Federico García Lorca, o la muerte también danza

in GEMS3 years ago (edited)

Ayer, 18 de agosto, se cumplieron 85 años de la muerte del gran poeta español, Federico García Lorca, quien fuera asesinado en un fusilamiento realizado por los esbirros franquistas en Granada. El poeta, como ciertos documentos lo han demostrado después, fue víctima de la venganza política y el odio homofóbico.


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Autor: Antonio Guijarro - Fuente - Licencia


García Lorca fue autor de una obra poética sin igual en la poesía de habla hispana, pero también de una obra dramatúrgica de gran valor, que sigue siendo objeto de representaciones en diferentes partes del mundo. Acerca de algunos ensayos-conferencias suyos, publiqué por aquí en meses pasados tres trabajos, a los que, si están interesados, pueden acceder en los enlaces siguientes: 1, 2 y 3.

Uno de los libros más importantes y hermosos de la obra poética de Lorca es Romancero gitano. El escritor andaluz fue un decidido y fervoroso amante de la cultura gitana, a la que consideraba un componente esencial, telúrico, de lo hispánico. De allí su interés en el llamado baile "flamenco" (palabra que no le era muy cara) y al "cante jondo", del que disertó y que nutrió su verbo e imaginación, junto con toda la simbología mítica y étnica de los gitanos.

Así, tenemos el poema "Romance de la luna, luna", uno de los más sugestivos y simbólicos de ese libro, en el que García Lorca recurre, como lo hará a lo largo de su poesía, a uno sus símbolos más queridos, la luna, que en la cultura gitana y en el autor están asociados a la muerte. Por eso elegí ese poema, porque canta a la muerte desde una belleza cósmica, mítica, metafórica, musical, de indudable trascendencia. A continuación lo reproduzco completo.


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Fuente


ROMANCE DE LA LUNA, LUNA

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.



No podré extenderme en un comentario del poema, que bastante ha sido analizado e interpretado. Es evidente la presencia de los elementos gitanos, más allá de incorporar esta palabra. Tenemos a una luna que canta y baila, en una suerte de ritual sacrificial por el cual se lleva al niño. Es una luna en la que la feminidad y el carácter maternal conviven, expresadas en imágenes muy atractivas como "polisón de nardos" y "sus senos de duro estaño"; voluptuosa, seductora, como una "bailaora" de flamenco. El carácter agorero se introduce en sus versos hasta la imagen definitiva del canto de la zumaya, para reforzar el sustrato mítico o legendario del poema.

Finalmente, destacaría ese ritmo reiterativo, musical, que también nos seduce como lectores-escuchas (podemos oírlo en nuestro interior) y su presentación visual cual puesta en escena (la teatralidad de Lorca), con mucho efecto pictórico y cinematográfico (Lorca fue dibujante e incluso trabajó en cine con el cineasta Luis Buñuel y el pintor Salvador Dalí, quienes fueron sus entrañables amigos).

El poeta que cantó a la muerte con enternecedora belleza, como en su "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías", fue presa de la canalla, pero desde su muerte sigue iluminándonos.


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Monumento a García Lorca en Madrid - Fuente - Licencia


Gracias por su lectura.


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Muy poético y bien informativo parte de la vida y trascendencia de este poeta. Me gustó!