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Que maravilloso cuando un libro te toma de la mano y te lleva de viaje, y no te das cuenta y ya eres uno con él, y te zarandea y acaricia como le da la gana, y uno ahí está como venado frente a la luz de unos faros deslumbrantes, sin poder hacer nada, pero feliz, como esa polilla que va directo a la luz aunque en eso se le vaya la vida.
Que maravilla cuando las letras se vuelve imágenes en tu cabeza y puedes ver la historia mientras la lees, y te encariñas y te encabritas con los personajes, y los regañas y los consuelas en silencio, y hasta haces pausas para hacer corajes o soltar una lágrima por lo que hacen o lo que les pasa.
Que sorprendente esa simbiosis del escritor con nosotros, de lo creado por su imaginación con lo complementado por la nuestra. Que regalo leer y de repente ver que no estás leyendo sino viviendo un libro; que más que evaluar la calidad de un texto lo estás sintiendo, que más que juzgar a los personajes los comprendes y hasta los justificas, los defiendes, te pones de su lado, los apoyas o lo repudias según sea el caso.
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Yo no soy de llorar cuando leo, y no es que no sienta lo que pasa, pero no soy de lágrima fácil al leer, pero la risa es otra cosa. La carcajada que sale de la nada, eso es lo mío, y disfrutarla, y acordarme y volver a reír una y otra vez, eso si, y como lo disfruto, y lo sufro a veces cuando el humor es ácido, y aunque te rías te quema por dentro por su dosis de ironía, de crudeza, y hasta de burla que te dice "eres un cabrón por reírte, pero ríete, ríete infeliz".
A veces reírte duele, y hasta te saca una lágrima a escondidas. No es gratuita la frase de "rio para no llorar", y Brenda Navarro, la autora del libro que estoy leyendo, "Ceniza en la boca", lo sabe muy bien, y me acaba de sacar una de esas carcajadas dolorosas pero, al menos para mí, inevitables, y que demuestran su oficio y lo implacable de su pluma para decir las cosas de una forma tan hábil que puede enfatizar la desgracia a través del humor.
Y es que cuando uno vive desgracia tras desgracia, como en la historia del libro, una ´raya más al tigre ya no duele, y ya no te hace llorar, sino que te hace reír, una risa cínica y desfachatada llena de incredulidad que parece decir "¿es en serio?, ¿y ahora que más me va a pasar?, ¡Pues que sea de una vez ya que en esas estamos, que peor de lo estoy ya no se puede estar, aviéntame lo que sea vida, que aquí está mi pecho para recibir lo que le mandes!"
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La risa, y reírnos de nuestras desgracias en vez de llorar, es un mecanismo de defensa, pero también de fortaleza, de aceptación y de reproche, de resignación y de rebeldía, todo a la vez. Gracias Brenda Navarro por recordármelo, y dejarme este sabor amargo en la boca, esta sonrisa mezclada con una mueca, y esta sensación en el estómago que me causa leerte. Se que me regalarás más de estas, y algunas otras emociones, y aquí esta mi pecho para recibir lo que le mandes, sigamos leyendo, sigamos viajando, sigamos construyendo juntos esta historia que tu pluma tan bien sabe narrar.
©bonzopoe, 2022.
Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.
