Cuentos de la abuela I

in Cervantes4 years ago

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Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay


Estos días toca caminar, es bueno para la salud y no queda otro remedio porque no hay gasolina en Venezuela. Tampoco es mal de morir, la verdad es que hay cosas peores.

El caso es que mientras caminaba por las calles estrechas de mi pueblo me transporté en el tiempo al escuchar el chirriante sonido del balanceo de una mecedora.


Ví una puerta abierta de donde salía el golpeteo y no pude evitar mirar hacia adentro. Allí estaba una señora bastante anciana balanceando la silla tan añeja como ella.

Parecía llevar el compás del segundero gastando el tiempo.
Me quedé inmóvil un instante y las manecillas del reloj giraron a la inversa hasta dejarme al lado de la mecedora de mi abuela.

Estábamos mis primas y yo curucuteando en los baúles y preguntando a la abuela cosas de su juventud. Ella nos gritaba con voz de abuela malhumorada que dejáramos la preguntadera.

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Esa curiosidad nuestra venia de un día que descubrimos a las tías hablando bajito, sacaban cuentas con los dedos y nada les cuadraba.

Por ahí andaba el menor, el tío negro brincando al lado de sus hermanas.
Cuando él nació la menor de las hermanas ya tenia quince años y la mayor casi veintiséis.
En total parió diez muchachos la abuela.

Nosotras sabíamos que había una historia oculta en algún lado pero no lográbamos descubrirla.

Lo que sí supimos cuando fuimos al cementerio a llevarle flores al abuelo y vimos las fechas en la lápida era que cuando nació tío negro el ya tenía como seis años descansando en paz.

La alegría renació en nosotras ¿entonces teníamos otro abuelo?

Después del descubrimiento fuimos muy orgullosas a decirle a la abuela que ya sabíamos la verdad y que queríamos conocer al otro abuelo.

Lo que sigue después no quiero recordarlo. Mis primas y yo pasamos más de un mes sin poder sentarnos de la paliza que nos dieron y yo perdí todo deseo de ser investigadora privada.

Un grito me sacó de mis pensamientos y regresé al presente.
¡Y tú que quieres mijita! ¿Qué haces ahi parada en la puerta?

Sin decir nada eché a correr.

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Si disfrutas leyendo cuentos e historias te invito a visitar el blog de
@adncabrera y de @alidamaria
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Por menos mi mamá nos soltaba una colleja. Te vas a reír, pero me ha pasado eso de quedarme lela en lugares inconvenientes. Y me ha pasado más de una vez.
Un abrazo querida Eva, un cuento muy divertido.
Y muchas gracias por recomendar mi blog.

Eso pasa cuando uno deja volar la imaginación, un abrazo @adncabrera

Demasiado bueno tu relato, @evagavilan, me estoy imaginando la cara avispada de tu abuela
y a ti corriendo al mediodía a toda mecha, asustada, por las calles de Cumaná.
Un abrazo, querida Sherlock Holmes.

Así mismo andaba ¡corriendo! Otro abrazo para ti @oacevedo

¡Bravo, @evagavilan, este texto está buenísimo! Mis felicitaciones, cada vez disfruto tus trabajos. ¡Y olé!

Estas historias surgen de pronto cómo un regalo del pensamiento vale la pena disfrutarlas @alidamaria. Un abrazo