Después de una semana lluviosa en Monterrey nos decidimos visitar Xilitla, tal vez allá tengamos mejor suerte con el clima pensamos, el estado de tiempo decía que estaría soleado, así es que nos dirigimos a la central de autobuses. Si el viaje es de seis horas, sería buena idea partir a las doce de la noche, pero el único que encontramos saldría a las once.
Después de siete horas de camino, dado que el conductor tuvo que reducir la velocidad por la reglamentación, al fin llegamos, pero para nuestra mala suerte estuvo lloviendo todo el día, así es después de tanto ajetreo no pudimos conocer las famosas pozas. Lo único que rescatamos del viaje fue deliciosa comida orgánica, todo estaba delicioso, desde los huevos rancheros del almuerzo, hasta la carne asada de la cena.
No todo fue fracaso, pero espero que la próxima vez no llueva.