Versión en español
Es una realidad, si alguna vez viviste alquilado seguramente en un lugar de ese apartamento existe un cuarto donde guardas (más bien escondes) los cachivaches del dueño, esos trastes lo suficientemente feos para no formar parte de la decoración del lugar donde vive pero sí del inmueble que te renta.
Por supuesto, en un apartamento compartido por estudiantes universitarios esos objetos que a alguien le pareció un buen recuerdo de viaje o un horrible regalo de cumpleaños están destinado a vivir escondido. Por lógica, si son feos para sus dueños es evidente que para los inquilinos serán poco menos que espantos, aunque entre gustos y colores cada quien dice que los suyos son los mejores.
Pero cuando compartes un apartamento con cuatro personas siempre hay alguien que se sale de lo común, en el caso nuestro ese era Carlos, un artista conceptual el cual consideraba que una vasija que encontró en el fondo del armario del olvido (todo lo que entraba allí no volvía a salir) podía ser expuesta en una exhibición en un concurso de arte en una galería de gente con dinero.
Nunca había visto nada más feo en mi vida que esa vasija de barro, era una verdadera mierda, sin forma, sin estética, era como la vasija de la famosa escena de la película Gost, pero luego que los protagonistas la deformaran eróticamente con el tema de melodía descencadenada. Carlos consideraba que algo tan feo seguramente debía considerarse arte, especialmente por gente rica, quienes algo tan carente de estética suelen parecerle de alto valor.
Entre los cuatro apostamos que esa vasija nadie la miraría, sólo Carlos consideraba que esa basura deforme de barro saldría de la galería directo a la vitrina de algún inversionista millonario o de un sultán petrolero del medio oriente. A dos horas de terminar la exposición la vasija seguía allí. sola, olvidada en una esquina, invisible para el gusto de los ricos. Carlos no tuvo otra opción que reconocer que se equivocó, cuando volvió a la galería a recoger el intento de arte ya no estaba, por un momento sintió alegría, ¿Podría ser que alguien lo compró?, cuando preguntó qué pasó con la casija, la encargada de la galería le respondió: ¿Ah, ese adefecio?, le dijimos al conserje que lo guardara en el cuarto de los objetos que nadie quiere.
English version
It's a reality, if you've ever lived in a rented apartment there is probably a room where you keep (or rather hide) the owner's junk, those ugly enough to not be part of the decoration of the place where he lives but part of the property he rents you.
Of course, in an apartment shared by college students those objects that someone thought were a nice travel souvenir or a horrible birthday present are destined to live hidden. Logically, if they are ugly for their owners, it is obvious that for the tenants they will be little less than hideous, although between tastes and colors everyone says that theirs are the best.
But when you share an apartment with four people there is always someone who is out of the ordinary, in our case that was Carlos, a conceptual artist who considered that a pot he found at the bottom of the closet of oblivion (everything that went in there did not come out again) could be exhibited in an art contest in a gallery of people with money.
I had never seen anything uglier in my life than that clay pot, it was a real piece of shit, without form, without aesthetics, it was like the pot in the famous scene of the movie Gost, but after the protagonists deformed it erotically with the theme of unchained melody. Carlos considered that something so ugly should surely be considered art, especially by rich people, who usually find something so lacking in aesthetics to be of high value.
Between the four of us we bet that nobody would look at that pot, only Carlos considered that this deformed clay garbage would leave the gallery straight to the showcase of a millionaire investor or a Middle Eastern oil sultan. Two hours after the end of the exhibition, the vessel was still there, alone, forgotten in a corner, invisible to the taste of the rich. Carlos had no other option but to recognize that he had made a mistake, when he returned to the gallery to pick up the art attempt it was gone, for a moment he felt joy, could it be that someone bought it, when he asked what happened to the almostja, the gallery manager replied: Ah, that adefecio, we told the concierge to keep it in the room of the objects that no one wants.
