En el principio, todo se desconocía
yo, ni noción de dónde tocarte tenía
tu, ni colocar tus sonrisas podías
y el sol no podía arroparnos en el día.
Al principio, fue miedo e incertidumbre,
todos los temores ardiendo en la lumbre,
asándose a fuego lento como la costumbre,
todo era lindo, envuelto en mansedumbre.
Éramos dos almas que corrían sin descanso,
dos cuerpos que revoloteaban sin reparos,
en el fulgor del éxtasis y el desparpajo,
al principio éramos dos seres enamorados.
Luego, lentamente el amor, fue placer
intenso como el fuego, repentino como el amanecer
una voz que nos obligaba a obedecer
los cuerpos desnudos y las almas queriéndose querer.
Al principio no contábamos con los ardores de la pasión,
los gemidos ahogados en la cólera de la emoción,
ni con las flores marchitas de felicidad en el ignoto jarrón.
No fue al principio, pero te amé con todo el corazón.
Más tarde, mi nariz ansiaba siempre tu aroma,
tus labios me necesitaban, como el nido a su paloma,
nuestros destinos se encontraron antes que a Roma.
ya no había rebeldía, ni la paz nos abandona.
No muy tarde, esperaba siempre tu sonrisa,
estudiando como siempre mi corazón y su prisa,
al principio, nada apaciguaba tu suave brisa
y más tarde, tu viento me elevaba a tu cornisa.
Al principio no sabía que podría quererte tanto,
ni sabía que el amor se transformaba en este canto,
tan variado, tan eterno, con tanto encanto
que me da miedo apagar la luz y dormirme esperando.
