¿Abuela, cuál fue el secreto?

in OCD4 years ago
Jana acabó de cumplir los 21 años, y había tenido un dialogo con su novio acerca del matrimonio; quedaron de pensarlo seriamente. La joven al llegar a casa, busco a la abuela mayor de 80 años, que aún estaba lúcida; todos en la familia admiraban a sus abuelos pues llevaban más de 50 años juntos. Abuela -le dijo- ¿cuál es el secreto para que ustedes permanezcan juntos y en armonía? ¡Oh, querida niña! -antes de secretos para la armonía, hay una serie de historias tristes en mi historia personal- ¿me las puedes contar?

Siempre desee en lo profundo de mi corazón tener una familia; cuando me conocí con tu abuelo, estaba acercándome a los 30; Llevaba una vida de soledad; ya había tenido tres intentos de casamiento, pero siempre ahuyentaba a los prometidos; resulta que heredé de mi abuela, la dura crítica; a mis amores, les veía toda clase de defectos, y no los podía callar, estallaba cuando a la segunda vez, ellos seguían con sus actos repugnantes que yo detestaba, por ejemplo: presentarse a una cita sin estar decorosamente afeitado.

En cierta convención de la empresa donde laboraba, con Marly, una amiga muy querida, mientras jugábamos al ajedrez, ella me preguntó, como iba la relación con mi prometido; grave, -le conteste- hace un par de días le dí un par de bofetadas, porque su camisa estaba muy arrugada. Me dijo: -si en verdad no te quieres quedar sola, tienes que entrenar tú cabezota y tus palabras, para ver lo bueno en el hombre y negociar los defectos sutilmente; extermina de tu vocabulario toda crítica- luego me entrego unas imágenes de unos pies con palabras secretas, según ella.

-Él, según yo, tenía todos los defectos, más uno- él fue mi escuela para romper con esa maldición que arrastraba; al principio le decía que corrigiera esto o aquello; luego miraba las imágenes que estaban en otro idioma; las aprendí, luego de traducirlas. Pero cuando nació tu padre, un día las perdí; entonces cada vez que mi ego me alertaba de los defectos de mi esposo; tomaba aíre y pensaba, ¡ohm!, no debe ser nada delicado y de peligro, debo mirar las imágenes.

Así pasaron los años y llegaron los hijos, y rara vez nos peleamos fuerte; nos decíamos: miremos la estrategia y negociemos en que estamos fallando, él conoció mi debilidad y me ayudó a sanar mis comportamientos.
Mi amiga por años me recordó esta frase de Tigrán Petrosian: “El mejor entrenador del ajedrecista es uno mismo” -Jana mi amor, antes de casarte entrena tú mente y tus palabras y tendrás un matrimonio sano- ¿Aceptas el reto?

Y, del canal YouTube – Soy Caminante-
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