Nowadays, this glorious word, sanctuary, hardly makes a dent in consciences, but there was a time, considered savage and even brutal by not a few historians, both the High and the Low Middle Ages, when it was considered with great respect. and there were really very few who dared to violate it, under the most severe penalties, one of the most feared being excommunication. The churches, therefore, in addition to being the House of God, were metaphorical bailiffs of his laws and places, at whose doors, always open, everyone found hospitality and refuge, both from the extremities of time, and from the wrath of God the men.
Hoy en día, esta gloriosa palabra, santuario, apenas causa mella en las conciencias, pero hubo un tiempo, considerado salvaje e incluso brutal por no pocos historiadores, tanto la Alta como la Baja Edad Media, en el que era considerada con un gran respeto y eran realmente muy pocos aquellos que se atrevían a violarlo, bajo las más severas penas, siendo una de las más temidas, la excomunión. Las iglesias, por tanto, además de ser la Casa de Dios, eran metafóricos alguaciles de sus leyes y lugares, en cuyas puertas, siempre abiertas, todo el mundo encontraba hospitalidad y refugio, tanto de las extremidades del tiempo, como de la ira de los hombres.
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