Llueve mucho en Ciudad de Dios
Desde muy temprano, las monjitas de Ciudad de Dios se despiertan para hacer la comida de todo el albergue. Allí más de 50 niños reciben atención, amor y cuidado por parte de aquellas mujeres que dan todo para verlos felices. La mayoría son niños huérfanos que nunca conocieron a sus padres y que solo conocen el término de familia gracias a aquel lugar.
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Mensualmente, Ciudad de Dios abre sus puertas a la población entera para que los niños puedan compartir con otras personas. Muchos de los niños esperan conocer familias, padres y madres, que puedan llevarlos a sus casas y adoptarlos como hijos y ellos puedan definitivamente tener un hogar para siempre.=o:0:o=
En aquellos eventos mensuales, las monjas visten a los más pequeños con la ayuda de los más grandes, les ponen los mejores trajes y adornan todo el albergue. Desde tempranito hay alegría, curiosidad y mucha expectativa. La gente va llegando poco a poco y empiezan a compartir con todos los niños que danzan y juegan alrededor de los mayores.=o:0:o=
Hay días en los que la gente llega a Ciudad de Dios y se va a las pocas horas. Entonces los niños más grandes deben consolar a los más pequeños que lloran ríos de lágrimas que corren por los suelos. También hay días en los que una familia adopta uno de los niños y lo lleva a casa. Entonces son los más grandes los que lloran de alegría porque un niño pudo lograr, lo que no lograron ellos.
Mensualmente, Ciudad de Dios abre sus puertas a la población entera para que los niños puedan compartir con otras personas. Muchos de los niños esperan conocer familias, padres y madres, que puedan llevarlos a sus casas y adoptarlos como hijos y ellos puedan definitivamente tener un hogar para siempre.
En aquellos eventos mensuales, las monjas visten a los más pequeños con la ayuda de los más grandes, les ponen los mejores trajes y adornan todo el albergue. Desde tempranito hay alegría, curiosidad y mucha expectativa. La gente va llegando poco a poco y empiezan a compartir con todos los niños que danzan y juegan alrededor de los mayores.
Hay días en los que la gente llega a Ciudad de Dios y se va a las pocas horas. Entonces los niños más grandes deben consolar a los más pequeños que lloran ríos de lágrimas que corren por los suelos. También hay días en los que una familia adopta uno de los niños y lo lleva a casa. Entonces son los más grandes los que lloran de alegría porque un niño pudo lograr, lo que no lograron ellos.
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"Lo bueno, si breve, dos veces bueno"
No sé exactamente quien creó esta frase pero se acomoda a tu caso.
Tantos cabos sueltos y todos justificados. Hay un sinfín de historias por contar dentro de esas pocas líneas. Buen trabajo!
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