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El pasado fin de semana terminé de ver la segunda temporada de "Bajo sospecha", una miniserie española que me ha dejado con muy buen sabor de boca. Y la verdad es que en los últimos episodios me tenía todo desconcertado porque por más que lo intentaba, no lograba hacerme una idea de cual podría ser el desenlace.
La historia es sobre una serie de crímenes que tienen lugar en un afamado hospital, y para resolverlos, tanto la policía francesa, por haber una ciudadana francesa desaparecida, como la policía española, infiltran agentes que se hacen pasar por miembros del personal, uno como médico, el francés, y otro como enfermero, el español.
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En el episodio final, en que se devela el misterio de la trama central de la historia, la explicación era totalmente distinta a lo que uno pudiera esperar, y lejos de ser un historia sorprendente por su complejidad, era sorprendente por su simpleza y su lógica; y se me hizo muy meritorio que hayan construido una historia tan interesante, al menos en la manera en que la presentaron, a partir de una premisa tan sencilla, y tan auténtica.
En un mundo con historias, en cine, libros y televisión, que se sacrifican a favor de llamar la atención, me gustó mucho que la serie se construyera sobre la complejidad de lo sencillo, porque en la vida real, las cosas son así. Dicen que la explicación más sencilla suele ser la más factible, y eso se refleja en la serie, donde lo complejo no es el origen de la trama, sino como el encubrimiento de esta, orilla a los protagonistas a tomar decisiones que alteran el ritmo de sus vidas, y su entorno, y es esto lo que hace compleja la trama, e interesante la historia.
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La vida diaria también es así, es una acumulación de hechos sencillos, que al irse tejiendo entre sí crean la complejidad de nuestra vida. Y si uno de esos hilos está fuera de lugar, el querer ponerlo de nuevo en su sitio puede desbaratarlo todo. Un error, un desliz, tiene el poder de destrozarnos la vida, y todos cometemos esos errores, esos deslices, pero no todo sufrimos sus consecuencias.
Cuando uno tiene la oportunidad de conocer la historia de personas desafortunadas, muchas veces todo se debe a algo sencillo, a una mala decisión, que incluso a veces nosotros mismos hemos tomado en algún momento de nuestras vidas, pero sin la mala fortuna de estas personas. Un ejemplo sencillo es el manejar con algunos copas o tragos encima. Muchas desgracias comienzan así, de manera sencilla, o hasta inocente, y se vuelven bolas de nieve que luego acaban aplastándote.
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Así que no hay que subestimar nunca las cosas, por intrascendentes que parezcan, uno nunca sabe cuando un error, aparentemente inocente, puede crear un nudo en el tejido de tu vida, que pueda marcarte para siempre, e incluso cobrarte factura con el tiempo. Nunca hay que ser simplistas, y subestimar la complejidad de lo sencillo.
©bonzopoe, 2021.
Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.
Como acostumbras, @bonzopoe, nos das una reflexión sumamente valiosa, que comparto. Efectivamente, lo más aparentemente sencillo puede comportar o conllevar gran complejidad. Por eso nunca opongo sencillez a complejidad, sino simplicidad, que para mí es el opuesto casi antagónico a complejidad. Nuestras vidas están compuestas de todo eso. ¡Pero es tan difícil estar atentos o al tanto de ellas! Normalmente, es tiempo después cuando lo hacemos consciente (los que lo hacen...). Gracias y saludos, amigo.
Muchas gracias por tus amables palabras amigo @josemalavem, me da gusto que mis ideas y palabras hallen eco en tí. Saludos y un abrazo desde México.