Rodeada

Pesadilla de una niña de ocho años

Era una de esas noches en las que me sentía intranquila. En las que me deshacía de la cobija minutos después de haberme cubierto con ella por completo.

Entre tantos movimientos, acabe boca arriba y despedazada sobre el colchón. Fue mi sentido del oído el primero en percibir el cambio a mi alrededor. Algo se movía. Levemente y con sutileza pero lo hacía.

Con el paso de los segundos, el sonido se hacía más notorio. Se sentía cercano y no parecía venir de un solo lugar.

A pesar de la curiosidad, me rehusaba a abrir los ojos para comprobar qué podría ser, pues si lo hacía, el sueño se iría.

Pero el ruido continuó, más intenso que antes, podía jurar que lo que lo provocaba estaba en todas partes.

Otros sentidos se despertaron y con ello, mis recuerdos.

Había escuchado ese sonido, pero nunca tan fuerte, nunca a tal magnitud. Mi piel se erizó ante el reconocimiento.

Me paralice ante la idea de lo que a mi alrededor estaba.

No podía verlo, no. Me negaba.

¿Pero era real?

¿Algo así podía ser real?

¿Quién podía ser tan cruel?

¿Quién podría dejar a miles de esos seres despreciables tan cerca de mí?

Tensa, inmóvil, repleta de miedo, intenté abrir los ojos rogando que todo fuese mi imaginación. Pero no podía. Mi cuerpo no respondía.

Al mismo tiempo, sentía como se acercaban. El sonido que hacían podía sentirlo alrededor de las patas de la cama.

El terror me invadió. ¡Tenía que ser un sueño! Tenía que serlo...

Con fuerza, cerré aún más los ojos.

Apreté los puños.

Tomé un respiro.

Y siendo lo más valiente que podía ser, abrí los ojos.

Sorprendida, asqueada, indefensa, muy asustada.

Así me sentí al verme rodeada de cucarachas. Si bien la oscuridad no ayudaba, no podía ver nada que no fuesen ellas. Rodeaban las paredes, el techo, el suelo de la habitación, todo. A excepción de mi cama y estaban por llegar a mí.

Quise gritar, con todas mis fuerzas pero las palabras no salían. Las lágrimas comenzaron a surcar mi rostro.

Mi cuerpo era incapaz de moverse. Solo tenía la leve movilidad de mi cabeza y cuello.

El terror era real. Estaba viviendo una pesadilla.

Creí que había perdido la capacidad de hablar hasta que sentí la presencia de una de ellas en cama, rozando mi mano.

Momento en el que grité, con todas mis fuerzas.

Y desperté.

Agitada, gritando.

Realmente desperté.

Surrounded

Nightmare of an eight-year-old girl

It was one of those nights when I felt uneasy. I would get rid of the blanket minutes after I had covered myself with it completely.

In between all those moves, I ended up on my back and torn to pieces on the bed. It was my hear sense that first noticed the change around me. Something was moving. Slightly and subtly, but it did.

As the seconds passed, the sound became more noticeable. It felt close and did not seem to come from one place.

Despite my curiosity, I refused to open my eyes to see what it might be, for if I did, the dream would go away.

But the noise continued, more intense than before, and I could swear that what was causing it was everywhere.

Other senses woke up and with it, my memories.

I had heard that sound, but never so loud, never to such an extent. My skin bristled at the recognition.

I was paralyzed by the idea of what was around me.

I couldn't see it, no. I was in denial.

But was it real?

Could something like that be real?

Who could be so cruel?

Who could leave thousands of those despicable beings so close to me?

Tense, immobile, full of fear, I tried to open my eyes begging that it was all my imagination. But I could not. My body did not respond.

At the same time, I felt them approaching. The sound they were making I could feel around the legs of the bed.

Terror came over me. It had to be a dream! It had to be...

With strength, I closed my eyes even more.

I clenched my fists.

I took a breath.

And being as brave as I could be, I opened my eyes.

Surprised, disgusted, helpless, very scared.

That's how I felt when I was surrounded by cockroaches. While the darkness didn't help, I couldn't see anything but them. They surrounded the walls, the ceiling, the floor of the room, everything. Except for my bed, and they were about to get to me.

I wanted to scream, with all my strength, but the words wouldn't come out. Tears began to stream down my face.

My body was unable to move. I only had the slightest mobility of my head and neck.

The terror was real. I was living a nightmare.

I thought I had lost the ability to speak until I felt the presence of one of them in bed, touching my hand.

At which point I screamed, with all my might.

And I woke up.

Shaken, screaming.

I really did wake up.

Gracias por leer. / Thank you for reading.

Translated with the help of the online translator DeepL.