Habitación de hotel (freewrite)

El tumulto de curiosos eran contenidos por la cinta amarilla que acordonaba el área del hotel. En la habitación 230 trabajaban los miembros del personal forense, colectando huellas y evidencias.

—¿Alguien sabe dónde está Manggina? —preguntó la agente Piccard con su característica voz suave y respetuosa.

—Lo llamé temprano pero no contestó el teléfono —respondió su compañero Suárez.

—A mi si me contestó —intervino el agente Alison escribiendo en su libreta sin levantar la mirada.

—¿Y bien? —preguntó Piccard.

—¿Y bien qué? —replicó Alison.

—¿Qué te dijo Manggina? —inquirió Suárez intrigado.

—¿Qué vendría al terminar un asunto? —respondió simplemente Alison. Casi todas sus respuestas eran así, simples y directas; sin declarar suposiciones personales.

Los forenses aún tomaban fotos y hacían mediciones. Por alguna razón les era difícil encontrar huellas útiles en la escena del crimen. El capitán Jorley llegó a la habitación del hotel, malhumorado como siempre. Algo molestaba su cuello y hacía estiramientos con su cabeza mientras caminaba.

Al entrar y ver a los agentes, se apresuró a hablar antes que cualquiera de ellos lo hiciera.

—Si se están preguntando por qué llevo puesto este par de botas, la historia es muy larga y fastidiosa, y no estoy de humor para contarla; así que mejor hablemos del caso —señaló con autoridad.

Traía puestas unas botas que podrían calificarse de ridículas y estrafalarias, no solo por su color, sino también por sus adornos. Los agentes contuvieron la risa mientras Jorley disimulaba su disgusto cambiando el tema de conversación.

—¿Dónde está Manggina? —preguntó Jorley frunciendo el ceño.

Los agentes Piccard y Suárez miraron al agente Alison esperando que él respondiera la pregunta. Alison los miró a todos por un instante y dijo:

—Llegará en cualquier momento señor.

Jorley suspiró al escucharlo e hizo un gesto de fastidio, acostumbrado a sus respuestas breves.