EL FOGÓN. ¿Por placer o por obligación?
Para los que residen en otras latitudes, procederé a definir "Fogón" de mi propia cosecha. "Hacer un fogón" se refiere a juntar leña y prenderle fuego suficiente para cocinar alimentos, generalmente para varias personas. Les mostraré algunas de las imágenes de mi autoría, que he captado a través de los años en las cámaras compactas que he tenido. Éstas mostrarán mejor lo que trato de describir con palabras.
Aunque definirlo no me costó trabajo, al ir conociendo uno y otro y otro a lo largo de los años, me di cuenta de que armar un fogón no es cuestión de solo "juntar unos palos ahí y más na'...". Que va... Para hacer una cosa bien hecha se necesita, por ejemplo, seleccionar una buena madera. El no ponerle atención a eso podría generar humo excesivo, o consumo rápido de la madera, o que se convierta en brasas y no en fuego, etc. También, es necesario conocimiento de cómo se forma el fuego, aunque sea empírico. ¡Sí! Ése que tiene tu tío(a) quien dice cuando te ve moviendo la leña: "No lo tapes mucho porque tienes que dejar que la candela respire. Si no, se te va a apagar". Y uno le dice: "¡Ah cierto!" y le haces caso, pero en verdad uno no entiende lo que quiso decir. Pero luego, al estudiar seglarmente el fuego en un seminario de seguridad caes en cuenta y te preguntas: "¿Cómo sabía mi tío(a) que el oxígeno es uno de los componentes básicos del fuego?". Respuesta: conocimiento empírico.
A favor de el fogón podemos decir de que los alimentos se cocinan más rápido que en las cocinas residenciales debido a las altas temperaturas que pueden alcanzar sobre el fuego directo. Además, ahorramos el gas doméstico. Aporta un sabor diferente, no sé por qué. Pero es como un sabor ahumado que no se logra dentro de las cocinas tradicionales. De allí sale otra excusa para armarlo un fin de semana para cocinar algo diferente y sabroso. Y como sabemos que si queremos que una comida nos resulte más deliciosa debemos de compartirla con otros, invitamos a nuestra familia y amigos para que nos acompañe.
De esto les hablo: Ahí están esos tres echando los cuentos, mientras esperan que esté listo el almuerzo. Paradójicamente, te pones a hablar y reírte y de momento no te pican los ojos, no sientes tanto el calor, y la espera no se te hace tan pesada. Pero, ¿por qué? El humo te sigue rodeando igual, sigue el sol radiante, y no desayunaste creyendo que así podrías comer más y son las 2:00 p.m. Lo cierto es que estás ahí, conversando, sin echar de menos a tu celular, y quizás hasta con una música al fondo. Y la razón de todo es que se reunieron para armar un fogón y hacer un sancocho.
Lo cierto es que el fogón está siendo utilizado más a menudo por estos lados. Y varias veces viene referido con algún comentario negativo, por la obtención de leña, el trabajo implicado o el humo. Claro, admitimos que implica un mayor trabajo que cocinar con gas doméstico o cocinas eléctricas. Pero no parece compaginar con las experiencias anteriores que se describieron. Y que no solo yo he vivido. Así que, ¿será ésta alguna de ésas cosas que resulta placentero cuando es por recreación, pero no lo es cuando no tienes otra opción?
Por cierto, si no han comido un pescado frito en fogón, se los recomiendo. En mi residencia no cuento con fogón. Así que uso los de otros que bondadosamente me lo prestan en sus hogares. Y me toca amontonar, prender, mantener el fuego, utilizarlo y apagarlo. Una de las cosas que quería hacer en uno de esos era tostar café. Lo logré y me contenta los resultados que obtuve. Un café al punto que nos gusta, y ¡qué feliz me siento al compartirlo con otros!
Decidí escribir sobre éste asunto porque hay muchas situaciones con las que no tenemos dominio. Que si estuviera en poder de uno mismo, lo haríamos de una forma diferente. Como lo del fogón, que probablemente muchos lo usarían menos de lo que quisieran. Así que tenemos dos opciones: amargarse y darle mucha al cómo se quiere que sean las cosas, o sacar lo positivo del asunto y aprender de la situación.
Cuando me toca usar el fogón, pienso en el diferente sabor que obtendré, en quienes me acompañan, quien me ayudó a utilizarlo, en que obtendré lo que necesito, y eso me hace feliz. Cuando me toca cocinar con lo eléctrico, pienso en lo práctico y útil que resulta hacerlo. Y si uso el gas doméstico, agradezco el disponerlo. Y en las tres, tendré algo para comer con mi familia y hasta para compartir.
Para terminar, le dejo ésta última imagen. Ella es Matilde, una amiga de mi madre. Esa tarde vi que se acercaba a la olla con unas especies. De modo que encendí mi cámara calladito y disparé cuando se las echaba al sancocho. Pero no le dije: "Matilde, mira para acá", ni "Matilde, sonríe pa' la foto". Solo me vió al mismo tiempo que hacía su cometido. Obsérvala...
La pregunta es: basándonos en los puntos de vista encontrados de los que hablamos, ¿ella armó el fogón por placer o por obligación? Cuando me toque a mí ...
:)
Hola nuevamente cautivada con tu relato, en mi caso no me ha tocado directamente hacer el fogón ni soplar para que no se apague, por mi condición de asmática. Pero si me ha tocado estar de lejos observar el entusiasmo que lo acompaña, la mesa que se saca para jugar cualquier juego mientra se espera y lo más gratificante el sabor de la comida que no tiene comparación. Gracias a tu escrito llegaron a mi mente un montón de experiencias que el fogón me regalo. Gracias y felicidades.
Gracias Carmen por dedicar tu tiempo en leerlo. Cierto, probablente hubiese sido más larga la publicación si uno detalla tantas anecdotas buenas. jajaja .Saludos!
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