Herman Melville: de Moby Dick a Bartleby

in Writing Club2 years ago (edited)

Considerado uno de los más importantes escritores de la literatura de habla inglesa y universal, Herman Melville, quien naciera el 1º de agosto de 1819 en Nueva York (ciudad en la que también murió en 1891), no fue reconocido verdaderamente sino en las primeras décadas del siglo XX. Melville fue autor de una obra literaria que incluye novela, cuento y poemas, siendo su novela Moby Dick la que le dio fama posteriormente, pues en su momento (1851) fue un fracaso. Viajero, aventurero, con experiencia de prisión, con duros golpes en su vida familiar (muerte de hermanos e hijos), Melville se erige como una figura propia del Romanticismo histórico, un “hombre secreto” de América, que Jorge Luis Borges pone al lado de Edgar Allan Poe.


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Retrato de Herman Melville, por Joseph O. Eaton (1870) - Fuente - Dominio público


Recuerdo que mi acercamiento a Moby Dick fue a través del cine cuando adolescente. En la televisión de entonces solían transmitir filmes pasados, y así pude ver la versión que hiciera en 1956 el maestro del cine John Huston, protagonizado por Gregory Peck y Orson Welles (*). Cautivado por ella, años después, siendo un joven imberbe, pude acceder al libro, que reconozco me costó en ese momento leer con fluidez por su extensión y ese modo del autor incluir información adicional. Luego, en la avanzada juventud, la releí con mayor paciencia y disfrute.

Solía aludirse mucho a Moby Dick; creo que ya no tanto, pues la galería de monstruos surgidos desde finales del siglo XX y en el siglo en curso, ha dejado en un pasado casi prehistórico a “monstruos” como a la ballena blanca, al gigante gorila King Kong, aunque han sido revividos los dinosaurios y similares en sus versiones fantásticas.

La cuestión central con Moby Dick, más allá de sus versiones mediáticas, es que no se trata de la historia de un “monstruo marino”. El reto del capitán Ahab con la ballena configura quizás el de la humanidad. Interpretaciones morales, conductuales, filosóficas, incluso religiosas, se han hecho de la novela de Melville, y, en general, son aceptables. La batalla contra el Mal, el cosmos maligno e irracional, el caos, el destino del hombre ante la vastedad de la naturaleza…


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Fuente


Les copio un fragmento de la novela, del cap. CXIV:

No hay avance constante y sin retroceso en esta vida; no avanzamos a través de gradaciones fijas, descansando en la última: a través del inconsciente hechizo de la infancia, de la despreocupada fe de la niñez, de la duda de la adolescencia (el destino común), luego el escepticismo, luego la incredulidad, para descansar por fin, con la virilidad, en el meditativo reposo del Si. Pero una vez atravesado todo, volvemos a trazar el círculo (…) ¿Dónde se encuentra el puerto final, de donde ya no soltaremos amarras?

No tendría sentido una cita fragmentaria de la historia, pues estaría completamente descontextualizada. Por eso preferí tomar una de esos muchos momentos en el que Melville, a través de la voz de su narrador o de los personajes, formula reflexiones inquietantes, de hondura filosófica, sobre la existencia. En el fragmento reproducido, se acentúa el sentido circular de la vida, ante el cual se manifiesta una cierta inconformidad.


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Fuente


Así como de Moby Dick, pudieran ser muchos los fragmentos a transcribir de ”Bartleby, el escribiente”, cuento de Melville publicado en 1853 en dos partes en una revista, y recogido luego (1856) en su libro Cuentos de la plaza (The Piazza Tales).

En el momento en que lo leí, fue uno de los más extraños hasta ese momento para mí. Lo leí ya en mi adultez, en una traducción publicada por la editorial Norma, con traducción de Javier Escobar Isaza. Fue un texto narrativo que ocasionó en mi sensibilidad una suerte de parálisis, de zozobra, quizás como la que vive el narrador. Yo había leído a Kafka, y su similitud me atrajo. Luego encontré la edición (anterior a la que había leído) con traducción de Jorge Luis Borges, y, al leer el prólogo que la acompaña, entendí que mi impresión no estaba descaminada. Dice Borges: “(…) la obra de Kafka proyecta sobre Bartlebly una curiosa luz ulterior”.

Como asoma Borges, Bartlebly es el personaje prefigurador de lo kafkiano. Un personaje con una figura “¡pálidamente pulcra, lamentablemente decente, incurablemente desolada!”, como declara el narrador del cuento. Dicho muy sintéticamente, este es la narración hecha por un abogado que contrata a ayudantes para hacer copias de documentos, siendo Bartlebly el cuarto en entrar. Cumple su labor de copista (escribiente o amanuense) de modo estricto, pero, ante una primera exigencia del jefe, se negará diciendo: “Preferiría no hacerlo”, en la que se mantiene en otras demandas de su empleador. Además, no sale nunca de su lugar de trabajo y se alimenta muy precariamente. Pasado un tiempo es despedido, y llevado a prisión, donde muere por inanición.


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«Bartleby», de Helena Pérez García - Fuente


Difícil ilustrar mi apreciación de la significación de este cuento en fragmentos (daré al final un modo de acceder a él). Pero intentaré, a partir del siguiente trozo de cuando el narrador (el abogado empleador) entra un domingo en su oficina en el edificio de Wall Street.

¡Y es aquí donde Bartleby hace su hogar, único espectador de una soledad que ha visto poblada –una especie de inocente y transformado Mario, meditando entre las ruinas de Cartago!

Por primera vez en mi vida una impresión de abrumadora y punzante melancolía se apoderó de mí (…) ¡Una melancolía fraternal! Los dos, yo y Bartleby, éramos hijos de Adán. Recordé las sedas brillantes y los rostros dichosos que había visto ese día, bogando como cisnes por el Misisipi de Broadway, y los comparé al pálido copista, reflexionando: Ah, la felicidad busca la luz, por eso juzgamos que el mundo es alegre; pero el dolor se esconde en la soledad, por eso juzgamos que el dolor no existe. Estas imaginaciones –quimeras, indudablemente, de un cerebro tonto y enfermo– me llevaron a pensamientos más directos sobre las rarezas de Bartleby. Presentimientos de extrañas novedades me visitaron. Creí ver la pálida forma del amanuense, entre desconocidos, indiferentes, extendida en su estremecida mortaja.

Como he dicho, es muy difícil comunicar en corto espacio la magistral calidad literaria de esta pequeña joya narrativa y de la densidad filosófica existencial, precursora del absurdo, que comporta. El fragmento citado condensa la significación de desazón y abatimiento que el personaje creado por Melville lleva consigo, tan próxima a la realidad del hombre contemporáneo (del siglo XX en adelante), pero que Melville previó en su aguda visión ficcional, en sintonía con los que harían Kafka, Beckett, Camus e Ionesco, por citar a cuatro grandes escritores del absurdo.

Así como Moby Dick ha tenido muchas influencias literarias y versiones en cine, también Bartleby ha producido destacadas interpretaciones y aplicaciones en teatro, cine y, por supuesto, en literatura. Una de las más recientes es el peculiar libro del escritor español Enrique Vila-Matas, Bartleby y compañía, publicado en 2002 por la Edit. Anagrama, en donde "se habla del mal endémico de las letras contemporáneas, de la pulsión negativa o atracción por la nada", como se sintetiza en la contratapa.

***

Si usted es un lector no poseído por las cómodas posiciones “positivas” y fácilmente “alegres”, interesado en la literatura densa, le recomiendo que no deje de leer este cuento, que puede encontrar en español con traducción de Borges aquí o en inglés en este enlace.


Referencias | Reefrences:

Melville, Herman (2000). Moby Dick. España: Edit. Planeta / El Nacional.
Melville, Herman (1980). Bartleby, el escribiente (traducción y prólogo de J. l. Borges). España: Edit. Bruguera.
Melville, Herman (1990). Bartleby / Herman Melville y Bartleby (traducción de Javier Escobar I.). Colombia: Edit. Norma.

https://es.wikipedia.org/wiki/Herman_Melville
https://es.wikipedia.org/wiki/Bartleby,_el_escribiente


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Gracias por su lectura.

Me hubiera gustado ofrecerles la versión en inglés, pero el post se me hizo un poco extenso.


Gif diseñado por @equipodelta

Sort:  

Muy interesante análisis de la obra de Herman Melville, de la cual solo conozco la versión en película de su libro Moby Dick. Muchas gracias por la recomendación sobre su libro ”Bartleby, el escribiente”.
Saludos @josemalavem

Gracias a ti por tu visita, @popurri. Para leer Moby Dick hay que disponerse, pues es una obra que puede resultar pesada. Saludos.

Me agradó mucho la reseña, sobre todo porque Moby Dick es un libro que he leído ya en dos ocasiones. Y aunque lo que dices sobre que es pesada, podría decir que es un libro para leer con calma. Bartleby el escribiente fue una voladura de cabeza, como dicen. A mí me impresionó mucho y me recordó al Artista del hambre, de Kafka. Ahora quiero leer el prólogo de Borges. Gracias @josemalavem por siempre sacar estos temas tan interesantes, y que en mi caso, son muy queridos.


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Excelente crítica literaria. No sabía que Bartleby era una obra precursora del absurdo; si antes quería leerla, ahora el interés es mayor. Gracias por ilustrar. Saludos.

Gracias a ti popr tu visita, @juniorgomez.