Anécdotas en tiempos de pandemia - Anecdotes in times of pandemic

in Freewriters4 years ago

Por @latino.romano

 Limpiando las gavetas de la cocina se encontraba la señora Juana, usando los guantes de color rojo que le obsequió su hijo antes de partir fuera del país.

De vez en cuando tarareaba la canción que sonaba en la radio y su gato se paseaba entre sus piernas reclamando algo de atención.

Una vecina llamó a la puerta con insistencia. Su rostro perturbado anunciaba malas noticias. Su querido hijo, que partiera hace dos años a tierra extranjera en busca de trabajo, finalmente había fallecido, presa del virus que azotaba al mundo entero.

Juana se desmalló en el acto. Afortunadamente la caída fue suave para ella. Al despertar, su llanto alertó a todo el vecindario. Los demás vecinos corrieron para ayudar y consolar a la desventurada madre. Todos se lamentaban de la pérdida como si fuera propia, al pequeño Juan lo estimaban muchas personas.

Ahora lejos, sin recursos económicos, y limitados por la pandemia; no había forma de traer el cuerpo para ser sepultado en su pueblo. La idea de que su hijo amado terminara en una fosa común con otros muchos desconocidos le desgarraba el corazón a la señora Juana.

Cayó la noche y fueron llegando los familiares a prestar ayuda. Los gritos de lamento se incrementaban con cada arribo, la tía Lucia, la prima Marian, la abuela Antonia; todas lloraban al pequeño Juan. La noticia se extendió a los vecindarios más próximos, y Juana no dejaba de ver el reloj, pues era su costumbre escuchar la voz de su hijo cada noche cuando la llamaba al salir del trabajo, a las nueve en punto; era vigilante en un hospital.

Entre las muchas voces que se confundían entre la multitud, alguien preguntó:

—¿Cómo se enteraron de la muerte de Juan?

—Una vecina trajo la noticia.

—¿Ella cómo se enteró?

—Alguien se lo dijo al leer un mensaje en una red social, creo que un compañero de trabajo o un amigo de la infancia.

—¿Pero ya confirmaron la muerte? Me refiero de manera oficial.

Se miraron unos a otros confundidos. Realmente nadie podía aseverar la muerte de Juan. La vecina que trajo la notica hacía rato se había marchado.

El reloj marcó la nueve menos diez, entonces sonó el teléfono de Juana como otras veces.

—Hola mamá ya salí del trabajo, este hospital esta hecho un caos. Cuéntame cómo ha estado tu día.

Era el pequeño Juan, vivo y coleando, algo cansado por la labor del día. No estaba enfermo, no estaba muerto, no estaba enterado de las falsas noticias de su deceso. Su madre volvió a desmallarse al escuchar su voz. Sus parientes la llevaron de urgencia al centro de salud más cercano.

Sorpresa, alegría, rabia… eran los sentimientos de todos en el lugar. Al siguiente día, hasta Juan en el extranjero se partía de la risa al contar la historia.

Gheyzer J. Villegas (@latino.romano) es un escritor hispano de relatos y poemas, miembro del mundialmente reconocido grupo Freewrite House para quien escribe estos textos inéditos…

English version

By @latino.romano

Cleaning the kitchen drawers was Mrs. Juana, wearing the red gloves her son gave her before leaving the country.

From time to time she hummed the song on the radio and her cat walked between her legs demanding some attention.

A neighbor knocked on the door with insistence. His disturbed face announced bad news. His beloved son, who left two years ago for foreign lands in search of work, had finally died, a prey to the virus that was sweeping the world.

Joanna fainted on the spot. Luckily the fall was smooth for her. When he woke up, his crying alerted the whole neighborhood. The other neighbours ran to help and comfort the unfortunate mother. Everyone lamented the loss as if it were their own, little John was esteemed by many people.

Now far away, without economic resources, and limited by the pandemic; there was no way to bring the body to be buried in his village. The thought of her beloved son ending up in a mass grave with many other strangers tore at Mrs. Joan's heart.

Night fell and the relatives arrived to help. The cries of lament increased with each arrival, aunt Lucia, cousin Marian, grandmother Antonia; they all cried for little John. The news spread to the nearest neighborhoods, and Joan did not fail to see the clock, for it was her custom to hear her son's voice every night when he called her after work at nine o'clock; he was a hospital guard.

Among the many voices that were confused in the crowd, someone asked:

-How did they find out about John's death? -I don't know.

-A neighbor brought the news.

-How did she find out?

-Someone told him by reading a message on a social network, I think a co-worker or a childhood friend.

-But they've confirmed the death? I mean officially.

They looked at each other in confusion. No one could really claim John's death. The neighbor who brought the news in earlier had left.

The clock struck ten to nine, then Joan's phone rang as before.

-Hey, Mom, I'm off work. -This hospital's in chaos. Tell me about your day.

It was little John, alive and kicking, a little tired from the day's work. He wasn't sick, he wasn't dead, he wasn't aware of the false news of his death. His mother fainted again when she heard his voice. Her relatives rushed her to the nearest health centre.

Surprise, joy, anger... they were the feelings of everyone in the place. The next day, even John abroad was laughing as he told the story.

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Sort:  

Sin lugar a dudas, los fakes news usados frecuentemente en las redes sociales, han hecho mucho daño; Muchas personas dan por verdadero cualqeuir artículo que aparece sin verificar la fuente de la "noticia", creando falsas esperanzas en algunos y momentos de tortura en otros. Creo que será algo difícil de erradicar de las redes o peor aún, dejar de expandir mientras se verifica la fuente de la información.

Un abrazo en la distancia, mi estimado

@oneray Saludos, espero que estés bien, muy cierto lo que dices.

Recordé una anécdota familiar sin tiempo de pandemia, que le ocurrió a mi abuela cuando aún no había internet, creo que voy a contarla también. Saludos cordiales.