Los Silenciadores | Capítulo 1: El hombre del saco

in GEMS4 years ago

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(Ilustración inspirada en una fotografía realizada por Yves Borgwardt, del modelo Chris Kightley)

El misterio es un género que se ve envuelto siempre en la narrativa de mis historias, y Los Silenciadores no es la excepción.

Los Silenciadores es una historia corta que escribí hace 9 meses, publicada y presentada, que por desgracia nunca pude terminar. Este hecho me entristece mucho debido al gran cariño que le tengo a la historia y personaje principal, además del gran respeto que siento por la narrativa de misterio lograda dentro de la misma. Por este razón tomé la decisión de publicarla en esta nueva plataforma de creadores y creadoras, para poder presentarla a un nuevo público y lectores, además de poder al fin escribir un final digno a esta historia.

Capítulo 1: El hombre del saco

Me están siguiendo.

No estoy loco, lo sé. Mis padres me dicen que es por estrés, que el trabajo me tiene agotado y que el no dormir no ayuda para nada a mi situación… pero aunque sea cierto, aunque mi cuerpo me esté pidiendo un respiro y el trabajo me esté matando, sé reconocer cuando alguien me sigue durante dos semanas seguidas. Es demasiado evidente, creo que hasta podría reconocer su rutina. Desde que salgo de casa, a las 5:30 de la mañana, hasta que llego del trabajo, a las 10:05 de la noche.

Siempre me ven. Siempre me observan.

La mañana del día de hoy, por ejemplo. Comenzó como cualquier otra, una madrugada repleta de niebla, con un frío abrazador. Me levanté a las 4:30 de la mañana, tras pensarlo mucho, y me fui a desayunar, me hice un emparedado de queso y jamón acompañado con jugo de naranja, luego me metí rápido a la ducha y me cepillé los dientes para a eso de las 5:15 estar terminando de vestirme. A las 5:20 me encontraba listo, con el maletín en el suelo y el papeleo de la noche anterior adentro. Estaba esperando que se hicieran las 5:30 para levantarme del sofá e irme al trabajo pero esta mañana, me mató la curiosidad. Me levanté sin pensarlo y fui directo a la ventana, sin abrir las cortinas pude definir las sombras y ver lo que quería ver.

Estaba allí, esperándome. No había dudas, era el mismo sujeto, en la misma esquina, de la misma avenida, como todos los putos días. Casi al lado de mi casa, detrás de un poste, estaba viendo fijamente a mi casa. Su vestimenta era demasiado específica, tenía un enorme saco que llegaba hasta sus pies, con un sombrero que no permitía reconocerle la cara.

Solo estaba allí, solo existía, esperaba a que saliera. Mi cabeza solo daba vueltas y más vueltas con preguntas a las cuales no les encontraría ninguna respuesta: “¿Me seguiría como todas las mañanas o haría algo distinto hoy? ¿Se me acercaría? ¿Se presentaría y hablaría conmigo? ¿Me mataría?”

Pasaban los minutos y yo seguía allí, estático, petrificado. No podía moverme, no sé si era el miedo o el simple reflejo de supervivencia que me indicaba que hoy no debía salir de casa. ¿Qué podía hacer? ¿Decírselo a mis padres? No, volverían a decir que estoy loco, ¿llamar a la policía? Sí, sí podría. Hace un par de madrugadas le tomé unas cuantas fotos, las tengo en la cámara, además del respaldo. Puedo hacerlo, es decir, tengo pruebas… pero últimamente he estado tan cansado, que no he tenido tiempo de pensar en otra cosa que ir a trabajar y luego regresar a casa.

- Un momento, hay algo extraño - pensé - Ya no veo al sujeto.

Revisé rápidamente la hora y marcaban las 5:52 de la mañana, había pasado 22 minutos viendo por la ventana, ¿en qué momento? Bajé las escaleras y cogí mi maletín lo más rápido que pude. Salí de mi casa trotando y me dirigí a la parada de bus, ya había perdido el transporte de las 5:35, pero me daba chance de alcanzar el de las 6:05.

Aun cuando aquel sujeto se había desvanecido del lugar, me sentía observado. Y es que, en verdad, no entiendo. ¿Por qué se fue? es decir, ¿Qué diferencia hay de esta madrugada con las demás? ¿Por qué hoy se fue y las demás no? Sé que hoy salí un poco tarde pero eso no implicaría que… ¿o sí?

Diablos, es que, si tiene sentido. Él debe tener una rutina, y al igual que yo, debe hacer diferentes cosas. Sí, me observa todo el tiempo, pero a ciertas horas debe estar desplazándose a diferentes lugares, como yo. Por ejemplo, a esta hora usualmente yo ya estaría en el autobús… Será que al no haber salido a tiempo, ¿tuvo que moverse para agilizar y que mi salida tardía no afectase su rutina?

Todo esto atravesó mi mente en una milésima de segundo.

¡Agh! No entiendo nada. Pensándolo en frío, su rutina es en base a la mía, ¿no? Siempre está antes que yo en los lugares a donde debo ir en una hora en específico, para poder estar allí, esperándome. Y automáticamente al salir tarde, él debe moverse.

Mis pensamientos se detienen y mi estrés llega al máximo. Estoy escuchando pasos detrás de mí.

Me están siguiendo.

No sé qué hacer, ya estoy a metros de la parada y faltan como 10 minutos a que llegue el transporte. La parada está completamente vacía, y no quiero ni pienso quedarme solo con ese sujeto. ¿Qué hago? ¿¿Qué hago??

Con el corazón en la mano decido enfrentar lo que sucede. Volteo lo más rápido posible y lo veo. Es él… ¡Es él! Aquel sujeto, el hombre del saco oscuro, está a 4 metros de mí, viéndome. Me quedo en seco, ¿qué hago ahora? ¿Él que hará ahora?

Solo me ve, no hace nada. Esto es horrible. Coloca su maletín en el suelo, y se sienta aún con la mirada puesta en mí. Yo estoy inmóvil, no puedo ni sentarme. Veo mi reloj, y ha pasado solo un minuto de mi llegada a la parada… Solo un minuto, y se ha sentido como si fuesen horas.

No pasa nada. No hace nada. Llega el autobús. Hay personas adentro, muchas. Aprovecho eso. Voy lo más rápido que puedo, sin dudarlo, paso en frente de él, ni se inmuta, el chofer abre las puertas del autobús y subo las escaleras tambaleándome. No puedo ni caminar bien, me siento mareado. Entro y me siento. Él hace lo mismo. Se sienta tres puestos detrás de mí. ¿Qué diablos es lo que quiere?

Durante todo el camino no hizo ningún movimiento, solo sentía como sus ojos perforaban mi nuca, pero sin tardar mucho, llegamos. Estoy bajándome del autobús, estoy entrando por la puerta principal, estoy dejándolo atrás. No escucho pasos, no bajó conmigo. Volteo por las dudas y lo veo, aún dentro del autobús viendo hacia acá.

El transporte avanza y veo como este se desvanece en la niebla junto con él. El sujeto se fue, no se bajó. ¿Por qué? ¿Por qué siguió con el autobús? ¿Por qué no se bajó? ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Qué diablos fue eso?

El resto del día fue una tortura. No paraba de preguntarme cosas y hacerme ideas en la mente. No fui nada certero en el trabajo, cometí errores al no estar concentrado, y varios experimentos salieron mal por mi culpa. A eso de las 8 de la noche, el Jefe de investigación habló conmigo, y al verme tan perdido y sudoroso, decidió mandarme a casa.

- Todos merecemos descansar – Me dijo – No te preocupes, nosotros nos encargamos, terminaste por hoy.

En otras ocasiones hubiese cuestionado, pero en esta no. Cuanto más rápido llegue a casa mejor. Un salto en mi horario me daría una ventaja abismal con respecta al sujeto de saco oscuro.

Al ser el único que saldría temprano llegué todavía más rápido a casa, ya que la única ruta que seguiría el transporte de la empresa seria la mía. Me bajo del bus y voy directo a mi casa, no veo a los lados, ¡no quiero! Voy lo más rápido que puedo, empiezo a trotar, no me importa hacer ruido, no aguanto un momento más fuera de mi casa.

Veo a todas partes, no lo encuentro. Mientras corro reviso con el rabillo del ojo a cada esquina oscura que encuentro por el camino. Sin acercarme, veo detrás de los postes y teléfonos fijos. No lo encuentro. Estoy feliz, estoy feliz. Tengo mucho miedo y el no verlo me tranquiliza demasiado, ya quiero encerrarme en mi casa y estar seguro, libre de él, libre de todos.

Pero algo está mal. Mi puerta está entre abierta. ¿Por qué? ¿Qué diablos? Recuerdo haberla cerrado, ¡Yo la cerré! ¿Por qué esta entre abierta? ¿¡Qué diablos está pasando!?

No lo dudo. Abro mi maletín y saco el arma de bolsillo que traigo adentro. Los papeles y el maletín se caen al suelo, pero no me importa. Tengo mi arma a la vista, puedo defenderme. No quería hacerlo pero no tengo opción. Abro la puerta y empiezo a pasar, toda mi casa esta arruinada, no logro reconocerla. Mis muebles están al revés, las paredes están rasgadas, las repisas volteadas, los libros por el suelo, mi tv destruida. La alfombra tiene marcas, aquellas que deja un objeto pesado que fue arrastrado.

No entiendo. Todavía hay más. Escucho pequeños chispazos desde el piso de arriba, destellos blancos se hacen presentes por las escaleras. Hay algo en mi cuarto. Subo temblando, no puedo agarrar bien mi arma y me sudan demasiado las manos. Los destellos se sienten cada vez más segadores y los chispazos más irritantes, los escalones casi ni se ven por lo blanco de la habitación y es difícil ubicarse en el espacio por el fuerte sonido. Todo es horrible, no logro entender que sucede, solo pido que pare.

Y eso hace.

Logro ver la habitación. El hombre del saco oscuro está allí, en el centro de la habitación, con un maletín abierto tirado en el suelo y mi recamara destrozada.

- ¿¡Quién eres!? ¿¡Qué haces aquí, como entraste!? – grito al sujeto de negro.

- No me dispares – me pide aquel desconocido.

- ¡¡Cállate!! ¿¡Qué diablos haces en mi casa!? ¿¡Por qué me has seguido todo este tiempo!? – me acerco apuntándole a la frente – ¿¡Quién diablos eres!?

- Daremos un viaje – dice susurrando – Por favor, no grites.

Una esfera blanca aparece en medio de la habitación, parece un vórtice. Empieza a succionar toda mi recamara, veo mi cosas volar por los aires, mis libros, mis estantes, mis investigaciones, mi vida. Todo empieza a flotar. Aquel hombre solo me ve fijamente. No sé cómo reaccionar. No sé qué sucederá.

La esfera crece más y se expande por la habitación. Escucho un ruido sordo y explota. Todo queda en blanco, no sé dónde estoy. Ya no nos encontramos en mi recamara, eso es seguro… Lo que no se con exactitud es ¿en dónde diablos estoy?

Froto mis ojos y me encuentro en el suelo, sentado y rodeado. Cuento como 7, no logro ver bien. 7 hombres idénticos a aquel sujeto de traje oscuro, todos vestidos iguales. Sombrero, chaqueta larga de color negra y con maletines. A ninguno le logro ver el rostro, a ninguno logro reconocerlo. ¿Qué está pasando? ¿¿Qué diablos está pasando?? Solo quiero irme a casa.

Uno de ellos se me acerca, viene súper rápido, no logro reconocer si es aquel de siempre o es uno nuevo. Se agacha y me mira a los ojos.

- Un placer conocerlo Ben Frost, lo sentimos pero no podemos permitirle que siga con sus investigaciones. Ya sabe demasiado.


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Historia original @christopherb.

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