
Confieso que a plenas mañanas
necesito de tus abrazos calientitos,
pero en cambio y
sin ánimos de cambiar la opción de la vida,
tengo mi taza de café.
La rodeo con la mirada
y con el humo mágico que emana
de ella,
apego mis labios a sus bordes,
tal cual como lo hubiese hecho en tus labios.
Respiro el suave aroma y entiendo ahora,
la adicción a ambos.
Es olor de dioses.
Revive mi alma
y sana mis emociones,
fuerte y concentrado como tú.
Disponible en las ansias
y compañero en los días tristes,
éstas últimas son las notables diferencias.
No amarte es más que imposible,
sería cegarme
ante una verdad absoluta que palpita
al compás
de los latidos de mi corazón,
que vive y bombea
por las venas de tu nombre
que canto y adoro.
Serie Café.
✨✨✨