Después de leer “Veronika decide morir”, obra literaria de Paulo Coelho, quise presentarla decantada de acuerdo a sus personajes con sus perfiles psicológicos, que fue lo que me pareció interesante de la lectura. La forma como se describen y se desarrollan las patologías en los sujetos en la historia, concebidos tan comunes como cualquiera de nosotros, me hizo sentir empatía y de alguna manera entender cómo funcionaba su mente.
Creo necesario mencionar que no soy psicólogo, sólo me permití narrar los hechos de forma individual, no literal, a través del filtro de mi perspectiva, manteniendo la esencia del contenido del libro. Les confieso que fue algo laborioso, pero me ha gustado el resultado, espero lo disfruten.
En esta publicación conoceremos a Veronika (Chica normal – Suicida), personaje central.
Veronika
Veronika es una jovencita con todo lo necesario para llevar una vida plena y sosegada, no así, se siente insatisfecha, nada la llena. Tiene la sensación de que la vida no es más que un día tras otro, sin sentido, y presiente que será cada vez peor. Además, veía que el mundo estaba tan mal y que nada podía hacer. Siente que morir ahora, es mejor que someterse a padecer su gris rutina. Está harta de todo y siente que la vida le asfixia. Es como si estuviera pagando una condena y ella no estaba dispuesta a asumirla.
A pesar de que vivía en un convento y de que su madre era una mujer religiosa, pensaba que Dios no existía. Razonaba que si existiera, más bien entendería y quizás hasta se disculparía con las criaturas que, como ella, decidieran alejarse lo antes posible de esta tierra, obra suya, llena de caos. Y además, como su madre le decía que Dios conoce pasado, presente y futuro, a Él no le sorprendería en lo más mínimo su decisión, ya que la había puesto en este mundo sabiendo lo que haría.
Muy firmemente un 11 de noviembre de 1997, con sólo 24 años, Veronika decide poner fin a su vida, entonces se las ingenia para conseguir cuatro cajas de pastillas que la ayudarían en su propósito. Antes había pensado muy bien en sus opciones y le pareció que ésta era la más apropiada para dañar lo menos posible a sus afectos. En fin, se las toma, y los minutos que transcurrieron antes de perder la conciencia, se detuvo a leer una revista y observar por la ventana las cosas y personas del exterior de su habitación, llegando incluso a disfrutar algunas de ellas.
Cuando Veronika despierta, está en una institución psiquiátrica, muy popular en ese pueblo, llamada Villete. Para su desgracia ¡estaba viva! peor aún, el médico tratante le informa que debido al daño que ocasionó la sobredosis del fármaco en su corazón, moriría en poco tiempo, más específicamente, entre cinco y siete días.
Veronika se sintió en la peor de sus pesadillas. Tenía una fecha de muerte y no era inmediata, tendría que esperar. Por lo pronto, sería una paciente más de ese hospital y quisiera o no, tendría que integrarse a la rutina. Ella no toleraba esa idea, así que su propósito era buscar la manera de escapar lo antes posible para suicidarse o mejor aún, suicidarse allí mismo.
Veronika conoce a Zedka, una interna, quien le comenta sobre un grupo de pacientes al que le llamaban "La fraternidad", que podrían recibir el alta, pero que no desean salir de allí, en resumen, porque pueden ser quienes son, sin miedo a ser juzgados y por temor a enfrentarse a la vida real, que trae consigo tantas responsabilidades y donde tanto han sufrido. Entonces Veronika, en su plan de conseguir más pastillas para cumplir con su cometido, trata de establecer comunicación con sus miembros, sin ningún éxito. Su experiencia había sido tan humillante, que se rindió y decidió esperar tranquila el día de su muerte, así que se limitó a obedecer la rutina del hospital, sintiendo que los días transcurrían más rápidamente. Veronika notaba cómo su corazón se debilitaba: se quedaba sin aliento, sentía dolores en el pecho, se mareaba al menor esfuerzo.
Empezó a adaptarse a la idea de que estaba en un sitio donde podía hacer cualquier cosa porque estaba "loca" y poco a poco fue rompiendo sus propios límites. Una noche que sintió bienestar, quiso celebrar tocando el piano, intentó escaparse de su cuarto, pero la enfermera le dijo que la puerta estaba abierta, que podía hacer lo que quisiera y Veronika rompió a llorar desconsoladamente. Cuando se calmó, la enfermera quiso saber por qué una persona como ella, con tantas cosas a su favor, podía tomar una decisión tan drástica como quitarse la vida, y Veronika le respondió algo que me pareció interesante:
“Cuando tomé las pastillas yo quería matar a alguien que detestaba. No sabía que existían, dentro de mí, otras Veronikas a las que yo sabría amar.”
Por primera vez Veronika siente remordimiento por lo que había hecho y le cuenta a la enfermera que había sido cobarde, por el miedo permanente a equivocarse, por vivir para hacer lo que otros esperan. Luego añade, que por un momento había olvidado su sentencia de muerte y cuando recordó su situación el pánico la invadió, por eso se desató su llanto.
Luego Veronika reaccionó contra el remordimiento con firmeza y empezó a sentir algo que nunca había sentido: odio, y lo sentía sólo porque era libre para hacerlo. Ya no tenía que auto-controlarse, ya no tenía nada que perder. Se odiaba a sí misma, al mundo, a las personas perfectas, todo lo que la rodeaba y especialmente la manera como había conducido su vida.
Odiaba hasta a su madre perfecta, que tanto le dio. Su madre, ese amor que no le pedía nada a cambio, le hacía sentir culpa. Su madre, quien había sido una excelente esposa, trabajadora y ama de casa, que sacrificó su vida para que ella tuviese una buena educación, que incluía piano y violín; para que siempre estuviera vestida de princesa, sin importar que ella no estrenara en años. Veronika siempre quiso llenar sus expectativas, aunque tuviera que abandonar sus propios sueños.
Llego a cuestionar su odio, pero ya era tarde, se sentía liberada. Entonces siguió por odiar también a su padre, a quien a pesar de que sus ocupaciones laborales le consumían todo el día, sabía vivir, la sacaba a pasear, se divertían juntos y que, en un momento de su juventud, había llegado a amar como a un hombre. Lo odiaba porque era tan abierto y encantador con todos, menos con quien realmente lo merecía: su madre.
La lista de sus razones para odiar cada cosa era larga. Había sido una chica que se esforzó tanto por parecer fuerte y exitosa, que gastó su energía vital para estar a la altura de la imagen de sí que ella misma construyó. Era simplemente una persona que, como casi todas las de este mundo, necesitaba la aprobación de los demás para ser feliz. Ahora que disponía de poco tiempo se daba cuenta de que todo eso la llevó al vacío y a la muerte.
Tocó con mucha fuerza e ira un piano que tenían en ese hospital y luego de desahogarse con el teclado, quedó en silencio, y el lugar del odio fue reemplazado por amor. Y comenzó a tocar música dedicada a las estrellas, al jardín y a las montañas que la rodeaban.
Entonces conoció a Eduard, un esquizofrénico, que no tenía cura, a quien la magia de la música que tocaba Veronika lo había enganchado y se había quedado a escucharla. Al notar su presencia ella en vez de atemorizarse sonrió y para su sorpresa, él le correspondió con otra sonrisa. Ella descubrió que aún en un mundo tan distante, la música era capaz hacer milagros.
Cuando la madre de Veronika decidió visitarla al hospital, ella simplemente se rehusó a verla, igual moriría, quería evitarle más dolor y no le gustaban las despedidas.
En varias ocasiones sufrió ataques que le decían que estaba cerca del final, lo que le hacía sentir alivio; sin embargo, era medicada y otra vez se sabía con vida, lo que le desesperaba intensamente. Quería que acabara su agonía.
Sus días transcurren en la agonía de esperar su muerte, luego en una conversación con Eduard, el esquizofrénico, ella le cuenta que había descubierto que le hizo falta locura a su vida, que había empezado a apreciar las cosas cotidianas y a aceptar los problemas y la falta de sentido que tenía la vida para ella, llegó a mencionar una frase que me gustó:
“Si algún día pudiese salir de aquí, me permitiría ser loca, porque todo el mundo lo es. Y peores son aquellos que no saben que lo son...”
En ese sitio ella se permitía hacer cualquier “locura” que no hubiera hecho jamás y eso la hacía sentir mejor, inclusive le declara su pasión a Eduard, sin importarle que lo entienda o no.
Veronika quiso saber cuánto tiempo le quedaba y se lo preguntó al doctor Igor, quien estaba a cargo del psiquiátrico y él le responde que sólo 24 horas, quizás menos... Entonces ella le dice que quisiera pasar esas horas fuera de ese sitio y hacer cosas simples que nunca hizo como estar en la nieve sin abrigo, sentir la lluvia en su rostro, besar a su madre en la frente... mostrar sus sentimientos. El doctor sólo le mandó a inyectar su tratamiento y la mandó a dormir, con la promesa de que hablarían mañana.
Al salir del consultorio del Dr. igor, ella se cruzó con Eduard y pudo ver en él ternura y amor, aunque no lo creía posible porque él era esquizofrénico, no podía tener esos sentimientos- Quiso darle un beso, pero no le pareció conveniente, así no la dejarían salir.
Lo cierto es que la presencia de Veronika en la vida de Eduard, había influido de manera directa para que él saliera de ese mundo en el que se ocultaba y comenzara a hablar y a estar consiente, lo que suponía para él un gran problema dado a que él había decido escapar de todo. Pero la interesante historia de su condición, es un tema de otra publicación que estoy preparando.
Había pasado una semana desde que Veronika ingresó a esa institución, tiempo durante el que se desarrolla la extraña historia de amor entre ella y Eduard y dado que Veronika ya no quería morir allí, Eduard decide ayudarla a escapar y acompañarla. En su aventura, se fueron al restaurante más costoso de Ljubljana, pidieron los mejores platos y se tomaron tres botellas de vino, olvidando todo lo demás; hasta que los sacaron del lugar por su mal comportamiento. Ellos se fueron felices porque los habían exonerado de pagar la cuenta.
Se fueron a una plaza cercana donde continuaron bebiendo y conversando, luego se fueron a un pequeño castillo que estaba en una colina. Ella pensaba encontrar su final allí e hizo que Eduard le prometiera que la pintaría y que luego seguiría pintando, como una vez lo soñó. Le agradeció por haber cambiado su vida y darle sentido, alegando que todo lo que había pasado bien valía la pena, si él retomaba su camino; que para eso ella había venido a este mundo. Después Verónika se sintió lista para morir y le pidió a Dios que se la llevara. Abrazó a Eduard y se quedó profundamente dormida.
Al amanecer, un guardia los encontró y sorprendentemente Veronika despertó. Eduard pensó que era un milagro, que la vida le había concedido un día más.
Aquí la trama da un giro inesperado, donde el protagonista ahora es el doctor Igor, quien estaba preparando su tesis acerca de que la única cura para la amargura que acababa con la alegría y las ganas de vivir de un ser humano, a lo que él llamaba “el vitriolo”, era “la conciencia de la vida” y que su medicina era: “la conciencia de la muerte.” Veronika había sido objeto de un estudio experimental. Luego les contaré más acerca del Doctor Igor y su proyecto, pero en lo que concierne a Veronika, aquí acaba su historia.
En síntesis encontré que...
La locura es parte de la felicidad
Me siento feliz y agradecida de tener este espacio en el que compartir Mis letras
Gracias a ustedes, quienes dedican tiempo a leerme.
Se les quiere...
Emoticones hechos con la aplicación Bitmoji
Separador hecho en PowerPoint
Curador: @Mariale07
Gracias por el reconocimiento.
Mucho éxito y feliz día 🌻