Madrugadas llenas de vida,
de puertas y ventanas abiertas,
de ronquidos y suspiros que descansan al compás
de una guitarra flamenca.
Calles blancas vestidas de flores empedradas y estrechas.
En el aire el aroma
de azahar y jazmín,
en el viento el chasquido de la madrugá cuando desde un balcón el saetero canta al santo su saeta.
Así es mi Andalucía...
así vive mi tierra.
Poema propio.
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