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No fui un niño muy popular en la escuela, de hecho, nunca participé en ninguno de los actos culturales en esa época, como hijo de inmigrante me sentía prestado y diferente.
En el bachillerato alguien se le ocurrió ponerme de sobrenombre el italiano y eso parece que despertó la curiosidad de los compañeros quienes de repente acudían a mí para preguntarme como se decía alguna palabra del español en ese idioma.
Fue en ese lapso de 5 años que me fui desprendiendo del escudo que me mantenía alejado del entorno y dejé de sentirme extranjero, ya que curiosamente, a pesar de mi apodo, nadie asumía que yo lo era, y los compañeros de clase se transformaron en amigos, sobre todo los que compartían mis propios gustos.
La universidad terminó el trabajo y pasé a ser más locuaz, sin embargo, no era esa persona que lanzaba sus pensamientos y demostraba sus emociones, eso me llevó a tener mala suerte en el amor, ya que a las chicas le gustaban los jóvenes más extrovertidos.
Pasamos una dura temporada con la enfermedad y posterior muerte de mi abuelo y eso me marcó por mucho tiempo, hasta que comencé a leer libros sobre inteligencia emocional, y temas parecidos y poniéndolas en práctica pude darme cuenta que funcionaban.
Dejé de sentirme aislado y asumí que todos podemos encajar, que la humanidad es un rompecabezas de infinidades de piezas pero que todas tienen alguna que encaja perfectamente, lo que hay es que no desmayar hasta encontrarla.
Y acá no hablo de almas gemelas ni nada parecido sino de personas que pueden ser muy afines sin necesidad de ser parejas sentimentales. ¿Cuántos de Uds. no han conseguido una secretaria perfecta, una ayuda idónea o un amigo u amiga que parece adivinar lo que piensan y son perfectos como compañeros?
De igual manera hay experiencia de lo contrario y allí es que debemos entender que el hecho que alguien difiera de nosotros no significa que sea nuestro enemigo, sino que es una pieza diferente de ese gran puzzle humano.
En ese caso debemos ser asertivos, colocar nuestros puntos sin que esto signifique atacar al otro, afirmarlos y mantenerlos, de tal manera que no sean pasivos, pero tampoco agresivos.
Cuando llegó la pandemia y la situación en el país se hizo insoportable, obvié los comentarios negativos o punzantes acerca de la cobardía de emigrar y lo hice hacia un destino poco contaminado con la inmigración de mis coterráneos, para no tener que lidiar con lo mismo que hacía acá.
Renunciar a mi trabajo no fue fácil, pero era obligatorio y armándome de valor lo hice, no era cuestión de ser conformista sino de ejecutar una acción en el momento justo.
No tengo dinero, pero sobrevivo, estoy en un lugar de tránsito hacia una nueva fase de mi vida, que espero sea de nuevo en mi país y tal como lo he hecho por muchos años, leo mucha filosofía y trato de ver siempre el lado positivo de las cosas.
@tipu curate
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Ojalá logres encontrar ese camino hacia la libertad emocional. Entiendo lo difícil que puede ser pero, te aseguro que se puede. Tu experiencia es significativa, reconocer ya es dar un gran paso, el más importante de todos. Gracias por tu valioso contenido.
De seguro, poco a poco vamos liberándonos de esas cargas que lo impiden.
Buenas tardes @pietroconti que bueno es comprender que la mayor parte de las situaciones por las que pasamos tienen su asidero o respuesta en nuestro mundo interior , cuando señalas "Dejé de sentirme aislado y asumí que todos podemos encajar" es un gran paso en el crecimiento personal. Te deseo el mayor de los éxitos en donde quiera que estés, Saludos cariñosos y gracias por aporta al tema.
Todo comienza por aceptar que las cosas están y deben cambiarse
Te entiendo he vivido situaciones similares,faltando pocos años para jubilarme conocí a una colega con la que congenié muy bien ,compartíamos no sólo la carrera sino otros gustos ,somos madres y bueno la comunicación fue acertiva hasta el día de hoy que mantenemos una bonita amistad.
Debemos adaptarnos a las situaciones y a los imprevistos