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Mi amor de 5to. grado "A"
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Llegan a mi mente tantos recuerdos de mi adolescencia, que me siento fascinado de aquellas sensaciones tan puras y claras que dibuja una memoria asesorada por un corazón ávido de sensibilidades, que se ausentaron de mi vida, y que no han vuelto.
Tú, Neddy, la muchacha más bonita de mi sección 5to. grado "A", cuya maestra era Elisa Mesa, año 1967, y yo el chico tímido y miedoso de siquiera acercarme a ti, para darte la mano, o darte un beso en la mejilla para saludarte.
Fu en en mi pueblo de origen, Las Mercedes del Llano.
Y mi prima Caridad, la intermediaria, se encargaba de entregarnos muy disimuladamente los papelitos de cuadernos de una raya, en los que nos mandábamos mensajes sin ningún contenido llamativo:
—Llegaste temprano a la escuela.
También:
—Parece que va a llover a mediodía.
Y guardábamos esos papelitos, los cuales escondíamos con mucha ensoñación, cautela, recelo y cuidado. Y lo que sí era interesante eran los sobrecitos donde iban envueltos los mensajes.
Pero de todos esos papelitos, el que más recuerdo, es uno que me causó extrañeza, y después con los años, mucha gracia y risa, porque decía en un lenguaje que jamás entendí:
—Anda a freír mono, y te comes los chicharrones.
Como siempre he sido un frenético fanático del idioma y sus reglas, averigüé con quienes más o menos sabían de interpretaciones de refranes.
Y me creía que Neddy me estaba mandando hacer algo que no se podía porque mono no tiene cuero para hacer chicharrones, por lo tanto, ella me estaba dando corte.
¡Cuánto quisera tener de nuevo ese papel ante mi vista! Estaba escrito con una letra de lápiz de creyón en el recorte de papel!
Esa muchacha era una morena clara y, de paso, al siguente año fue escogida como reina de la escuela, lo cual me hubiera hecho perder la cabeza.
Amores sanos y tiernos, como esos, son los que adornan la existencia en tales circunstancias.
Apenas terminamos el 5to. grado, mi familia se mudó a San Juan de los Morros en agosto de 1967, y atrás quedaba Neddy, la de los papelitos con mensajes cruzados.
Solo tengo en el corazón los deseos de que ella esté bien dondequiera que se encuentre.
Bendiciones de Dios.
Es curioso como podemos llegar a atesorar estos recuerdos de pequeños momentos que nunca se repetirán ni tampoco trascendierón en el tiempo, pero en su momento nos provocáron una sonrisa,
Saludos!
El típico muchacho tímido enamorado de aquellos tiempos, Órbita. Algo sumamente hermoso.
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