MICROCUENTOS: EL VIAJERO DESCALZO: ¿acaso era un ángel aquel hombre rubio y descalzo?

in Cervantes4 years ago

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En un tiempo en que la gente se sustentaba de su trabajo en el campo, en un pueblito de quien sabe dónde, se escuchó un rumor que puede ser más cierto de lo que crees.

Una señora llamada Margarita Salas que trabajaba en casa con sus hijos levantó la vista de su trabajo y vio que se acercaba un hombre por el camino. El hombre no se parecía a nadie que hubiera visto jamás, no era muy común ver gente tan blanca y rubia por allí.
Los niños se alborotaron diciendo.

¡Allá viene un loco!

Margarita los reprendió.
El hombre tenía aspecto limpio y fresco, aún en medio del sol y llegando por un camino polvoriento y largo. Su cabello rubio era larguísimo y crespo, su piel sonrosada estaba cubierta por ropas de lino color pardo. Sus ojos al verlos de cerca eran azules.
El hombre le preguntó a Margarita:

-¿Qué hace señora?

Margarita le explicó el proceso de elaboración del casabe que ella estaba haciendo.
El hombre escuchó y pidió un vaso con agua, bebió y dijo:

-Yo mejor me voy, usted sabe que los niños se ponen inquietos cuando no conocen y empiezan a decir cosas.

Otro vecino contaba. Pasó por aquí un catire de apariencia muy rara y me preguntó que como estaba, debió haber visto mi cara de preocupación. Le conté que estaba preocupado por la plaga de gusano. ¿Y saben qué me respondió? Aquí no va a caer ninguna plaga, ya tú verás.
Le ofrecí de la caña que quedaba y él le dio un pedazo a uno de los niños mientras comía y le dijo que lo tapara con un sombrero. Así lo hizo el muchacho.
Ya al rato cuando se iba le dijo al muchacho que levantara el sombrero y ¿Qué cree usted? Ya tenía brotes.
Ahí tiene caña por largo tiempo- dijo y se fue.
Unos viajeros que iban a otro pueblo lo encontraron saliendo del poblacho y le ofrecieron llevarlo en carro. El hombre respondió:

*-Yo llego antes que ustedes, descuiden que yo voy derecho por aquí y ustedes tienen que dar la vuelta en carretera.
-¿Seguro?- preguntaron
-Seguro- respondió.

Arrancaron y lo llamaron loco pero cuando llegaron al otro pueblo, casi una hora después lo encontraron sentado en frente de un abasto. Fresco, como si hubiera pasado una hora sentado.
Allí compro dos tortas de casabe y otras cosas y todo lo metió en un bolsito en donde parecía imposible meter todo eso. Partió el cazabe y lo guardó y una cosa tras otra hasta haberlo guardado todo en ese imposible espacio.
El hombre iba caminando y visitando, hablando y declarando.
Alguien que nunca olvidó el paso de aquel extraño fue uno que estaba sembrando maíz en su conuco y al ver pasar a aquel hombre que se le acercó, se incomodó.

-¿Qué siembra?- preguntó el hombre rubio.
-¡Nada!
Para su sorpresa el hombre respondió calmadamente.
-Bueno amigo, como nada está sembrando, nada es lo que va a cosechar.

Aún mayor fue la sorpresa a la hora de la cosecha, cuando al abrir las mazorcas, todas estaban vacías, sin granos…

Otra persona que nunca olvidó fue Margarita. La plaga de gusanos no tocó la siembra de aquel vecino y la caña abundó. Pero también es un recuerdo sorprendente que los pies de aquel hombre siempre estuvieron descalzos y todos los que lo vieron coinciden. Sus pies estaban tan limpios, rosados y tiernos que más bien parecía como si nunca hubiera caminado sobre tierra y polvo.
De aquel hombre nunca se supo más, pero el recuerdo queda.

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La verdad me gustó mucho el relato, muy entretenido y en todo momento capta la atención gracias por compartirlo, felicidades. Un Abrazo

Gracias por leer e interezarte por relatos populares de tierras no tan lejanas.

Hola @andreasalas, tus relatos son excelentes, me encantó leerlo, narras muy bien. Esos temas sobre el campo y sus costumbres a mi personalmente me gustan mucho. Un abrazo y felicitaciones

Puede que quizá, a lo mejor estas cosas hayan pasado. Yo recojo cuentos de los abuelos y no quiero permitir que se olviden.

Que bueno que lo haces y nos permites leerlos

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mayvileros logo nuevo.png¡¡¡Felicidades!!!