Hola, amigos de HIVE.
Hoy agradezco por mis queridos padres. Celebro la iniciativa de la amiga @vaneaventuras al traernos este increible challenge: 30 Días de Agradecimientos.
Agradezco a mis padres porque gracias a ellos nací y estoy viva, les debo nada más y nada menos que mí existencia. Agradezco, valoro y aprecio todo lo que mis padres hicieron y continúan haciendo por mí, porque han sido mis incondicionales, los que siempre han estado pendiente de mi, apoyándome y vivieron casi toda su existencia para ver por y para sus hijos. Gracias por el amor que me dieron a mí y a mis hermanos. Sólo cuando tenemos a nuestros propios hijos es cuando valoramos en su justa medida todo el trabajo y esfuerzo que dedicaron nuestros padres para criarnos y levantarnos.
Bendito sea Dios por la salud y la fortaleza que le dio a mis padres, para que me acompañaran en todas las etapas que he vivido.
Mi madre se llama Mireya y tiene 81 años, es una mujer luchadora, emprendedora, paciente y siempre ha estado dispuesta para apoyar a todos sus hijos. Mi mamá ejerció la docencia durante 33 años, actualmente está jubilada. Trabajó en diferentes instituciones educativas y todos en casa guardamos muchos recuerdos de esa época, algunos alegres y otros tristes.
Por ejemplo, ella trabajó durante 10 años en una escuelita en un caserío llamado Jabillar, allí atendía primero, segundo y tercer grado a la vez, porque eran muy pocos estudiantes. Este caserío quedaba a más de una hora de Cumaná y una parte del trayecto se hacía por una carretera de tierra. Los días lunes, bien de madrugada salíamos todos para Jabillar, mi papá nos dejaba allí y regresaba por nosotros el día viernes en la tarde. Mamá pasaba toda la semana con sus tres hijos muy pequeños en Jabillar. La escuela funcionaba en una casa muy humilde y allí vivían sus dueños con su familia y ellos le alquilaron una habitación a mi mamá, eran muy cariñosos y buena gente. Todavía mantenemos comunicación con la Comadre Margarita, así le decimos todos en casa a la señora dueña de la vivienda, que hasta me daba de mamar cuando mi mamá se iba a Carúpano cada quincena a cobrar.
Mi mamá cuenta que allí pasamos bastante trabajo, en ese lugar no había luz ni agua potable, tomábamos agua de un pozo, que quedaba lejos de la casa, en ese mismo pozo lavaban la ropa todos los habitantes del sector. Las casas eran de bahareque con techos y puertas de zinc. Una noche jugando a los escondidos con mis hermanos y otros niñitos me oculté detrás de una puerta y me corté en un tobillo, no me pudieron llevar al hospital porque de noche no pasaba carro por la carretera. Al día siguiente cuando llegamos al centro de salud no me cosieron los puntos de suturas, porque habían transcurrido muchas horas, fueron largos días de cuidado para que la herida cicatrizara; de casualidad quedé lisiada porque casi me corte el tendón. Quizás ahorita me llamarían Milagros la coja, porque en Cumaná pareciera que la gente se complace en poner apodos.
Hace 4 años a mamá le practicaron una mastectomía radical izquierda, ha recibido quimioterapias y tratamientos muy fuertes. Mi hermana y yo somos las que estamos a cargo de ella, porque mi hermano falleció hace 6 años al igual que mi papá. Algunos días dice presentar molestias en el lado de la operación y de vez en cuando se le sube la tensión a pesar de estar medicada.
Gracias a Dios que le ha dado vida para conocer y disfrutar a sus bisnietos.
Mi papá se llamaba Arcadio Luis y hace 6 años que murió. Sus estudios fueron bien limitados, era tan indisciplinado que varias veces lo expulsaron de las escuelas, él contaba que una vez le pegó una semilla de mango a la maestra en la cara y ese fue motivo para una de las tantas expulsiones. Por su mala conducta mis abuelos lo maltrataron mucho, de igual manera no hubo forma de corregirlo. Pero sus traumas de niño se vieron reflejados de adulto cuando una vez casado, le pegaba muchísimo a sus tres hijos, nos mandaba a ponernos en fila y por orden de tamaño para azotarnos con la correa.
Mi papá hasta una copla recitaba cada vez que nos portábamos mal (según él). Nunca olvidaré aquella copla:
Mis hermanos y yo con sólo oír la copla llorábamos. Pese a todas las palizas que nos dio lo quisimos mucho. Mi papá nos pegó tanto a mí y a mis hermanos, que siempre dije que nunca haría eso con mis hijos y lo cumplí.
Papá cambió mucho su comportamiento después que estaba bien avanzado en edad y cansado, se volvió más amigo y amable y trataba de ayudarnos en todo lo que podía a los tres. Los dos últimos meses de vida de mi papá los pasó en una cama, muy enfermo con un cáncer de pulmón. Murió sin conocer a sus bisnietos.
Gracias papá, gracias mamá por haberme enseñado a enfrentar la vida con valentía, optimismo y decisión y por haberse empecinado en que estudiara. Gracias a ustedes soy quien soy. Especialmente gracias a usted mamá, por las muchas veces que me repetiste: Estudia Milagros, para que no le aguantes impertinencias ni malos tratos al esposo que te toque. Gracias por haberme impulsado a volar para que creara la mejor versión de mí. Todo lo que soy se lo debo a mis padres.
Gracias a mis padres por cada gozo, por sus consejos, por haber sido siempre pilar fundamental en mi vida y por sus miles de bendiciones.
Cada día es una nueva oportunidad para ser agradecidos. Te invito a unirte a esta iniciativa que nos brinda @vaneaventuras para agradecer durante 30 días.
Fotos propias. Imágenes editadas por mí en YouCollage.
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Muy agradecida por su estimulo.
Es un placer nuestro animarte @milagrosoterog👍🙂