Lo que debe importarnos del agua, sin fijarnos en su color, es que debemos conservarla, ya que de ella depende nuestra supervivencia. Para nuestro organismo, para preparar nuestros alimentos, para los quehaceres del hogar, entre otras cosas, siempre va a estar presente en nuestras vidas.
Es curioso darnos cuenta que el 70 por ciento de la Tierra sea agua y que el 70 por ciento de nuestro cuerpo también sea agua. Esto nos demuestra lo vital que es el agua para la vida.
En su estado natural y sin aditivos no tiene ningún tipo de tonalidad, es transparente y cristalina. Aunque algunas veces se percibe como una sustancia cristalina azul, verde o turquesa que pareciera alternar los colores del agua dependiendo del elemento natural que lo contiene como los ríos, lagos y mares.
La ciencia nos presenta una de las posibles respuestas al color del agua, esta señala que puede hallarse en los efectos lumínicos del sol sobre el agua. Esto se refiere, a la luz blanca emitida por el Sol y no de la ya mítica afirmación de que precisamente el color del agua del océano recibe esa tonalidad gracias al reflejo del cielo en aguas cristalinas. Es justamente la luz que viene de allí la que propicia estos hermosos colores del agua. Si una parte del agua luce oscura, veremos un azul profundo que es así por efectos de los rayos de luz que no llegan a tocar el lecho marino por tratarse de un área muy profunda. Las zonas más claras, serán aquellas con poca profundidad presente en orillas del mar y a pocos metros de la costa.
