El día de hoy les voy a narrar mi experiencia en Manaus, Brasil, uno de los viajes que más me ha enseñado hasta ahora. Viajar para mí es conocer, disfrutar y aprender, aprender desde otros zapatos, aprender desde otras miradas.
Todo comenzó en el año 2017 cuando una de mis mejores amigas emigra con su esposo y su bebé (mi ahijada de 4 meses de edad, a quién nombraré Estrellita) desde Venezuela a Manaus, Brasil. Desde entonces, me propuse ir a visitarlos, lo cual sería mi primer viaje otro país. Siempre hemos mantenido el contacto, disfrutamos mantenernos informadas de nuestros paseos y proyectos, así como del crecimiento de sus bebés, sí ahora en plural porque en enero de 2018, le dimos la bienvenida a otra integrante de su familia, a quién nombraré Arco iris.
A inicios de abril del 2018, Estrellita enferma y sus padres visitan varios médicos que no dan con el diagnóstico y tratamiento adecuado, resultando en un triste desenlace: el día 22 de abril nuestra estrellita pasa a formar parte de las constelaciones del cielo. Fue un momento amargo y confuso, enfrentar una pérdida estando en otro país sin el apoyo físico y moral de toda tu familia, aunque por suerte sus arrendadores brasileños actuaron como ángeles y los ayudaron en todo el proceso que la situación ameritaba.
Todo lo sucedido me motivó aún más a planificar mi viaje a Manaus, pues necesitaba darle amor a mis amigos, acompañarles en el duelo y conocer a Arco iris. En Agosto, llegó el momento, logré salir desde de Puerto Ordaz rumbo al destino fijado, iniciando así una travesía rodeada de reflexiones.
La primera reflexión que tuve, fue al cruzar la frontera de Venezuela con Brasil, ver por las noticias la cantidad de familias venezolanas que emigran con todos su enseres y con sus niños en brazos, no genera el mismo impacto que apreciarlo en persona y escuchar las calamidades que les ha tocado enfrentar huyendo de un país gobernado por corruptos donde no se garantiza tu seguridad y calidad de vida. Agradecí mucho por mi vida y la de mi familia.
Luego de dos días de viaje, ¡¡¡Llegué a Manaus!!! Mi corazón rebosaba de alegría de ver a mi amiga y su familia, Arcoiris tenía 7 meses y era muy risueña. Me recibieron con un kg de café, un kg de azúcar y un paquete de vasos ¿Qué tal? Pues ese sería el trabajo que realizaría durante los próximos días para poder comprar mi boleto de regreso a Venezuela.
Ese día me instalé, hablamos muchísimo y me dieron las instrucciones de mi nuevo trabajo: vender café en el semáforo. Debía levantarme a las 4:10am para colar el café, preparar los termos, arreglarme, salir a las 5:10am y caminar 15 minutos hasta el punto establecido. En ese lugar habían varios venezolanos vendiendo y gracias a Dios el esposo de mi amiga estaba para orientarme en las frases en portugués que debía decir, la rapidez con la que debía servir antes de que cambiara a verde la luz del semáforo y en ocasiones correr sin derramarme el café encima ¡qué aventura! Ahí vinieron a mi mente dos reflexiones más: la primera, que al emigrar de Venezuela de igual manera te toca esforzarte mucho por conseguir estabilidad como extranjero y la segunda, donde al ponerme en los zapatos de los vendedores informales, pude experimentar su valentía y tesón al levantarse incluso antes de que amanezca para salir a caminar y vender sus productos. Nuevamente, agradecí por mi vida y la de mi familia, y me inundó un sentimiento de empatía y respeto por el trabajo de todas las personas.
Realmente esta experiencia fue enriquecedora, me hizo más humilde y me quitó algunas capas de ego. Me divertí mucho y aprendí más. Inclusive, en una mañana me derramé medio termo de café en el pantalón, pero eso no arruinó el estado de alegría que me embargaba en el momento y para mí sorpresa hasta terminé siendo elegida y entrevistada al instante por un estudiante brasileño que investigaba acerca del comercio informal en la región. ¡Qué día!
En los últimos días de mi viaje, mis amigos me llevaron a conocer un par de sitios cercanos, compartimos mucho, recordamos con cariño y nostalgia a Estrellita.
Las lecciones más significativas que aprendí fueron acerca del amor y el permiso. El amor con el que debemos mirar cada situación que se presenta ante nosotros, el amor que debes expresar todos los días a quienes amas y el permiso de sentir cada pérdida, el permiso de sentirte triste y el permiso de volver a sonreír.
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