Fuente
Paíto al mirar aquello fue de inmediato a socorrer a Belkys y la reanimo. Poco a poco Belkys abría sus ojos y no podía creer que lo que veía. Ahí estaba su hija, la que abandonó por estar preñada, se separó de paíto y fue al encuentro con su hija. Ambas se abrazaron, lloraron, Belkys como implorando decía:
-Hija, por favor perdóname, perdóname. Me dejé llevar por tu papá.
Adelaida, tenía como un shock respiratorio y cuando logró calmarse, expresó:
-Mamá, quédate tranquila, te vine a buscar porque te quiero, te necesito, Dios me ha dado una oportunidad y por eso vine, para buscarlos a todos, no tengo nada que perdonar y lamento mucho lo que te hizo mi papá; pero así es la vida mamá.
Belkys se enjugabas las lágrimas y veía al señor Ignacio; quien estaba muy atento al igual que Roberto. Maritza se unió a la escena. También lloraba mucho y las tres se abrazaron; don Ignacio habló con paíto y maíta, mientras madre e hijas se consolaban. Todos respetaron ese momento.
El señor Pedro y Doña María improvisaron una mesa debajo de unas matas de Merey y todos se sentaron alrededor de la mesa. Don Ignacio se dirigió paíto y le dijo:
-Don Pedro, estoy sumamente agradecido con usted y la señora María, que albergaron a estas damas, yo aún no las conozco personalmente, las estoy es viendo ahorita; pero pude notar que aquí en su casa no están como empleadas sino como una familia.
-Mi esposa y yo, somos personas humildes pero sinceras y por nosotros ellas pueden quedarse el tiempo que deseen.
En este momento de la conversación, ya la madre y las hijas estaban desahogadas y se unieron a la reunión. Don Pedro les explicó a las damas lo que le había dicho Don Ignacio y Belkys como Maritza escuchaban, a paíto y también veían a Ignacio. Belkys se puso de pie y fue hasta donde estaba Ignacio, le tendió la mano y se hizo la presentación formal y, a su vez, dijo:
-Le agradezco mucho le haya dado la cola a mi hija desde tan lejos, para venir a buscarnos, eso no lo hace tofo el mundo.
Don Ignacio lo que hizo fue sonreír y ahora quien se presentó fue Roberto; porque con el encuentro sorpresa, los abrazos y la lloradera, Adelaida no tuvo tiempo de explicar nada y esto tenía intrigada a María, quien no se aguantó y en voz alta expresó:
-Vamos a sentarnos todos, estoy como quien dice enredada, tenemos que aclarar las cosas; porque lo único que entiendo es que Adelaida viene a buscar a su mamá y a su hermana; pero hay otras que no entiendo
Todos se sentaron calladitos alrededor de la mesa y maíta volvió a tomar la palabra:
-Okey, Belkys y yo vamos a preparar un carato de mango que ya está casi listo y después con calma cada uno de estos caballeros va a contar su historia, para yo quedar clarita.
María viendo a Pedro, le dijo:
-Verdad viejo.
-Sí mujer, anda a preparar el carato que hace calor.
Las dos damas se fueron a la cocina y paíto con pena les dijo a los visitantes:
-Mi mujer es así, espontánea, clarita y le gustan las cosas correctas.
-No se preocupe señor Pedro, personas como ustedes casi no existen, para mí es un honor estar en esta casa y cuando llegué la señora María le vamos a contestar todas las preguntas, para que no esté más enredada y quede clarita como dice ella
Don pedro y las demás personas se sonreían. Pero la verdad verdadera, es que en la cabeza de Maritza, Belkys, María y el mismo don Pedro, revoleteaban como mariposas muchas preguntas, suposiciones y dudas; lo cual tenían que despejarse.
Ignacio, se reía y Maritza veía a la hermana como queriendo decir: estás viviendo con ese señor” Adelaida miró a la hermana, le adivinó el pensamiento y en voz baja le dijo:
-Déjate de estar pensando loqueras que eso no es así.
La muchacha se sorprendió y se quedó callada. En ese preciso momento llegan las damas con el carato de mango con bastan hielo y las muchas ayudaron a repartir el guarapo; después se sentaron y doña María alzó el vaso de carato, todos la imitaron y brindaron por las sorpresas de la vida, se sentaron nuevamente y María dijo:
-Bueno, vamos a comenzar sino me vuelvo loca y voy a iniciar con Roberto
Roberto se puso a sonreír y le dijo.
-Estoy listo para contestar.
-Así me gusta -contestó María y le lanzó la primera pregunta:
-¿Usted es el hombre que embarazó a Adelaida y para ganar puntos con Maritza, vino con su papá a buscar a la mamá y a la hermana?
Roberto contestó:
-Señora María, yo no embaracé a Adelaida y el señor Ignacio no es mi papá, fue mi profesor en la Universidad Central de Venezuela, ahora es mi amigo y lo estoy acompañando por dos razones: La primera porque no quería que condujera en un viaje tan largo, por su edad, la segunda es que quiero conocer a la mamá de Adelaida y a su hermana, para decirle del compromiso de matrimonio que tenemos y el viaje que vamos hacer para Canadá.
María escuchaba con mucha atención y Belkys estaba asombrada, no creía lo que escuchaba, abrazaba a su hija llorando y Maritza también la abrazaba. Total hasta Pedro estaba asombrado y contento con lo que estaba pasando
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