Sin tiempo para la tristeza
La anciana estaba acostada en el catre sucio. Desde allí llamó a la nieta: "Amara, hija, ven pronto". La niña que venía con un porrón de agua sobre la cabeza, puso el envase en el piso y salió corriendo ante el llamado de su abuela. "Diga, abue", dijo cerquita para que la anciana la escuchara. "Busca que quiero orinar", dijo la anciana bajito y Amara puso rápidamente, debajo del cuerpo de la anciana acostada, un envase plástico.
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Cuando la anciana terminó , Amara tomó el envase y botó su contenido lejos. Luego lo lavó y lo volvió a poner cerca de la anciana. "¿Hoy cómo te sientes, abue?". Preguntó Amara mientras se sentaba en el catre y comenzaba a darle a la anciana bocaditos de comida en la boca. "Me siento mal. Me duele todo el cuerpo y ya casi ni veo", contestó mientras recibía la cucharilla en la boca. "Todos los días le pido a Dios que me lleve", suspiró y pasó la mano por sus mejillas arrugadas tratando de detener una lágrima.=x:0:x=
"No diga esas cosas, abue", exclamó la niña limpiando con las sábanas la boca de la abuela y sus mejillas. "Si tú te vas con Dios, ¿quién se quedará conmigo?", preguntó y le acercó un vaso con agua templada de la que había traído del manantial. "Hay mucha gente buena que se podrá dar cuenta de ti, Amara. Yo solo soy una carga.", sentenció y tapó sus ojos con dedos temblorosos.=x:0:x=
Cuando la abuela se duerme, entonces amara la arropa y se va luego a terminar los quehaceres. Mientras va barriendo, va silbando las canciones de cuna que la abuela le cantaba cuando era pequeñita. Termina y luego va al patio y empieza a echarle maíz a las gallinas. Y Amara canta: "Una paloma blanca y otra amarilla, y otra amarilla, se han posado en mi pecho y me dan cosquillas, me dan cosquillas", canta bajito para que su abuela no se despierte y le den ganas de irse al cielo.
Cuando la anciana terminó , Amara tomó el envase y botó su contenido lejos. Luego lo lavó y lo volvió a poner cerca de la anciana. "¿Hoy cómo te sientes, abue?". Preguntó Amara mientras se sentaba en el catre y comenzaba a darle a la anciana bocaditos de comida en la boca. "Me siento mal. Me duele todo el cuerpo y ya casi ni veo", contestó mientras recibía la cucharilla en la boca. "Todos los días le pido a Dios que me lleve", suspiró y pasó la mano por sus mejillas arrugadas tratando de detener una lágrima.
"No diga esas cosas, abue", exclamó la niña limpiando con las sábanas la boca de la abuela y sus mejillas. "Si tú te vas con Dios, ¿quién se quedará conmigo?", preguntó y le acercó un vaso con agua templada de la que había traído del manantial. "Hay mucha gente buena que se podrá dar cuenta de ti, Amara. Yo solo soy una carga.", sentenció y tapó sus ojos con dedos temblorosos.
Cuando la abuela se duerme, entonces amara la arropa y se va luego a terminar los quehaceres. Mientras va barriendo, va silbando las canciones de cuna que la abuela le cantaba cuando era pequeñita. Termina y luego va al patio y empieza a echarle maíz a las gallinas. Y Amara canta: "Una paloma blanca y otra amarilla, y otra amarilla, se han posado en mi pecho y me dan cosquillas, me dan cosquillas", canta bajito para que su abuela no se despierte y le den ganas de irse al cielo.
Una hermosa historia, contada con mucha sensibilidad y ternura. La relación entre la niña y la abuela conmueve. Un abrazo, @nancybriti.
Hay relaciones únicas y la de la abuela y sus nietos, creo yo, es una de ellas. Abrazos par ti, @josemalavem
¡Siempre tienes la habilidad de sorprenderme y dejarme sin palabras...! ¡Esto es simplemente hermoso!
Hermoso su comentario, maestro. Agradecida siempre por su lectura y opinión. Saludos
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Muchas gracias por vuestro apoyo, amigos!!!
Precioso relato, sensible y realista al mismo tiempo.
Gracias por tan sentido comentario. Saludos