Agazapado (relato corto)

in Cervantes4 years ago


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Agazapado

Un hombre camina en una casa oscura y el mundo es ajeno a sus pasos. Desde hace horas da vueltas por la sala sin saber qué hacer, con las manos en la espalda, la cabeza gacha, no piensa, solo mira el piso sucio mientras, como un autómata, va de un lado a otro. Se detiene y su cuerpo oscila como si fuera una campana, ríe, se rasca la cabeza y la cara, y vuelve a caminar en el mismo círculo como si la memoria fuera una especie de papel en blanco.

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Afuera, la gente sin remordimiento es sorda al dolor del otro. Un gran silencio hay a pesar de los ecos de angustia que cada quién va pregonando y que se expanden sin encontrar un cuerpo estremecido, despierto que los escuche. Afuera, el mundo ha encontrado la mejor forma de traicionar el alma, de lavar la culpa, guardando los ojos en un bolsillo, vistiéndose con capas de piel que ocultan el gran vacío.

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Adentro, el hombre camina y no sabe que la vida es un gatillo, un alambre, una amenaza. Los ojos acostumbrados a la oscuridad, no son conscientes de las sombras azotadas, del tiempo transcurrido. El hombre está extraviado en sí mismo, tiene una mente de niño en piel envejecida, una nebulosa, una telaraña: vive en un terreno ajeno a la realidad. El hombre se detiene y se agacha; del piso agarra una hormiga y se la lleva a la boca, luego otra y otra más. Agazapado, el hombre sigue espulgando el suelo, su piel, su cabeza, su cuello. Luego de comer lo que encuentra, se ríe con su cara hacia el techo y su cuerpo se pone al lado del cuerpo inerte y frío de la persona que por mucho tiempo fue su única compañía: su mamá. Agazapado así, es como si el hombre intuyera que se queda solo y busca, inconscientemente, volver a su estado fetal.

HASTA UNA PRÓXIMA LECTURA

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Me recuerda una escultura de Rodin, que parece abrirse camino hacia la vida o hacia las miserias de la vida, como en este caso, desde el centro mismo de esa metafórica placenta, que es el mármol. La falta de conciencia y la costra frente al sufrimiento ajeno, será una tara que posiblemente los arqueólogos del futuro impriman a los manuales de historia (tengan éstos el formato que tengan) de las escuelas del futuro, como características de finales del siglo XX y por desgracia y teniendo en cuenta el camino que llevamos, también del siglo XXI. Si lo he entendido bien, las características especiales de este hombre, cuya memoria parece un papel en blanco, que camina en círculos y se rasca la cabeza, supongo que como un gesto irreprimible, hacen que su soledad sea mucho más profunda que el más negro de los abismos y la ausencia de su madre, sea, además, el preludio a su propio fin. Si esto fuera así, cuesta adivinar, entonces, cuáles son los planes de la Providencia. Feliz sábado y un abrazo

Así es. Siento que muchas de estas personas quedan completamente a la deriva, huérfanas, completamente solas, porque más allá de que son desvalidas, no hay quien se dé cuenta de ellas, por lo menos es así en Venezuela. Un abrazo y bonito domingo para ti, @juancar347

Un impresionante relato, @nancybriti. Este personaje es la figura casi extrema del desconcierto, del desamparo, la derrota cercana a la locura. La imagen final es dura y contundente. Saludos.

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Muchísimas gracias por tu comentario, @josemalavem! Siempre tan preciso e inteligente. Abrazos