Érase una vez un lápiz que estaba orgullosísimo de ser parte de la vida de su dueña: Amanda. Para algunos era un lápiz cualquiera, pero para Amanda era simplemente algo especial, algo único.
Si había alguien que conocía los secretos de Amanda era él, pues cada vez que ella recurría a escribir en su diario a declarar su amor por José, ahí estaba él. También estuvo en la prueba de matemática de esta mañana y en la de castellano la semana pasada.
Solía estar junto a sus amigos los colores, pero por alguna razón, nadie era tan importante como él. Aunque eso sí, cuando Amanda se ponía creativa, era todo un festín.
Sin embargo, había un momento que podía llegar a ser algo doloroso... era cuando llegaba el momento de acudir al pesado sacapuntas, ¡ese tipo era demasiado molesto!
Cada vez que le tocaba visitarlo (al menos una vez al día) tenía que aguantarse sus palabras, respirar profundo y aceptar que el cambio era inminente. Día a día se volvía más pequeño.
Incluso un día casi se lo roban, ¡que bueno que Amanda es una chica lista y no se dejó! Un día, cuando ya había visitado al señor sacapuntas al menos unas 100 veces y cuando su tamaño era realmente muy pequeño, ocurrió lo impensable:
Llegó la mamá de Amanda diciendo:
Hija, ese lápiz ya está muy pequeño, toma este nuevo para que puedas trabajar mejor.
Ese fue el fin para el señor lápiz, que tuvo la oportunidad de compartir con Amanda historias, tareas, exámenes, dibujos. Fue una vida feliz y ahora le tocaba a alguien más continuar con su trabajo.
Once upon a time, there was a pencil that was very proud to be part of its owner's life: Amanda. To some it was just a pencil, but to Amanda it was simply something special, something unique.
If there was anyone who knew Amanda's secrets, it was him, for every time she resorted to writing in her diary to declare her love for Jose, there he was. He was also at this morning's math test and last week's Spanish test.
He used to be with his friends in the colors, but for some reason, no one was as important as he was. But when Amanda got creative, it was like a party.
However, there was one moment that could be a little painful... it was when it was time to go to the heavy pencil sharpener, that guy was too much of a pain!
Every time he had to visit him (at least once a day) he had to hold his words, take a deep breath and accept that change was imminent. Day by day he was getting smaller.
Even one day it was almost stolen, but Amanda is a smart girl and she didn't allow that! One day, when Mr. Pencil had already visited Mr. Sharpener at least 100 times and when his size was really very small, the unthinkable happened:
Amanda's mother arrived saying:
Daughter, that pencil is already very small, take this new one so you can work better.
That was the end for Mr. Pencil, who had the opportunity to share with Amanda stories, homework, exams, drawings. It was a happy life and now it was someone else's turn to continue with his work.
¡Nos vemos en un próximo post❤️!
See you in a next post❤️!
Linda historia cariño.
¡Gracias 😘!