
de verduras y pescado
casi santificados
por la gracia del amor
Tras la despedida
la mujer en el alma
y la mirada de espera
-quién sabía en qué-
y un sonido a bolero
viejo y perdido
Un golpe de corazón
Gracias por su lectura.
Gracias por su lectura.