La naturaleza sufre cambios observables; la vida nos ofrece la oportunidad de cambios. Cambios que favorecen nuestra salud integral.
Tenemos la vida para vivir. Vivencias que marcan nuestra experiencia. Generalmente, cuando somos jóvenes no nos detenemos a pensar o reflexionar sobre este tema pero en la medida que vamos recorriendo este camino, nos desprendemos de ciertas cosas que se van superando y tenemos tiempo suficiente para meditar e hacer una retrospectiva a nuestras vidas; a lo que hemos hecho y a lo que dejamos de hacer por la causa que sea. Es esencial una autoevaluación.
En ese camino largo pero corto, nos encontramos con personas que nos lastiman con sus acciones pero hay otras que nos brindan momentos de dicha; sin embargo lo bueno y lo malo resulta en aprendizaje enriquecedor para mejorar como personas, lo que sería el producto del cambio.
En principio,cuando somos niños y luego de jóvenes nuestros padres construyen nuestro camino, son influyentes en nuestra vida. Al crecer fabricamos nuestro destino, somos lo que queremos ser y lo que queremos hacer; es en este punto donde adoptamos actitudes frente a la vida, las cuales pueden ser negativas o positivas. Aquí es donde comienzan los problemas.
Somos responsables de nuestros actos y de nuestras actitudes. Esto no quiere decir que ser positivos es estar alegres sin tomar en cuenta las dificultades. Al contrario, la actitud positiva es mirar las soluciones de los problemas pero también es estar tranquilos ante la posibilidad de no poder solucionar algún problema; en este punto es necesario soltar la carga y dejarla en manos de Dios, tener fe en que mañana se solventará o que el tiempo se encargará.
La actitud positiva tiene que ver con la fe de que las adversidades pasarán y de que los cambios se asomarán por la ventana. Es aceptar con paciencia lo que no se puede solucionar o lo que no se puede cambiar. Muchas veces los cambios llegan de forma natural y por eso es mejor no forzar la situación. Más aún cuando se trata de esperar el cambio de otras personas. Mientras, sigamos el camino observando los cambios propios.
En este sentido, es importante no quedarse anclado en el pasado, en lo que pudo haber sido y no fue o en lamentaciones y quejas. Obviamente, es bueno llorar, quejarse y otras formas que nos generen desahogo pero debemos soltar y aceptar lo que no puede ser y concentrarse en la fe de que todo sucede por algo; solamente debemos dejar que Dios haga su trabajo a través del tiempo.
Todas las imágenes son parte de mi amanecer, tomadas con un teléfono SamsungJ7
Gracias por leer!!
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