Nunca falta un cuento en el pueblo que hace que todo el cuerpo se espelusque porque a Rosario cuando le contaron que el viejo Ramón, papá de un amigo de hacía años, se había muerto, ella se entristeció, pero el tiempo le faltó para asistir al funeral, así que quizá asistiría al sepelio.
Pero dos días después salió un viaje de improviso y Rosario dejó para otro día dar el pésame. Saliendo de madrugada para la terminal, como a las cinco de la madrugada justo al abrir la puerta para salir, con maleta en mano, solo pudo dar media vuelta y cerrar la puerta tras sí con el corazón en la garganta.
El viejo Ramón acababa de pasar por medio de la calle sin saludar ni voltear a verla.
Convencida de haber visto una aparición en la calle oscura su conciencia la acusaba de que era porque no había ido a ver al muerto antes de su entierro. Así que Rosario esperó a que aclarara el día para poder salir, arriesgándose a perder su puesto en la terminal.
Muchos días después cuando volvió de su viaje vio de nuevo al viejo Ramón caminando por las calles del mercado y conversando con la gente.
El viejo ramón no se había muerto, solo lo habían matado en chisme.
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Saludos. Bueno, corto y gracioso.