Beyond the Alchemist and the Pilgrim of Compostela, works that represented the steps that would open access to the doors of the palace of consecration, the text by Paulo Coelho that inspires me the most and, at the same time, gives me better and more pleasant memories, is a little love story, which is inspired by one of the most splendid and magical places in my country and whose title is: 'On the banks of the Stone river I sat down and cried'.
Spain, even though it is still a country of Abels and Cains, as a well-known poet said on one occasion, is also a country of contrasts and the Piedra River - whose name is associated, of course, with a beautiful legend - is a hopeful geographical accident that marks an imaginary dividing line, which allows, with its pedagogical and at the same time, paradoxical singularity, to compare Aragon, with something as mysterious and at the same time, as necessary for the human being, as is Love: for a On the other hand, it can seem barren, unfriendly and subject to the misogynist character of solitude; but, on the other hand, it is also a garden, a paradise of emotions and sensitivities, which means that even the waters of a river -hence its name and the meaning of the legend that it carries- have the power to turn everything into stone what falls into its waters.
I believe that, given that Love is also like the famous Ouroboros -that mystical serpent that bites its tail, as a representative symbol of the Infinite- that has neither a beginning nor an end, there are legends that can become true, above all, if the events take place in places like this, where the eternity of a feeling can have the same durability, as if we had engraved the magic word, 'I love you', on the immortal surface of a stone.
Más allá del Alquimista y del Peregrino de Compostela, obras que supusieron los peldaños que habrían de abrirle el acceso a las puertas del palacio de la consagración, el texto de Paulo Coelho que más me inspira y a la vez, mejores y más gratos recuerdos me provoca, es una pequeña historia de amor, que se inspira en uno de los parajes más espléndidos y mágicos de mi país y cuyo título es: ‘A orillas del río Piedra me senté y lloré’.
España, aun siendo todavía un país de abeles y caínes, como bien dijera en cierta ocasión un conocido poeta, es también un país de contrastes y el río Piedra -cuyo nombre está asociado, como no podía ser menos, a una hermosa leyenda- es un esperanzador accidente geográfico que marca una imaginaria línea divisoria, que permite, con su pedagógica y a la vez, paradójica singularidad, comparar a Aragón, con algo tan misterioso y a la vez, tan necesario para el ser humano, como es el Amor: por un lado, puede parecernos yermo, arisco y sujeto al carácter misógeno de la soledad; pero, por el otro, es también un vergel, un paraíso de emociones y de sensibilidades, que hace que hasta las aguas de un río -de ahí su nombre y el sentido de la leyenda que arrastra- tengan la facultad de convertir en piedra todo aquello cuanto en sus aguas cae.
Yo creo que, dado que el Amor es también como el famoso Ouroboros -esa serpiente mística que se muerde la cola, como símbolo representativo del Infinito- que no tiene principio ni tampoco fin, hay leyendas que pueden llegar a ser ciertas, sobre todo, si los hechos se desarrollan en lugares como este, donde la eternidad de un sentimiento puede llegar a tener la misma perdurabilidad, que, si hubiéramos grabado la palabra mágica, ‘te amo’, en la inmortal superficie de una piedra.
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Muy hermosas imágenes ,la naturaleza y el toque nostálgico del ambiente la hace aún más hermosa , sobre todo las emociones que transmites en lo que escribes hacen de este post arte ,saludos.
Agradecido por tu amable comentario. Un cordial saludo