Se suponía que esto debía ser emocionante. Independencia, soledad, el nuevo reto. Avanzar, creer en ti aun cuando nadie crea. Se suponía que eran nuevas experiencias, y de éstas se aprende, y se escribe. Se suponía que todo marchaba bien, que no había lágrimas ni nostalgia, que era ir rumbo a la aventura, que el nuevo camino no era motivo para estar triste y lloroso y desmoronado.
Se suponía que teclearías nuevas ideas, y viejas anécdotas, y nuevas vistas, y viejas pendientes, se suponía que sería eso y no dolor. Fue tan pequeño y tan lacerante, que se clavó en el centro del pecho, como una espina envenenada y rugió, corroyendo la sangre y el corazón. Un segundo, solo eso bastó para clavar la daga. Un segundo, solo eso bastó para crear el mar que brota de mis entrañas. Quinientas ideas, sí, que escupir en el papel. Pero no vienen de la aventura, no, no, no vienen de lo nuevo.
Están aquí por mi corazón lastimado, por los miedos, por el terror de perder lo conocido para siempre y no por la muerte. Están aquí porque unos ojos colores claros han formado una imagen detestable de mí, me tienen aprecio y miedo, se apartan como si no existiera vínculo alguno cuando le quiero y le quiero y le quiero.
Un jodido segundo y le extraño, un jodido segundo y bastó, para despertar del letargo, dejar de lado el descanso, llorar lo que hasta ahora había estado acumulando en esta mente sin receso. Un segundo que arrasó con la buena racha del día, y que me hizo chillar en silencio…
Quise correr, pero detuve mis piernas y frené estas intenciones de buscarte, sé que si te tengo en frente no sería capaz de robarte el abrazo que me negaste. Pero no es por esto por lo que me quedé atrapada en esta habitación, convertida de pronto en la jaula que refrena mis impulsos.
Es que con un esfuerzo sobrehumano debo obligarme a permanecer, como quien se queda debajo de la tormenta, paciente, terco, determinado, hasta que salga el sol y todo cese. Con un esfuerzo sobrehumano quise obligarme a no llorar, pero eso sí que no pude lograrlo. Nadie dijo en qué estado se encontraba el corazón debajo de la tormenta, y lo cierto es que el mío está confundido y triste, encajado aún por la espina venenosa.
Llega la noche, irrefrenable, llega el silencio, ineludible, llega la soledad, llega. Junto con ello, mis demonios, que prometen velar mis sueños y cortarme la respiración cada vez que voltee a mirarlos. Lo malo se cuela por el resquicio para manchar lo bueno, se suponía que todo estaba bien, y en esa normalidad sin embargo había algo que cortaba.
De dónde debo aferrarme para que mi voluntad no se quebrante. Oh, no, no, no lo hará. Me conozco. No se quebrantará, pero eso no significa que sea más fácil o que no haya dolor. Dolor del que llega a ráfagas y del que crees que no saldrás, pero vas a salir. Encontrarás algún modo de respirar.
Wow... Que profundo! Pude vivir tus palabras! Llegaste al centro de los motivos, con este escrito, tocaste el corazón! Que lindo... Saludos @mariart1.
Gracias :)
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Gracias :)
Se suponía que leería esto por encima para si ver si votaba por ello. Se suponía que no me engancharía desde la primera frase, desde la primera letra, la primera emoción. Se suponía que no me quedaría pensando en el post después de leerlo, con varias ideas gestándose dentro, con varios pares de alas que empezaban a buscar frases para empezar a construir nuevos universos. Se suponía... pero no fue así, y me da gusto.
¡Hola, @bonzopoe! Gracias por leerme con atención y por dejar tan bonito comentario. 💜😊