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Hace unos momentos llegué a la oficina, me he preparado un café, y antes de que lleguen los demás para lo que será un día largo de trabajo, me he sentado a escribir un rato.
Ayer fue un día muy pesado, de esos en que las pequeñas cosas son las que te dan respiros y te alegran la vida, en esta ocasión fue el descubrir una buena panadería cerca del lugar donde me hospedo, y luego tener que correr un par de cuadras con mi bolsa de pan no empaparme con la lluvia. Mis rodillas poco después me dijeron muy sutilmente que tengo que ejercitarlas más porque no se se están haciendo más jóvenes.
Ayer fue tan pesado que no tuve tiempo de sentarme a escribir con la tranquilidad de estos momentos, pero irónicamente fue mi herramienta para tener algo de tranquilidad cuando necesitaba relajare unos minutos para poder seguir trabajando. Empecé varias cosas, continué otras y no acabé ninguna; y aún así, considero que fue un día productivo.
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Eso es porque la escritura, al menos para mí, es varias cosas en una. Es una herramienta de búsqueda para saciar mi curiosidad. Es una herramienta de expresión. Es un instrumento que me ayuda a ordenar mejor mis ideas, y es también un espacio de paz, y porque no decirlo, a veces también de guerra.
Ayer fue un medio para un fin, más que un objetivo en si misma. Cuando mi cerebro se saturaba de leer y calificar tantas tareas, todas ellas parecidas entre si, escribía un rato y me relajaba haciéndolo, despejando la mente. Lo primero que intenté fue avanzar en la escritura de un cuento, y lo logré, pero luego el cuento se rebeló y no quiso dirigirse hacia el final que le tenía pensado, así que acordamos una tregua y ambos nos retiramos a nuestras esquinas.
Más tarde en otro "break", inicié uno precisamente sobre procesos como el del cuento en cuestión, donde los textos se van esculpiendo poco a poco, no al ritmo que uno quisiera, sino al ritmo que ellos mismos y sus circunstancias marcan.
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No pude terminarlo, pero si encauzarlo, darle rumbo para poder continuarlo después, así que aunque no pude publicar nada ayer, y hoy si lo hago seguramente será tarde debido al trabajo, si pude escribir y continuar mi relación cada vez más estrecha con la escritura.
Escribir no necesariamente implica obtener un producto, al menos no el tradicional del texto terminado. A veces son los textos inconclusos lo que más nos dejan, los que más nos enseñan de nosotros mismos. A veces porque significan un reto, otras porque abordan temas que nos son difíciles, y otras porque a través de ellos se nos revela algo.
Escribir, independiente de lo que resulte de ello, es siempre algo productivo. De alguna manera la actividad tiene esa propiedad de multiplicar, de hacer crecer, de alimentar, de dar vida. Muchas veces es como pensar, o como soñar, con todas las libertades que ello implica, y pocas cosas como dejarse arrastrar hasta donde las letras nos lleven.
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A veces, como ahora, no hay tiempo de largos viajes, pero unas líneas pueden ser suficientes para cambiarnos el día. Hoy han sido estos párrafos que he escrito, y los únicos que probablemente tendré tiempo de redactar en 48 horas, pero que me han permitido en unos minutos recordar porque amo tanto escribir. Espero que sea un amor compartido por algunos de ustedes. Muchas por leerme y hasta la próxima.
©bonzopoe, 2023.
Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.
Escribir es una excelente terapia, ayuda mucho en casos de depresión.
Los cuentos e historias, como decía alguna vez Agatha Christie, tienen vida propia. Terminas preguntando ¿cómo es este personaje así?, ¿cómo llegamos a este final que no nos esperábamos.?