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Te adentraste en mi alma como esos barcos que se van adueñando del mar, y dejan una estela que siempre con la marcha se hace continua e imborrable, al punto que eres constante huella en el tiempo y en el espacio.
Y eres como ese barco que solamente ambos podemos divsar porque nuestras vidas tienen unas aguas azules exclusivas para navegar a cualquier hora.
Pero cuando el barco se aleja sin mí, me quedo con la tormenta angustiosa, y comienzo a buscarte en un vacío y una soledad en cuyo alrededor no hay playas ni vegetación.
Es como si un diluvio estrechara mi existencia... y solo silencio de aguas en lágrimas contemplo en una distancia que se hace interminable.
Desesperación me ocasiona que no te volveré a ver hasta dentro de unos 20 días.
Y así como te adentraste en mi alma, me falta mar para que tu estela siga marcando mi pensamiento y mi recuerdo.
Callo, y a duras penas, el corazón se conforma con mitigar el sufrimiento al mantener viva la esperanza de volver a verte.