El pardo - Relato (3)

in GEMS3 years ago (edited)

Sí, había hecho cosas terribles para sobrevivir. No le importaba. Cualquier cosa con tal de seguir vivo. Solo le pesaba haberse visto obligado a deshacerse del botín para escapar. Tanto padecimiento para nada.

Cuando acabó con los brazos, se ocupó de la barba. Hubo de tirar con fuerza para arrancar los pegotes de sangre reseca. Por último, se lavó bien la cara. Y fue al retirar las manos cuando los vio, en el agua, bailando sobre las ondas de la superficie: unos ojos verdes clavados fijamente en él.

Saltó como un resorte. Se volvió al instante, la mano derecha buscando el cuchillo de su cinturón. Y se encontró cara a cara con una niña. Una niña pequeña de enormes ojos verdes que lo observaba con curiosidad.

¡Imposible! ¿Cómo no la oyó acercarse? No sintió su presencia hasta que vio el reflejo. Y, sin embargo, allí estaba, de pie, a menos de un paso de él. No debía de tener más de siete u ocho años. Le dedicaba una amplia sonrisa mientras se balanceaba sobre una y otra pierna con las manos a la espalda. Vestía una túnica corta que apenas le llegaba a las rodillas y se protegía con un manto de color verde oscuro. Estaba descalza.

-¡No te asustes! Soy María. ¿Tú quién eres?

La niña hablaba en romance, con el dialecto marcado de aquella tierra.

Nuño no contestó. Había reaccionado con los reflejos de un animal y ahora parecía petrificado, como si aquella aparición repentina le hubiera robado las palabras. Solo acertaba a contemplar en silencio a aquella pequeña de tez pálida y ojos vivos. Su rostro, risueño, estaba surcado de pecas que le cruzaban de los pómulos a la nariz. Una larga cabellera cobriza se desparramaba sobre su espalda.

Cuando despertó, por fin, de aquel embrujo, extendió lentamente el brazo, con aprensión, y tocó a la niña en el hombro. Era de carne y hueso. Ella lo miraba, divertida.

-Ja, ja, ja, ¿qué haces?

Nuño miró a un lado y a otro con nerviosismo. Todo parecía normal. Por fin le brotaron las palabras:

-Niña, ¿estás sola?

-Sí, pero ¿cómo te llamas?

-¿Vives por aquí?

-¡Claro! Pero ¿quién eres tú?, ¿cómo te llamas?

-¿Dónde están tus padres?

La niña frunció el ceño, fastidiada.

-Padre está pescando cangrejos, río abajo, y mi mamá ya no está con nosotros. Pero bueno, ¿me vas a decir tu nombre o no?

El hombre se levantó y, antes de hablar, se sacudió las vestimentas para recuperar un poco de compostura. Trató de parecer seguro y de sonar agradable:

-Soy don Nuño Pérez, jinete de la villa de Escalona, al servicio del concejo y del rey de Castilla.

-¡Ja, ja, ja! ¡Qué gracioso eres! ¿Tienes hambre?


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Autor: Javier G. Alcaraván (@iaberius)

La imagen que encabeza el texto es una ilustración de Juan Gallego (@arcoiris), realizada específicamente para este relato.